La economía nacional no sólo padecerá una contracción del gasto público, en su mayoría asociado a la inversión de pemex, también tendrá una menor inversión privada
La reforma energética llegó a México en un mal momento, pues en su planeación no se pensó que los precios internacionales del crudo iban a caer ni que la situación geopolítica cambiaría, y la nueva Dirección General de Petróleos Mexicanos (pemex), encabezada por José Antonio González Anaya, tiene el reto de administrar una empresa en situación crítica, con un gasto enormemente disminuido, aseveró el doctor Roberto Gutiérrez Rodríguez.
Desde enero de 2011 se observaba una caída en los precios de los commodities, situación que para América Latina empezó a padecerse en los países sudamericanos con la baja de precios en los granos; asimismo, se estaba desacelerando la economía china y las desavenencias entre Estados Unidos y Rusia y dentro del Oriente Medio continuaban, de modo que en algún momento el precio del petróleo igualmente se vería golpeado.
El profesor-investigador de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Roberto Gutiérrez Rodríguez opinó que la designación de un nuevo director general para pemex responde a la necesidad de hacer frente al reto de la reforma energética, ya que implica un cambio de paradigma lo mismo en materia de exploración, producción, transformación, logística y almacenamiento que de competencia con otras empresas y ahorro de recursos.
La paraestatal dejará de controlar total o parcialmente varias áreas, entre ellas el gas natural, la refinación, el almacenamiento, el transporte y lo que antes se llamó petroquímica primaria, en tanto que la exploración y producción las deberá compartir con empresas nacionales e internacionales.
Además, con relación a la Ronda Cero de la reforma energética, consistente en la asignación a la paraestatal de 85 por ciento de las reservas probadas y probables del país, se enfrenta un complicado comportamiento de los precios internacionales del crudo, que descendieron hasta 60 por ciento, entre junio de 2014 y enero de 2015. Ello, hizo ver el especialista, está obligando a la Empresa Productiva del Estado a compartir dichas reservas o transferirlas a la iniciativa privada y, para evitar mayores estragos a sus finanzas, incluso está considerando vender sus activos, a contrapelo del dicho oficial de que “con la reforma no se vendería ni un clavo”.
El académico del Departamento de Economía explicó que dado el entorno internacional, la empresa vio acrecentadas sus pérdidas en divisas a partir de 2015 dejando como único sostén las ventas internas, gracias al congelamiento en un nivel muy alto de los precios de los carburantes, “le tocó un momento muy difícil a González Anaya porque esta problemática también se combina con las dificultades que experimenta la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) al disminuir los ingresos fiscales provenientes del petróleo y que no es posible compensar con las fuentes de recaudación alternativa asociadas a la reforma hacendaria”.
De ahí que a partir de que se inició el descenso de los precios, el gobierno mexicano haya llevado a cabo tres recortes al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF): uno de 123 mil 200 millones de pesos en enero de 2015, equivalente a 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), de los que 68 mil millones debería absorber pemex; otro similar al momento de formular el PEF de 2016, asociado al Presupuesto Base Cero, el cual entró en operación en enero de dicho año, y uno más de 132 mil 300 millones de pesos, también equivalente a 0.7 por ciento del PIB, anunciado el pasado 17 de febrero, de los que 100 mil millones correrán por cuenta de pemex.
Es decir que entre enero de 2015 y diciembre de 2016 se habrá reducido 2.1 por ciento el gasto público respecto al PIB. No debe sorprender que el aplazamiento de aproximadamente 30 mil millones de pesos de dichos recortes durante 2015 esté en el fondo de la presión que ejerció la SHCP para que renunciara el director general anterior, Emilio Lozoya Austin. Apenas nueve días después la Secretaría ya estuvo en posibilidades de anunciar el recorte. “El actual director es un financiero que tiene experiencia en el rubro y tuvo un buen manejo en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero llega a pemex en un momento muy difícil con una deuda externa extremadamente grande: 77 mil millones de dólares, 50 por ciento de la deuda total del sector público, pérdidas anuales de cerca de 20 mil millones de dólares”, y una relación pasivos/activos mayor a cero, incluyendo la deuda laboral, lo que querría decir que el valor en libros de la empresa es negativo, subrayó.
Además, se suma la gestión de una estructura compleja sustentada por 150 mil trabajadores con un producto por persona muy bajo en virtud de la caída internacional de los precios del petróleo; situación que se agrava porque a partir de enero de 2015 y hasta febrero de 2016 los precios cayeron otro 16 por cierto, con lo que la caída acumulada es de 77 por ciento: de 96 a 22 dólares por barril.
“Se espera que el nuevo director general sea un buen negociador y político; no sólo un buen financiero, porque en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se decide sobre el precio internacional del petróleo. Sus 12 países miembros, sin contar Indonesia, que recientemente se reincorporó pero es deficitario, representan 40 por ciento de la producción mundial de este producto, y México debe regresar a la mesa de negociaciones como observador, sin necesidad de que esta tarea la haga el Presidente del país a través de visitas de Estado al Medio Oriente”, manifestó.
