Por Ismael Martín, director regional de Desarrollo de Negocios en Prodiel
No solo en México, sino a nivel global, las tecnologías solar y eólica son el futuro de la energía, ya que hoy en día representan la solución más rentable para la construcción de nuevas centrales de generación. En esta línea, el último estudio de Bloomberg, el New Energy Outlook 2019, sitúa a la energía solar y eólica como las principales fuentes renovables para el 2050, cubriendo alrededor del 50% de las necesidades energéticas del mundo.
Las energías renovables en México son una parte importante de la profunda transformación que está viviendo el sector eléctrico nacional. El país está impulsando el desarrollo de fuentes limpias mediante el establecimiento de unos objetivos ambiciosos en esta materia -la generación de electricidad con energías limpias debe ser 35% y 50% para 2024 y 2050, respectivamente-, situándose en el top 10 de los países más atractivos para invertir en este sector, sobre todo en la tecnología fotovoltaica y eólica, las cuales muestran un crecimiento sostenido.
No obstante, a pesar del sinfín de beneficios que pueden aportar, existe un factor que debe ser analizado para poder obtener el mayor provecho: cubrir la demanda en el suministro eléctrico cuando ambas fuentes de energía presenten intermitencias. Es decir, cuando no hay corrientes de viento para la eólica, o por la noche para la solar fotovoltaica, es necesario contar con sistemas de almacenamiento por baterías.
Los sistemas de acumulación de energía suponen la nueva frontera de la innovación y del negocio en el ámbito de las energías renovables, ya que pueden almacenar energía excedente producida y hacer una compensación de potencia cuando se presentan intermitencias o variaciones en la radicación solar o en las ráfagas de viento. En otras palabras, el uso de baterías de almacenamiento puede hacer que las fuentes renovables sean predecibles, eviten fluctuaciones y harán posible utilizar la energía cuando sea necesario.
En términos precisos, una batería es un sistema de almacenamiento que emplea procedimientos electroquímicos y que tiene la capacidad de devolver dicha energía posteriormente casi en su totalidad; ciclo que puede repetirse un determinado número de veces. Según el informe de Frost & Sullivan, la demanda de sistemas de baterías de almacenamiento de energía está siendo impulsada por la necesidad de modernización de la red, en aras a una mayor utilización de las energías renovables y las nuevas políticas regulatorias.
En México, por ejemplo, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) ha comenzado con las consultas para elaborar el marco regulatorio para el almacenamiento de energía a gran escala a través de baterías de litio, lo que supone un gran avance para el sistema eléctrico nacional y el sector en general.
Si se integran con las fuentes renovables, los sistemas de almacenamiento pueden garantizar una mayor flexibilidad y un perfil de producción centrado en las exigencias específicas de los clientes y de las redes, por lo que la combinación de energías limpias y sistemas de acumulación es un factor que posibilita una difusión cada vez mayor de las centrales eólicas o solares.
En una sociedad cada vez más comprometida con el medio ambiente y los impactos sociales, económicos y ambientales que se producen por las formas de obtención de energía, la necesidad de un nuevo modelo energético es cada vez mayor, siendo las baterías de almacenamiento un hito en la industria y en la sociedad. A nivel de proyecto, la presencia de sistemas de almacenamiento aumenta el valor de una central renovable, ya que permite proporcionar una amplia gama de servicios energéticos, en comparación con la producción de energía aislada, los cuales garantizarán una mayor eficiencia y costos más reducidos. Con el paso del tiempo y la mejora en las tecnologías, los suministros de energía limpia cada vez serán más eficientes.