Estados Unidos vive una “Revolución Energética”, que hoy día lo sitúa entre los mayores productores de petróleo y gas en el mundo
Los Estados Unidos (EU) viven una “Revolución Energética”. Este suceso ha sido posible debido a la tecnología de fracturación hidráulica conocida como fracking, que está permitiendo a la Unión Americana elevar su producción a niveles históricos (9.55 MMb/d en mayo de 2015), lo que hoy día lo sitúa entre los mayores productores de petróleo y gas en el mundo, con Arabia Saudita (10.57 MMb/d mayo 2015) y Rusia (10.78 MMb/d en mayo 2015) a la cabeza.
Si bien en términos absolutos la producción de EU queda ligeramente debajo de los otros dos, esto se modificará en breve, pues la tasa de crecimiento de las lutitas en EU es mayor y la meta ya ha sido establecida para el 2020, la cual en un escenario alto podrá alcanzar la cifra de 13.3 MMb/d.
A nivel de la economía de los EU los cambios han impactado a variables fundamentales como la producción e importaciones nacionales de gas y petróleo que, con un modesto crecimiento en la demanda nacional, han permitido revertir las tendencias históricas de estas variables que se consideraban inmodificables y que hubieran llevado a una dependencia casi total de las fuentes del exterior para el 2020. Ahora, para ese año se estima, en cambio, un fuerte crecimiento en la producción de crudo nacional procedente de las formaciones de lutitas (tight) con una caída en las importaciones netas de crudo y un crecimiento en las exportaciones netas de derivados del petróleo, en todos los escenarios.
Para el caso de referencia, el nivel máximo de la producción de crudo se alcanzará en el 2020, teniendo como contraparte las importaciones que conseguirán su menor nivel en ese año. Ver el gráfico correspondiente (gráfico 2).
El gas natural se vuelve dominante en las exportaciones, si bien EU aún sigue importando combustibles líquidos.
Los EU transitan de una condición de modesto importador de gas natural a una de exportador neto del mismo, para el 2017.
De acuerdo al último informe de Energy Information Administration, las importaciones y exportaciones encuentran un balance en el 2028 en el caso de referencia del informe del DOE del 2015. Teóricamente se habría alcanzado la históricamente añorada “Independencia Energética”.
Si bien éste sería un logro de la administración de Barack Obama, como objetivo éste no necesariamente es compartido por especialistas y tanques de pensamiento de EU, ya que hay quien considera que en un mundo global no debería aspirarse a la “independencia”, sobre todo cuando no resulta la mejor opción económica.
En cambio proponen contar con diversas alternativas al interior de la economía norteamericana, por lo que el poder elegir combustibles, debería ser el objetivo a alcanzar.
Con los combustibles no convencionales, los EU se convierten en el nuevo centro de gravedad que aspira a volverse un exportador neto para el 2030. La exportación del gas de lutitas será a través de la modalidad de Gas Natural Licuado (GNL), con la cual se pretende el dominio de las rutas comerciales de los mercados globales, en el comercio de la energía del futuro.
En la medida que aumenta la producción de gas en EU se reconvierten las plantas de importación de GNL, a plantas de exportación del combustible. Esto tanto en EU como en Canadá. En el caso de México, hay planes para convertir la región del Pacífico Sur en una plataforma de exportación de GNL hacia los mercados asiáticos.
Al aumentar la producción de shale y alterar la dirección de los flujos del petróleo y productos petroleros, se generan cambios en políticas y regulaciones internas (en EU) a fin de ajustar la actual infraestructura a la nueva realidad. Por ejemplo, se discute la pertinencia de mantener o no la reserva estratégica (SPR). En el Congreso de ese país se debate sobre la necesidad de quitar la restricción a las exportaciones de petróleo.
