Descargue este artículo en PDF
Ver todos los artículos de este número
La destacada relación de pemex con la Península Ibérica no ha dejado las primeras planas desde la mitad del año con aquella adquisición accionaria de Repsol que escandalizó a España y obligó a los funcionarios de la paraestatal a defender sus derechos de voz y voto en la asamblea de accionistas, bajo una fuerte presión y no pocas majaderías. Se acusaba a Sacyr, socio de pemex, de una embestida para hacerse del control mayoritario y se llegó a extremos poco diplomáticos por parte de los señoritos, tanto en la asamblea de accionistas como en la prensa de Madrid. España se arropó en un nacionalismo un tanto teatral y, finalmente, se tuvo que garantizar tanto la “españolidad” de Repsol como la legitimidad de la actuación de los representantes mexicanos y la plena validez de sus derechos.
El Ministerio de Industria llamó a consultas al Embajador Mexicano y a los representantes de la empresa. Finalmente la petrolera española decidió cambiar su administración y pemex mantuvo su participación de pleno derecho como el accionista industrial más antiguo de Repsol.
En Argentina, mientras tanto, se convoca a reunión de gabinete para analizar el caso y solicitar información a los adquirientes sobre las posibles repercusiones de la transferencia de acciones en la relación de Repsol con Yacimientos Petrolíferos Fiscales; la prensa argentina informa que funcionarios mexicanos intentan infructuosamente reunirse con la dignataria argentina. Finalmente la expropiación de los títulos de Repsol por la República Argentina mermó considerablemente las ganancias que en su momento se esperaban de la operación.
En México se reclamó la discreción con que se llevó a cabo la operación y el Director de pemex tuvo que aclarar que: “Desde el punto de vista legal, todas las autorizaciones y los procedimientos legales para esta operación se cumplieron”.
En fecha más reciente, la construcción de siete barcos remolcadores y dos hoteles flotantes para uso de la paraestatal, ocupa nuevamente las primeras planas, los constructores navales mexicanos afirman que en dos sexenios se han visto en dificultades para comunicarse con pemex y que este sector industrial podría resurgir con los proyectos para construir las 132 nuevas embarcaciones que la paraestatal requiere para renovar su flota. En España, por otra parte, altos dignatarios, primero en Galicia y luego en Madrid, anuncian que Petróleos Mexicanos ha contratado a dos astilleros gallegos para construir dos hoteles flotantes. En México, otra vez se tienen que dar explicaciones y, esta vez, los representantes de los astilleros mexicanos acompañan a pemex en una conferencia de prensa para aclarar que en México todavía no tenemos ni la infraestructura ni la tecnología necesarias para construir los buques en nuestro territorio; se difunde que está en proceso de estudio combinar las capacidades de los mexicanos con las de los astilleros españoles.
El próximo Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, anunció durante su primera gira por el extranjero en su calidad de Presidente electo, una mayor apertura de pemex a la inversión privada para enfrentar los retos que representa la incursión de México en aguas profundas, desatando nuevas polémicas sobre la Constitucionalidad de reglamentos subordinados.
La firma británica Barclays, en un informe prospectivo para sus accionistas, confía en que Peña Nieto cumplirá con su promesa de reformar a la paraestatal profundizando la reforma energética y plantea tres posibles escenarios: el primero, que no requeriría una reforma constitucional dando a pemex una autonomía similar a la del Banco de México; un segundo escenario impulsaría la participación de las joint ventures, como sucede con Saudiaramco, Sinopec y Petrobras, para lo cual sí se requerirían reformas al Artículo 28 de la Constitución para eliminar la “exclusividad”. La tercera vía, a través de la inversión privada directa, en la que el gobierno se mantendría como accionista mayoritario en una compañía sujeta a las leyes comerciales como cualquier otra.
Como se puede apreciar, las polémicas apenas comienzan, pero y a todo esto: ¿Usted qué opina?