Los legisladores alistan ya la ley reglamentaria para concretar lo que se ha denominado “La Madre de todas las Reformas”: La energética. De hecho han manifestado que su discusión y aprobación será el tema de mayor importancia para la próxima Legislatura, que inició sesiones el 1 de febrero, pues están emplazados a sacarla en 90 días.
Es indiscutible que al país le urge una nueva política energética, que esté orientada al aprovechamiento de nuestros recursos en beneficio de la sociedad, una política que reactive la economía y la cadena productiva, que está paralizada. Es indiscutible que el modelo actual está obsoleto, está infestado de corrupción y que ya no funciona.
Esperemos que con la importancia que el tema lo demanda, los legisladores tomen con calma y mucha responsabilidad la discusión y aprobación de las Leyes Secundarias de la Reforma Energética, pues como es sabido está en juego el patrimonio de México.
Los mexicanos aún no salimos del asombro al ver la premura con que se discutió y aprobó la Reforma Energética, donde los “arreglos” políticos estuvieron por encima del debate y el consenso. Independientemente de calificar si el modelo aprobado y promulgado fue el mejor, nos quedamos con la sensación de que un tema de tanta relevancia haya pasado por un proceso legislativo desaseado.
También sorprende que ciertos “candados”, que incluía la iniciativa del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y que promovió tanto para garantizar que la soberanía de la nación sobre el petróleo estaba a salvo, fueran desechados en el dictamen final aprobado, como el que no se tocaría la producción y la renta petrolera, entre otras cosas.
Insistimos, no estamos descalificando el proyecto final, sino el procedimiento con el que fue aprobado. Tendremos que realizar una amplia consulta con los especialistas para hacer un balance de la Reforma, aunque los expertos opinan que la esencia de ésta se definirá en la legislación secundaria.
Por ello, insistimos en que los legisladores se lo deben de tomar con calma para que el siguiente paso se dé en un marco de amplio debate, que incluya los diferentes puntos de vista y con la mayor transparencia posible.
Es un hecho que el sector requiere de inversión y que la participación privada es importante; sin embargo, los mexicanos no hemos tenido buenas experiencias con las privatizaciones, como fue el caso de la banca y la telefonía, entre otros, donde la sociedad sigue padeciendo servicios caros y malos.
Por eso, es importante que la apertura de este sector estratégico para el desarrollo del país, sea regulada con amplia visión y transparencia, para obtener los grandes beneficios que la clase política nos ha prometido a los mexicanos.