Ciudad de México. ¿Algún día se acabará el petróleo en el mundo?, es una interrogante que flota en el ambiente desde hace décadas. Incluso, a mediados del siglo pasado se preveía que se agotaría antes del fin de esa centuria, y no sólo no ocurrió, sino que desde entonces se han seguido encontrando y explotando yacimientos en el planeta.
Según Jorge Ancheyta Juárez, investigador del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y gerente en esa instancia de Productos para la Transformación de Crudo, es casi imposible determinar un lapso que marque el fin de ese hidrocarburo de origen fósil.
Desde hace más de 30 años, he escuchado que se acabará en tres décadas, y si hoy se lo preguntan a alguien, dirá que dentro de 30 o 50 años. Aún hay mucho petróleo en el subsuelo, y entre más se busca, más se encuentra. Lo cierto es que algún día se acabará, pero la fecha precisa no se sabe.
<<Hay mucho>>
El ingeniero químico petrolero y docente del Instituto Politécnico Nacional (IPN), del cual es egresado, asume que, más que agotarse, ese recurso se dejará de utilizar ante la necesidad de emplear energías renovables. Pero el petróleo no se va acabar; hay mucho.
Originario de Ciudad Hidalgo, Chiapas, Ancheyta fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias 2020, en el campo de Tecnología, innovación y diseño, reconocimiento que, sin embargo, se dio a conocer apenas a principios de diciembre pasado en el Diario Oficial de la Federación.
Tal distinción, la mayor que otorga el gobierno mexicano a científicos e investigadores nacionales, le fue concedida por sus contribuciones al avance de la investigación y desarrollo tecnológico en la industria de refinación del petróleo, así como por su liderazgo en la formación de recursos humanos especializados para la industria petrolera.
En específico, se le reconoce por su investigación pionera a escala mundial en el área de mejoramiento de crudos pesados, así como en el escalamiento de prototipos catalíticos generados en proyectos de investigación, como el catalizador IMP-DSD-30, con el cual se hace posible la obtención de diésel de ultrabajo azufre (UBA), que derivó en la creación de la primera planta de catalizadores en el país.
En entrevista con La Jornada, el especialista destaca que el mejoramiento de crudos pesados es un tema muy importante para México, debido a que más de 50 por ciento de la producción nacional es de esa clase y ninguna de las refinerías, a excepción de la recientemente inaugurada en Dos Bocas, la Olmeca, tienen la capacidad para procesarlos de forma completa.
Respecto de esa nueva refinería, negó que se trate de un elefante blanco, como muchos sectores la han señalado; por el contrario, resalta su importancia para el desarrollo de nuestra nación.
Está diseñada para procesar al cien por ciento el Maya, que es el crudo pesado mexicano. Si no existiera esa refinería, la autosuficiencia energética no se daría, porque no podemos en las demás cumplir con toda la demanda que tiene el país de diésel y gasolina, argumenta.
“En años anteriores la importación de diésel y gasolina era cercana a 50 por ciento, ¿cómo se puede explicar que un país dentro del top 15 de productores de petróleo esté importando gasolina? La respuesta es, en parte, porque no teníamos una refinería adecuada donde procesar el crudo pesado que producimos. La Olmeca está diseñada para ello. Va a reducir la importación, esperemos, a cero.”
De pesados a ligeros
Ancheyta Juárez refiere que el petróleo, en general, es líquido, pero dependiendo de su calidad puede ser muy viscoso y denso, incluso semisólido a temperatura ambiente, similar al chapopote, lo cual dificulta su extracción de los yacimientos por medios naturales, motivo por el que se le denomina crudo pesado.
Precisamente, una de sus principales contribuciones ha sido el desarrollo de tecnologías para transformar esa clase de crudos en ligeros y, con ello, no sólo facilitar su transporte, sino mejorar su calidad y poder alimentar a las refinerarías que no fueron diseñadas para ese tipo de producto.
Es un desarrollo tecnológico que empecé en 1995 y que patenté en 1999, pero aún no hemos llegado a la aplicación industrial. Estamos en su etapa de promoción, hace unas semanas vinieron unos ecuatorianos y se interesaron en él. Tratamos de comercializarlo a nivel internacional, indica.
Falta movilidad
Cuando se agota la presión existente debajo de los pozos, el crudo, si es pesado, no puede salir, porque no tiene movilidad. Esos son los crudos que convertirmos en ligeros y así ya se pueden mover y refinar, e incrementan su valor; se les quita azufre y aumenta la cantidad de gasolina y diésel que pueden producir.
El investigador agrega que hoy día desarrolla, en colaboración con la Universidad Federal de Kazán, Rusia, un proyecto para aligerar el crudo pesado dentro de los yacimientos, a fin de aumentar el factor de recuperación, pues llega el momento en que por la densidad del petróleo no puede extraerse.
Es un proyecto pensado en la transición energética y en la no dependencia de combustibles fósiles, aclara. Detalla que está basado en una reacción denominada acuatermólisis catalítica, la cual consiste en una especie de reactor natural que trabajará a partir de inyectar vapor de agua en el yacimiento y un catalizador, aún en desarrollo.
Merecedor de numerosos reconocimientos nacionales e internacionales, otro de los proyectos relevantes de Ancheyta Juárez es el catalizador IMP-DSD-30, que posibilita la desulfuración del diésel y permitirá a Pemex cumplir su compromiso de surtir del de clase UBA a todo el país en el primer minuto de 2025.
El mayor inconveniente con ese producto es que en México no existía una planta para fabricarlo –de hecho, todos los catalizadores que utiliza Pemex para ese fin provienen del extranjero–, por lo que el investigador promovió una planta en el país que se encargará de producir ése y otros catalizadores.
El compromiso, afirma, es que esa planta esté lista en agosto próximo y comience a operar antes de fin de año, siendo el catalizador para diésel UBA el primero en ser fabricado.
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