El aumento de la demanda desde Europa ha cambiado el curso de los precios de la molécula a lo largo del año. Ahora, para el invierno la cotización de la molécula se apunta al alza.
Las previsiones de los analistas se cumplieron: los precios del gas natural han aumentado de manera importante en los últimos días a medida que el invierno y altas temperaturas por encima de lo habitual se extienden en Estados Unidos y otros grandes países consumidores.
Los precios del gas natural en el mercado estadounidense –de donde México importa la mayor parte del combustible que consume– cerraron el martes pasado en 6.935 dólares por millón de btu (unidad térmica británica), un aumento de poco más de 20% o de 1.4 dólares respecto a una semana anterior.
La tendencia de precios en los últimos meses se ha mantenido de manera irregular, pero con aumentos de manera consecutiva durante los últimos seis días. Los pronósticos de un invierno más frío de lo usual –y con ello mayores necesidades del combustible– podrían extender la racha alcista en su cotización. Pese a ello, los precios se mantienen por debajo de los niveles récord registrados entre junio y agosto de este año, que se situaron por encima de los 9 dólares por millón de btu, cuando la baja de suministro de gas ruso a Europa –resultante del corte en las relaciones comerciales por la guerra en Ucrania– metió presión en el mercado.
El aumento en la cotización del gas ha llevado a la Unión Europea a buscar imponer un tope al precio del gas natural, sin que hasta ahora exista un acuerdo anunciado. La región busca con esto imponer lo que ha denominado como “mecanismo de corrección” al mercado, para bajar el precio de la electricidad a sus ciudadanos y con ello los niveles de inflación que, como en otras partes del mundo, continúan al alza y sin señales próximas sobre una baja.
Los precios de este invierno se mantendrán significativamente por encima de lo visto durante la misma temporada del año pasado, cuando la molécula se cotizó entre 3 y 4 dólares por millón de btu. El aumento se explica en su mayoría por un aumento en la demanda industrial de Asia y un incremento importante en las necesidades de importaciones de gas desde Europa, una región que hasta hace unos meses –antes del inicio del conflicto armado– compraba casi todo el combustible a Rusia y que ahora ha tenido que optar por la compra de gas natural licuado desde otros países del mundo, principalmente Estados Unidos.
“Las previsiones anticipan que el crecimiento continuo de las exportaciones netas, incluyendo las de instalaciones de exportación de gas natural licuado (GNL), ejercerá presión adicional sobre los precios del gas natural este invierno», decía la Comisión Reguladora Federal de Regulación de Energía de Estados Unidos (FERC, por sus siglas en inglés) dentro de un reporte.
México verá afectado su consumo, toda vez que la mayoría del gas –la principal fuente de generación eléctrica– se importa desde el mercado estadounidense, que ha aumentado sus envíos a Europa. La estatal CFE ya ha reportado aumentos en las partidas que destina a la compra del gas y ha dicho que este factor se ha convertido en una de las principales razones de las pérdidas registradas en los últimos meses.
Los futuros del gas para entrega en enero y febrero se sitúan en los 6.4 y 6.2 dólares por millón de btu, respectivamente. Los contratos de futuros para los meses siguientes se mantienen por debajo de los 6 dólares, a medida que se prevé aumenten las temperaturas, se disminuya el uso del combustible y aumenten las reservas de gas.
El principio en los aumentos del gas –que por años se colocó como el combustible más asequible– se dio durante la recuperación de los momentos más álgidos de la pandemia. De pronto, el aumento en la demanda –sobre todo desde Asia– chocó con una baja en la oferta del combustible, después de que los niveles de su producción bajaran, sobre todo en grandes centros productores como Estados Unidos. Antes de la emergencia sanitaria, el gas se cotizaba por debajo de los 2 dólares por millón de btu.
Los analistas anticipaban que los precios de regresarían a sus cotizaciones previas de manera lenta –o al menos cerca de ellas– en el verano pasado, pero la guerra en Europa del este cambió el curso del mercado.