Todas las energías renovables, juntas, durante la primera década del siglo XXI alcanzaron un promedio de menos del 20 por ciento de la participación en el consumo global final de energía; los hidrocarburos por el 80 por ciento,
la nuclear con menos del 3 por ciento. En 2008 se calculaba hasta un 13 por ciento de biomasa tradicional (madera y desechos animales); la hidroeléctrica 3.2 por ciento; entre la geotermia, solar y eólica un 0.7 por ciento; los biocombustibles participaron con un 0.6 por ciento.
Al día de hoy 85 países han implementado programas y objetivos mensurables para el desarrollo de energías renovables; en Suecia se logró por primera vez que la biomasa generara mayor energía que el petróleo. En 50
países existen plantas procesadoras de biocombustibles y crece el interés y la inversión en todo el mundo.
La sustentabilidad de la bioenergía es vital para reducir los costos medioambientales de la combustión de hidrocarburos y los gobiernos plantean desarrollar esquemas de mercado para incrementar su utilización. Se
sabe ya que Petróleos Mexicanos (Pemex) incrementará su demanda de bioetanol ybiodiesel en forma permanente para la oxigenación de sus propios combustibles.
Entre 2011 y 2012 Pemex calculaba que requerirá de 986 millones de litros de bioetanol y 17.4 millones de litros de biodiesel, que en México no se producen en cantidades suficientes, por lo que hay un amplio nicho de
oportunidades, además de que a nivel internacional la demanda crece también, sobre todo en Estados Unidos donde se exige el cumplimiento de normas ambientales más estrictas.
Ya desde la época de la II Guerra Mundial, Japón desarrolló combustibles orgánicos a través de oleaginosas; en las selvas del Amazonas existe un árbol cuya sabia puede ser utilizada directamente en un vehículo diesel.
Hoy la investigación y el desarrollo tecnológico buscan las mejores alternativas para el aprovechamiento integral de la biomasa natural, residual y cultivada, en términos energéticos.
El programa brasileño de bioetanol sentó precedentes y metodologías que demostró ya las posibilidades de crecimiento industrial de los biocombustibles y sus ventajas económicas y medioambientales.
Sus detractores han dicho que el fomento de los biocombustibles reduciría los cultivos para alimentos y que, cuando menos, la producción en grandes volúmenes deberá presentar un balance energético positivo: esto es, que la energía obtenida sea superior a la invertida en la producción del cultivo base para su fabricación.
El punto más débil para el desarrollo de una industria agroenergética lo constituye, precisamente, su dependencia de los combustibles fósiles por lo que, argumentan, el resultado final del proceso resultaría equivalente
sólo a un pequeño aumento del rendimiento energético del petróleo.
El gobierno federal mexicano, por su parte, considera, a través de documentos de la Secretaría de Energía (Sener) y de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), que los biocombustibles son una oportunidad de negocio en México, tanto para las grandes empresas como para el pequeño empresario agrícola a través de la producción de caña de azúcar, maíz, remolacha, sorgo dulce y grano en el caso del bioetanol; y de la palma de aceite, higuerilla, grasas animales y aceites vegetales son usados para
producir biodiesel.
En el primer caso se puede producir a partir de los residuos sin merma de la parte que correspondería al consumo humano o animal; en el caso del biodiesel, algunos cultivos pueden crecer en suelos de baja productividad para aprovechar tierras ociosas con el objetivo de no afectar las tierras destinadas para la producción de alimentos.
Incluso los municipios podrían aprovechar la gestión del biogás de los desechos orgánicos de la basura. Conforme a la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos, éstos se definen como los combustibles obtenidos de
La sustentabilidad de la bioenergía es vital para reducir los costos medioambientales de la combustión
de hidrocarburos La palma de aceite, grasas animales y aceites vegetales son usados para producir biodiesel. biomasa proveniente de materia orgánica de las actividades agrícola, pecuaria, silvícola, acuacultura, algacultura, residuos de pesca, doméstica, comerciales, industriales, de microorganismos y de enzimas, así como sus derivados producidos por procesos tecnológicos sustentables.
