La tercera refinería más grande del país opera al 23.3% de su capacidad, evidenciando la crisis del sistema de refinación y el rezago en la meta de autosuficiencia energética.
La refinería de Minatitlán, una de las siete que integran el Sistema Nacional de Refinación, opera en niveles mínimos no vistos en casi dos años. En mayo de 2025, procesó apenas 66,500 barriles diarios de crudo, el volumen más bajo desde septiembre de 2023 y equivalente a solo 23.3% de su capacidad instalada, de acuerdo con cifras oficiales de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Ubicada en el sur de Veracruz, la refinería General Lázaro Cárdenas —como se llama oficialmente— tiene una capacidad de procesamiento de 285,000 barriles por día, según su ficha técnica. Sin embargo, su bajo desempeño refleja las limitaciones técnicas y estructurales que arrastra el sistema refinador nacional, así como las presiones sobre Pemex para mantener activos complejos que operan muy por debajo de los niveles óptimos.
Minatitlán fue durante años una de las refinerías de mayor peso para Pemex. Hoy se ha convertido en la que registra el menor porcentaje de utilización, incluso por debajo de Olmeca, la planta recién incorporada en Dos Bocas que aún no alcanza operación plena y que trabaja a alrededor del 32% de su capacidad.
El complejo fue inaugurado en 1956 con una capacidad inicial de apenas 50,000 barriles diarios. A lo largo de casi siete décadas ha atravesado diversas modificaciones y reconfiguraciones para alcanzar su nivel actual. No obstante, los esfuerzos por mantenerla operativa han resultado insuficientes.
En 2019 se reconocía públicamente su estado crítico, con el compromiso de una inversión de 4,000 millones de pesos para su rehabilitación. Tres años después, Pemex reportaba haber canalizado 37,000 millones de pesos, aunque los resultados aún no se reflejan en la eficiencia de la planta.
Con los 66,500 barriles de crudo que procesó en mayo, el complejo veracruzano produjo 75,300 barriles diarios de petrolíferos. De esa cantidad, 18,738 fueron gasolinas, 14,453 diésel y 22,814 combustóleo, además de otros productos como gas y coque. Un volumen insuficiente para aportar de forma significativa a la demanda interna, y que mantiene la dependencia de importaciones.
“La crisis que vive el sistema nacional de refinación del país mantiene lejos la meta de la tan prometida autosuficiencia energética”, apuntó Gonzalo Monroy, socio director de la consultora GMEC.
Pero, ¿qué falla?
Parte del problema tiene que ver con el tipo de crudo que se le suministra. Ramsés Pech, analista energético y socio de Grupo Caravia, explicó que Minatitlán fue diseñada para procesar crudo ligero, pero actualmente se le inyecta crudo pesado, menos adecuado para esta infraestructura.
“La calidad del crudo que llega a esa refinería no es la adecuada para maximizar la producción de combustibles. Si el crudo no cumple con los estándares necesarios, el impacto es considerable, sobre todo en una planta que ya se encuentra en un estado deteriorado y a la que no se le ha invertido lo suficiente”, puntualizó.
A esta incompatibilidad técnica se suma el deterioro de los equipos clave. “Nada, absolutamente nada funciona bien. No funciona la coquizadora, ya han intentado incluso operar en ciclo simple o con el segundo tren, que es el de diésel, pero tampoco está jalando”, advirtió Monroy. “Es como querer acelerar un auto desvielado”.
La caída en el procesamiento no solo reduce la producción disponible de combustibles, sino que también presiona los costos operativos. Monroy destacó que para que una refinería sea rentable debe operar entre el 90 y 95% de su capacidad. Procesar por debajo del 25% compromete la eficiencia técnica y financiera de cualquier instalación de este tipo.
¿Hay algo por hacer?
Aunque rehabilitar la refinería de Minatitlán es técnicamente posible y permitiría aumentar su capacidad operativa, Monroy explicó que el proceso requeriría inversiones millonarias y el paro total del complejo durante varios meses, un costo que el gobierno no está dispuesto a asumir.
“Todavía se puede hacer algo, pero el gran problema es que, mientras más tiempo la hagan trabajar a marchas forzadas, más costoso y más tardado será ponerla a funcionar como debería”, advirtió.
Minatitlán no es un caso aislado. Aunque Pemex ha destinado recursos a sus seis refinerías tradicionales, ninguna ha logrado operar cerca de su capacidad máxima. La falta de mantenimiento oportuno, la antigüedad de los equipos y los desajustes entre la oferta de crudo y la configuración técnica de las plantas se han vuelto constantes.
“Con este sueño de la autosuficiencia energética, lo que se busca es incrementar la producción de refinados. Si se cierra la refinería por tres meses —aunque probablemente sean seis—, esos productos van a dejar de producirse y habrá que importar más”, dijo Monroy. “Es un problema que cada día le va a costar más a Pemex resolver”, agregó.
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