En diciembre del 2018, Nuevo México produjo 1.58 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, combinando petróleo y gas. México, con 1.71 millones de barriles de puro crudo diarios, le ganaba aún sin contar nuestra producción de gas. Ya sumándola, andábamos en otra liga: todos los días producíamos 59.5% más que Nuevo México.
Claro que, en aquel entonces, ambos Méxicos prometían mucho más. El equipo de López Obrador, por ejemplo, nunca hizo una promesa específica respecto a la producción de gas. Pero si pronosticaba que, con su estrategia de rescate de la soberanía vía Pemex, lograría incrementar la producción de crudo mexicano a 2.19 millones de barriles diarios para el 2022. Asumiendo que la producción de gas se quedara constante, eso hubiera implicado más de tres millones de barriles diarios de petróleo crudo equivalente.
Nuevo México, por su parte, ya se sabía en el top 5 de Estados Unidos. En pocos años, había triplicado la producción petrolera, con una industria que invirtió fuertemente para desarrollar los recursos shale de la cuenca del Permian. Y hasta las calificadoras pronosticaban que seguiría en ascenso. “El único impedimento para el crecimiento es la política pública”, decía el director ejecutivo de la asociación de petroleros de Nuevo México. “Las políticas adversas pueden tener un impacto directo en la producción”.
Tuvo toda la razón. Nuevo México, que ha insistido en buscar atraer la inversión de todas las compañías que cumplan con su régimen regulatorio (el cual permite el fracking bajo ciertas condiciones), ya se convirtió en el segundo estado que más gas y petróleo produce en Estados Unidos. Está produciendo 2.79 millones de barriles de petróleo crudo equivalente. Esto implica que, en lo que va del sexenio de López Obrador, este México incrementó su producción en 77 por ciento.
Nuestro México, que ha regresado a ser el México de Pemex, va para abajo. Con una política que explícitamente impide nueva inversión petrolera privada e informalmente prohíbe el fracking, sin seguir el debido proceso, nos hemos quedado estancados en una producción de 1.6 millones de barriles diarios de crudo. Son 600 mil barriles diarios menos que la meta que el equipo de López Obrador veía como fácilmente alcanzable. En gas, donde arrancamos el sexenio con alarmantes insuficiencias que implican una escandalosa dependencia del gas importado, tampoco hemos logrado crecer. En diciembre del 2018, produjimos 4.86 millones de pies cúbicos diarios. En septiembre de este año, produjimos 4.84.
El resultado es obvio: en términos petroleros, Nuevo México ya superó a México. Por mucho. Hoy Nuevo México, el estado, ya produce 15 por ciento más gas y petróleo que México, el país.
Desafortunadamente, esta diferencia se va a seguir ampliando. Hace unos días, el sitio especializado Rigzone citó a analistas de Standard Chartered pronosticando que hasta la producción específicamente de crudo de Nuevo México está por rebasar la de México. Esto significa que los neomexicanos seguirán cosechando varios miles de millones de dólares en ganancias para su erario, con cientos de miles de empleos bien remunerados. Los mexicanos parece que ya nos resignamos al legado de pérdidas netas de Pemex, que se seguirán acumulando.
Pobre industria petrolera mexicana: tan lejos de Nuevo México, tan cerca de Petróleos Mexicanos.
@pzarater