En México la Universidad Autónoma Metropolitana, por ejemplo, ha llevado a cabo amplios programas de investigación de microalgas para uso en biocombustibles con resultados muy prometedores, ya que se ha logrado trabajar en grandes volúmenes y con un costo de producción económico. En poco más de cinco años de investigación se ha obtenido una amplia colección de microalgas provenientes de diversas regiones del país y al laborar con cepas nativas se descartó la introducción de especies exóticas del extranjero.
La biomasa algal es susceptible de utilizarse para bioenergéticos, biofertilizantes, suplementos alimenticios para animales o en aplicaciones farmacéuticas; el cultivo de microalgas es una alternativa ideal, manifestó la maestra en Biología Mónica Cristina Rodríguez Palacio, adscrita al Departamento de Hidrobiología de la Unidad Iztapalapa.
Destacó que el cultivo de algas, a diferencia de otros, sólo requiere de espacios pequeños, no compite con la agricultura de productos de la canasta básica; ahorra recursos naturales al requerir sólo de luz solar, dióxido
de carbono (CO2) y agua para producir una biomasa en poco tiempo. Asimismo, son viables en terrenos infértiles donde se pueden instalar estanques de acuacultura con agua potable o residual municipal.
Este hecho, comentó, brinda un doble beneficio al ambiente, porque al remover nutrientes que producen problemas en el momento del depósito final del agua residual, se obtiene una biomasa algal susceptible de utilizarse para productos bioenergéticos, biofertilizantes, suplementos alimenticios para animales o
en aplicaciones farmacéuticas, entre otras.
La profesora del Laboratorio de Ficología Aplicada trabaja de manera conjunta con el maestro en Ciencias Cruz Lozano Ramírez y el maestro en Biología Sergio Álvarez Hernández en el proyecto Transferencia de tecnología de cosecha y producción de microalgas para obtener aceites para biocombustibles y productos alimenticios, y en colaboración con la Universidad Iberoamericana de Puebla y con el patrocinio de la Fundación Produce, Puebla, desde el 2010 han realizado cultivos mayores a los 16 litros hechos en laboratorio por limitación de espacio.
Una de las tres plantas piloto experimentales que existen el país fue construida ex profeso con materiales económicos para facilitar la transferencia tecnológica a quienes deseen producir en mayor escala microalgas con fines de producción de biocombustibles o suplementos alimenticios.
Ahí se instalaron estanques de 300 y tres mil litros tipo “raceways” y biorreactores de bolsa tubulares de 70 y 80 litros donde se cultivan estas especies de microalgas que han ofrecido mejores resultados para la futura elaboración de biocombustibles, cuyo proceso aún no realizan, como la Scenedesmus quadricauda, Scenedesmus
domorphus y Chlorella vulgaris, de las cuales han logrado producciones de cuatro gramos por litro. El objeto es lograr un medio de cultivo adecuado para obtener una alta producción de biomasa en corto tiempo.
A diferencia de los cultivos terrestres que tardan hasta seis meses, las microalgas posibilitan cosechas cada ocho o diez días; su pérdida por algún tipo de contingencia se recupera en una semana, a diferencia de los tres meses del cultivo agrícola.
Estos proyectos de investigación y desarrollo fueron ya presentados desde el 2010 en la ciudad de Cancún Quintana Roo, durante el II Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Biotecnología Ambiental y Algal (SOLABIAA) en el que participó el International Society of Enviromental Biotechnology, el Instituto Nacional
de Ecología y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Y seguramente darán mucho de qué hablar en los eventos internacionales para este año, donde se presentará lo más avanzado de la investigación mundial en materia de biocombustibles, como el de abril en Bologna, Italia,
en el Enviromental Microbiology and Biotechnology Conference; y el XV Simposium y Exhibición Internacional de Biotecnología que se celebrará en Daegu, Korea, en el mes de septiembre, bajo los auspicios de la Unión
Internacional de Química Básica y Aplicada (IUPAC, por sus siglas en inglés).
Porque, a pesar de las opiniones encontradas y las controversias, los biocombustibles nunca dejarán de ser una importante alternativa energética en un mundo donde el petróleo convencional comenzará a escasear y a requerir de inversiones cada vez mayores, una vez que, como opinan algunos expertos, hemos alcanzado
ya el Pico de Hubbert y la producción mundial de hidrocarburos empezará a declinar.