En materia de transportes se revisa la seguridad para mejorar el sistema ferroviario para el transporte de crudo en el país. También la Ley Jones (de Navegación y Marina Mercante), se modifica debido a la necesidad de movilizar mayores volúmenes de petróleo que se ven limitados por el hecho de que esta ley estipula que la navegación de carga entre los puertos de EU, sólo puede ser movida por barcos de EU, que hayan sido construidos en EU, que tengan bandera de EU y que sean tripulados por ciudadanos de ese país.
Este nuevo panorama para la economía de la energía, a partir del auge de la producción nacional, sirve de base para el rediseño de su geoestrategia energética a nivel global desde una posición de fuerza.
La mayor capacidad energética que significa contar con grandes recursos no convencionales, representa la oportunidad para dejar atrás el problema de seguridad nacional derivado de la alta dependencia del petróleo, para pasar a una situación en la que mejora su seguridad energética (al incrementar la capacidad de resilience), que dada su perspectiva global en materia de política exterior, conduce a involucrarse más en la seguridad energética mundial para favorecer sus intereses económicos.
Así la situación de bonanza es interpretada como la oportunidad de fortalecer el liderazgo general de los EU a nivel mundial, y de modificar la geopolítica global en su favor a partir del aumento en la producción y el comercio internacional bajo la modalidad del GNL. Esto modificará los patrones tradicionales de comercio.
La estrategia mundial de EU
La estrategia internacional de EU está asociada a la diversificación de fuentes de suministro distintas a la de los integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En el tiempo esta estrategia ha derivado en una menor participación de esta organización en el mercado petrolero mundial.
En los momentos actuales dicho organismo ha tenido que dejar de utilizar en un volumen importante su capacidad de producción, como fue en mayo de 2015 cuando de una capacidad total de 37.55 MMb/d, sólo colocó en el mercado un volumen de 32.11MMb/d.
Ante bajas en la demanda global, la situación del mercado internacional ha derivado en la existencia de un excedente de alrededor de 3MMb/d, haciendo colapsar el precio del petróleo. El repliegue de la OPEP será por una década más, hasta que empiece la declinación de la producción de energías no convencionales en el mundo.
En un claro desafío a reducir la importancia geográfica del Heartland (región así denominada por el geopolítico Halford Mackinder, y que incorpora a Asia Central y Europa Oriental), la geoestrategia de los EU se dirige a desarrollar fuentes de energía en la Cuenca del Atlántico, espacio geográfico hacia donde se extiende el proyecto del gas de lutitas, en consonancia con el proyecto económico del Transpacífico, a fin de favorecer el clima de inversiones para los estadounidenses y corporaciones de otros países.
Con éste también se ve la posibilidad de exportar el gas de lutitas a los mercados asiáticos (Japón, Corea del Sur e incluso China) que constituyen grandes mercados, los más dinámicos, a la par que llevarán el liderazgo en el desarrollo de otros combustibles en la región de la Cuenca del Atlántico.
También, en términos de geopolítica se espera fortalecer su capacidad competitiva frente a Rusia, impactar con exportaciones masivas el mercado europeo y, en particular, el noruego. Con ello los EU se involucran desde una posición de fuerza en los mercados energéticos mundiales. El objetivo europeo resulta de las preocupaciones en torno a la seguridad energética del continente, derivada de la dependencia del gas ruso, bajo el supuesto de que éste último usa la energía con fines políticos. Por ello, la geoestrategia del shale va dirigida justamente a debilitar la participación rusa en el abastecimiento del mercado europeo. Esto es posible al convertirse EU en proveedor de gas y carbón, que, de hecho, ya está siendo sustituido por gas shale en los EU, lo que le permite exportarlo al mercado europeo.
Así a través de las nuevas rutas comerciales del GNL se incorporan los Estados Unidos al mercado energético como el líder que promete modificar con sus exportaciones, sus inversiones y su participación el diseño de las regulaciones energéticas en otros países.
