Más allá de que se dio una «tormenta perfecta», con menor provisión de Bolivia, el mayo más frío desde 1980, las inundaciones en Brasil y la postergación de la obra pública en la transición entre los dos gobiernos, lo cierto es que todo el sector en Argentina coincide en que la crisis se dio por un factor fundamental: la falta de planificación de las importaciones.
Más allá de que se dio una «tormenta perfecta», con menor provisión de Bolivia, el mayo más frío desde 1980, las inundaciones en Brasil y la postergación de la obra pública en la transición entre los dos gobiernos, lo cierto es que todo el sector en Argentina coincide en que la crisis se dio por un factor fundamental: la falta de planificación de las importaciones.
En mayo de este año se importaron tan solo dos buques de GNL en el puerto de Escobar. El 31 llegó el tercero, pero recién comenzó a inyectar en junio. El año pasado, sólo en mayo, habían llegado siete barcos.
Hasta la crisis vivida la semana pasada, la actual gestión de la Secretaría de Energía había licitado 20 barcos. El año pasado se compraron 42. Pero luego, esta gestión, en medio de la crisis, salieron con una tercera licitación, por 8 barcos más, al mismo tiempo que compraron un barco a Petrobras de manera directa, sin previa licitación, algo completamente atípico para una empresa pública como es Energía Argentina.
Después del barco que llegó el viernes pasado, en el sector repiten que ahora comienza a llegar «un buque cada 3 días», lo cual va a ayudar a que el sistema no vuelva a estar tan al límite.
Este lunes llega otro que había quedado del año pasado. Las próximas llegadas están programadas para el 6 de junio, el 9, el 13, el 19 y el 25. De momento, nadie del sector puede descartar una nueva crisis. Se espera que a mediados de junio haya una nueva ola de frío.