-Yo creo que pronto se va Chevron del país, ya se va Total, y ellos lo harán cuando se den cuenta de que su marca y sus estaciones están en manos de los malos, de los huachicoleros, dice el empresario gasolinero.
– ¿Se van en serio?
– Seguro, va a ser cosa de que se den cuenta de que los están usando para el huachicol y tan tan.
No va a ser tan fácil, hay muchos elementos a considerar, pero el mercado mexicano tiene uno de los retos más grandes derivados de la apertura lograda hace seis años: el crecimiento de un mercado negro que importa grandes cantidades de gasolinas de Estados Unidos, las hacen pasar como aceites o aditivos, se adentran a México con un pago mínimo de impuestos y compiten con el resto de las marcas que tienen que pagar no solo la totalidad de los impuestos sino además un precio que no tiene razón de ser y que es demasiado alto.
– México es el único país del mundo en el que los precios de los combustibles como la gasolina y el diésel no han bajado, bajó un poco el Gas LP, pero en los petrolíferos no. Y es que hay casos muy extraños con el precio, casi inexplicables.
En los tramos de la carretera México-Querétaro, nos dice, hay zonas en donde la gasolina cuesta 18 o 19 pesos el litro y en otras estaciones de servicio el mismo combustible alcanza los 22 a 23 pesos.
– ¿Cómo explicas estos precios, estas diferencias, si se supone son los mismos proveedores, si son las mismas marcas, si son el mismo producto y en algunos casos hasta la misma bandera comercial?
El empresario hace una reflexión importante que, dice, es producto de varias conversaciones con sus pares. El llamado subsidio gasolinero no es un subsidio propiamente, no se le da dinero a los usuarios para que compren el producto.
Lo que si se hace es reducir la cantidad de impuesto que se paga, el IEPS, un mecanismo diseñado por gobierno anteriores en donde el precio era controlado, pero si se tienen precios altos del combustible, hasta en un 40%, frente al precio de referencia el impuesto no tiene razón de ser, de hecho, no es un beneficio para los consumidores sino pura ganancia para el gobierno.
-No nos venden gasolina o diésel más baratos, no nos cambian las condiciones de los créditos y hay mucha presión para que las banderas sean compartidas con Pemex.
Las importaciones de combustibles con precios diferenciados se han vuelto un negocio común en la frontera norte, los empresarios dicen que las instrucciones de dejarlos pasar y que las autoridades aduanales se hagan de la vista gorda viene de muy arriba, muy lejos de Pemex y más cerca de Palacio Nacional, varios gasolineros, nos cuentan en confidencia, se han visto forzados a vender sus estaciones de servicio o apoyar este tipo de prácticas comerciales, el problema es que con el tiempo se han vuelto más duras las mordidas.
Algunas gestiones comerciales, por ejemplo, con la CRE para conseguir permisos, aperturas, importaciones y temas comerciales o de infraestructura tienen un costo que puede ser de hasta un 30%, se han tenido que hacer alianzas y asociaciones sordas y ciegas con tal de seguir operando.
A toda esta dinámica de huachicol fiscal, de huachicol de cuello blanco, se le debe de sumar la ofensiva formal que hay en contra de las empresas para impedir su sana operación porque se busca favorecer a la empresa productiva del Estado: Pemex, recuperar el mercado perdido con la apertura.