La participación de América del Norte y México
Un papel central en la anterior estrategia lo jugará la región de América del Norte. Se trata de convertirla en una potencia económica (Powerhouse) incluyendo el potencial de recursos no convencionales existentes en EU y Canadá, dando lugar a un nuevo paradigma caracterizado por la abundancia de recursos, muy lejos de los escenarios del peak oil.
Con ello los EU logran mejorar su competitividad económica con los beneficios derivados en la baja de precios del gas. También, mayor flexibilidad en el diseño de su política exterior para desplegar una política exterior de alcances mundiales. Elevando la producción a niveles récord, a partir de combustibles convencionales y no convencionales, EU entiende que puede contribuir a “estabilizar mercados” de energía regionales y globales mediante una estrategia continental unificada en materia de seguridad y energética.
Como parte de ello busca alentar el flujo de capitales para inversiones en el sector energético. Se propone la continentalización de la infraestructura energética, el comercio transfronterizo, así como al interior de la región de América del Norte, y para exportaciones fuera de la misma.
Históricamente la seguridad energética de EU se ha visto favorecida por la vecindad geográfica de Canadá y de México, que han sido abastecedores de hidrocarburos y son parte del TLCAN, a través de la cual se ha impuesto un marco jurídico para garantizar rentabilidad y certeza jurídica a las inversiones privadas trasnacionales.
El elemento adicional para favorecer la seguridad energética de EU y el reposicionamiento hegemónico de EU a nivel mundial a los mencionados, es la actual propuesta de Integración energética de América del Norte, denominada North American Union, con la que se pretende maximizar la producción de hidrocarburos de la región, así como alinear a sus dos vecinos a otros objetivos de su política exterior.
A partir de la producción de EU, de Canadá (de 3.6 MMbd (2015), podría aumentar a 4.3 MMbd) y, de México, al avanzar la reforma energética, se hará de América del Norte un fundamento para “la seguridad energética global”. A partir de las reservas de Canadá y de EU, “la región” logrará el potencial para convertirse en la próxima potencia energética, sobrepasando al Medio Oriente.
Pese a que se espera que a partir de la Reforma Energética, México podría elevar su plataforma de producción a 90 trillones de BTU para el 2017 y/o expandir su producción a 3.7 MMb/d para el 2040, hasta ahora, la realidad productiva viene desdiciendo estas pretensiones. La propuesta continental es, incluso, que México se convierta en un futuro importador de crudo y de gas de los EU.
En el caso de México el potencial es incierto para la explotación de combustibles no convencionales del lado mexicano de Eagle Ford, la existencia es de recursos prospectivos que no han logrado convertirse en reservas probadas. Pese a lo anterior, el proyecto avanza y es claro que la explotación de estos recursos quedará a cargo de las propias empresas estadounidenses, que empezarán a desarrollarlos, después del 2020.
La estrategia para hacer de América del Norte una potencia se ha venido armando a medida que la producción de lutitas aumenta en los EU y se constata el poder que confiere el potencial de recursos. Sin embargo, en América del Norte sus alcances para el desarrollo equitativo de la región son limitados en la medida en que no hay un objetivo de construir algo semejante a la Unión Europea en materia energética. La integración del mercado energético de América del Norte no pretende la homologación de economías, ni la adopción de directivas y reglas, como en la UE, la idea es simplemente un mecanismo que haga compatibles los sistemas energéticos de los tres países.
Conclusión
Se diseña un nuevo escenario internacional como parte de la geoestrategia de los EU basada en la producción de combustibles no convencionales que impacta la esfera económica, así como la geopolítica internacional. México forma parte de la misma a través del proyecto continental de América del Norte. Su impacto sobre la nación se dejará ver no sólo en las presiones para implementar la producción de no convencionales a través del fracking, sino como parte de la estrategia de construir plataformas de exportación de GNL a los mercados asiáticos y mundiales.
Las implicaciones en México podrían verse en términos de control de territorios, de apropiación de terrenos y otros impactos geopolíticos de los que quizá no seamos del todo conscientes los mexicanos. De aquí la necesidad de su seguimiento.