La poca movilidad social y comercial de los últimos años redujeron la demanda de energéticos en la región.
La producción mundial de energía se ha mantenido en crecimiento constante, pese a que los efectos de la pandemia impactaron al sector durante los últimos dos años porque las inversiones en diversos proyectos se detuvieron. Este panorama también se agravó por los conflictos bélicos en Europa del Este al sumar la escasez de combustible y el incremento en precios por la interrupción en el suministro.
América Latina no se ha salvado de los cambios ocurridos en el sector energético global durante los últimos años, ya que la poca movilidad social y comercial redujo la demanda de energéticos en la región. Deloitte analizó el impactó en los mercados de Argentina, Perú, Colombia, y México, países que han invertido en el sector de hidrocarburos, además de que en estas últimas dos naciones las exportaciones de dichos combustibles son la fuente principal de ingresos al estado.
México, particularmente, enfrenta varios retos dentro del sector: incrementar la capacidad de refinación del petróleo al interior, diversificar la matriz energética para invertir en más fuentes renovables, evitar las presiones inflacionarias ante el alza de los precios en energéticos y volver más dinámico el sector petrolero mediante la inversión en exploración y extracción.
El panorama del sector energético en México para el próximo año incluye la inestabilidad en el marco regulatorio eléctrico, los que trae incertidumbre al sector privado, sobre todo en la inversión sobre energías renovables; la producción de hidrocarburos se mantiene estancada, pese a que el alza de precios puede incentivarla, y finalmente existe riesgo de congelación en licitaciones o retraso en trámites para nuevos proyectos en la materia.
El papel de la generación de energía renovable
El petróleo, gas y carbón se mantienen como los principales combustibles a nivel global, específicamente en la región de Asia Pacífico, que son los mayores productores; sin embargo, las políticas de descarbonización deben tener mayor peso para el uso de fuentes renovables a través de la adopción de políticas y metas de reconversión productiva.
Los esfuerzos por generar electricidad mediante fuentes renovables y disminuir la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) se han visto reflejados en cifras, puesto que en el 2000 la participación mundial era de 18.3% y en el 2020 llegó a 27.7%, siendo la energía hidroeléctrica predominante por encima de la eólica y solar. China, Estados Unidos, Brasil, Canadá e India son los países que cuentan con mayor tecnología para este propósito.
La oferta energética proveniente de fuentes renovables en América Latina se mantiene al alza ante la necesidad de consumo. Colombia ha logrado que esta generación ocupe un lugar más grande dentro del suministro total, mientras que en México y Perú esta participación se ha reducido, ya que los hidrocarburos continúan con un papel importante dentro de la matriz energética total.
En Argentina, Colombia, México y Perú —los países analizados por Deloitte en la región— los planes para cumplir con acuerdos internacionales alineados a los objetivos de reducción de GEI y de producción de energía renovable se vieron atrasados por la pandemia a causa del aplazamiento de nuevos proyectos e incertidumbre en los marcos regulatorios.
Sin embargo, Colombia y Perú tienen una notable participación en cuanto al uso de energías renovables en la generación de electricidad, de manera que cerca del 60% de esta generación proviene de energía hídrica, pese a que durante la pandemia hubo un retraso en la cadena de suministro. Asimismo, Colombia es uno de los países que atraen más inversión en esta materia dentro de la región.
*Por Valeria Vázquez
Socia Líder de Energía y Recursos de Deloitte Spanish Latin America
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