El profesor-investigador de la UAM expreso que el verdadero problema del mercado petrolero internacional se vincula a una alta oferta que supera su demanda en 1.5 millones de barriles diarios, y “ahora que Irán se reincorpora con mayor fuerza, debido al levantamiento de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, exportará 700 mil barriles adicionales, lo cual aumentaría la sobreoferta en más de 2 millones de unidades diarias”.
En ese precio se debe plantear no sólo el costo de extracción, que incluye los costos de desarrollo e investigación, sino que se debe tomar en cuenta que la materia prima al salir de la tierra tiene un costo de oportunidad, el cual “según mis propios cálculos haría que el precio ascendería a 28.50 dólares por barril”.
“Podríamos dejar el crudo en la tierra y sacarlo cuando el precio esté más alto”, pero esto no sucede así porque hay empresas a las que les resulta más barato producir que cerrar para mantener ocupados a sus 150 mil trabajadores y a toda la industria asociada. La decisión es social y estratégicamente congruente, pero el director general saliente la desvirtuó, ya que para justificar la dicotomía pérdidas de la empresa-esfuerzo de producción máxima, la cual de todos modos cayó 7.5 por ciento en 2016, se contradijo varias veces. A esto se suma el problema en el manejo de los recortes de la empresa que se reflejó en el sostenimiento de 10 mil trabajadores que debieron haber salido durante 2015.
Empero, hizo ver el doctor Gutiérrez, la SHCP también tuvo serias fallas: no sólo se equivocó con los precios presupuestados, sino que informó mal a la sociedad respecto al impacto de las coberturas petroleras en el presupuesto, ya que dijo que su contratación en 2015 había sido un éxito, a pesar de que sólo se recuperaron 6 mil 300 millones de dólares por dicha vía (a los que hay que descontar el costo de la prima, por unos 850 millones de dólares), en tanto que por ingresos petroleros se dejaron de percibir en ese año 24 mil 200 millones de dólares respecto a lo obtenido en el año previo.
En 2016 la cifra será aún más alta: 32 mil 900 millones de dólares, si se mantiene el precio del crudo mexicano de exportación en 23 dólares/barril (entre 2014 y 2016 se habrán dejado de recibir 64 mil millones de dólares en relación con lo captado en 2013). Mientras tanto, por coberturas petroleras netas se recibirán apenas unos 4 mil 200 millones de dólares, advirtió Gutiérrez Rodríguez.
Dado que lo anterior viene asociado con fuga de capitales (cerca de 40 mil millones de dólares en 2015), el recorte al gasto dado a conocer por Hacienda tuvo que acompañarse de un aumento en el costo del crédito (50 puntos base de la tasa de referencia) por parte del Banco de México. Es decir que la economía mexicana no sólo padecerá una contracción del gasto público, en su mayoría asociado a la inversión de pemex y la CFE, sino una menor inversión privada. Por tanto, se confirma que en este sexenio la economía no será capaz de rebasar su tasa de crecimiento histórico de 2.4 por ciento promedio.
Todas las empresas internacionales productoras de petróleo están al borde de una situación crítica; pemex ya lo está y así, hay que administrarla, expresó el doctor Gutiérrez Rodríguez. British Petroleum, que ha destinado 26 mil millones de dólares a la indemnización y las multas por los derrames de Macondo, en el Golfo de México, se encuentra en una situación similar; y su director general ha manifestado que para equilibrar sus libros necesitaría que el precio se situara en al menos 60 dólares por barril.
A pesar de que se sabía que el precio podría empezar a caer por la sobreoferta de crudo, que el problema geopolítico internacional tendía a deteriorarse debido a que Rusia se anexó en marzo de 2014 Yalta, en el Mar Negro, y que el Estado Islámico ganaba posiciones en Irak y Siria, el gobierno decidió continuar con la reforma energética. El académico señaló que la economía mexicana se ha visto afectada por los acontecimientos ocurridos en pemex, pues se tenía una perspectiva de crecimiento económico del país de 3 por ciento antes de iniciar la reducción de los precios internacionales y la consecuente depreciación del tipo de cambio (48 por ciento hasta el momento), y hoy se sabe que la producción petrolera privada empezará a materializarse hasta 2019, porque así lo han reconocido las beneficiadas con las tres licitaciones llevadas a cabo. Dado lo anterior, la misión asignada al nuevo director general de pemex era originalmente mantener la plataforma de producción en su nivel actual de 2 millones 250 mil barriles diarios. Con el recorte al presupuesto, anunciado el pasado 17 de febrero, se le instruyó cerrar los campos menos productivos y con costos más altos. Esto seguramente incluye los de Chicontepec, donde todavía se producen 41 mil barriles diarios. Independientemente de la contradicción de los objetivos, el conjunto de medidas impactará en el empleo de unas 20 mil personas y acelerará la reforma a las jubilaciones, áreas cruciales para la reingeniería de González Anaya.
Aun así, las finanzas de pemex y del país seguirán sufriendo, pues la empresa continuará operando con pérdidas, y la balanza petrolera no logrará el equilibrio que había recuperado desde finales de los años setenta, cuando entró en operación Cantarell y se reforzó la industria refinadora, la cual ha mantenido a flote a las grandes petroleras mundiales en estos dos años aciagos, finalizó.