En lo que va del año, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) ha declarado Estado Operativo de Alerta del Sistema Eléctrico Nacional 70 veces. Eso nunca va a ser “de rutina”, como el presidente López Obrador sugirió hace un año. Pero sí es relativamente normal: es fácil que el equilibrio de los sistemas regionales que lo componen se vulnere y que el Cenace tenga que tomar medidas para no acabar con apagones generalizados.
Lo que no es común es que las alertas se estén generando por un margen de reserva críticamente bajo, como la semana pasada. Los reportes diarios del Cenace muestran que el margen de reserva (promedio) del martes fue de 5.52%. Al día siguiente bajó a 4.52. El jueves ya estaba en niveles realmente críticos, de 3.69%. Del viernes todavía no sabemos, porque hasta el domingo en la mañana todavía no estaba reportado. Pero cuando menos fueron tres días al hilo con valores promedio por debajo del umbral de 6% que detona alertas.
El jueves por la noche, de hecho, la demanda máxima instantánea llegó a 47,440 megawatts (MW). La reserva operativa, calculada como promedio del día, se reportó en apenas 1,746 MW (resultando en el margen promedio de 3.69%). Pero el indicador inevitablemente estuvo aún más cerca del cero –la emergencia y los apagones– en varios momentos.
Estamos ante una clara tendencia de crecimiento de la demanda, y deterioro del balance. El día comparable del año pasado a este jueves, el 20 de abril de 2023, la demanda máxima reportada fue de 44,080 MW. Ahí, la capacidad (o reserva) promedio que el Cenace reportó que tenía a disposición para balancear el sistema era de 5,266 MW. El margen era de 12%.
Aun así, las deficiencias de la capacidad del sistema ya eran evidentes desde el año pasado. La demanda máxima del 20 de junio, de 52,993 MW, desencadenó alertas de capacidad que terminaron siendo muy difundidas, discutidas –y luego minimizadas por el gobierno. Si el crecimiento observado de la demanda año con año se mantiene, la demanda del próximo 20 de junio de este año podría rondar los 56,000 MW. ¿Realmente está preparado para atenderla el mismo sistema que acaba de entrar en alerta por una demanda casi 20% menor?
Es difícil imaginarse al gobierno reconociendo que no. En su visión, los más de 80,000 MW de capacidad instalada del sistema eléctrico nacional implican sobrecapacidad. Es su forma de decir que creen que muchos privados sobran. Pero la realidad es que las plantas de la CFE han estado registrando índices de indisponibilidad sin precedentes. Los embalses mexicanos, además, están en niveles preocupantemente bajos. En el primer trimestre de 2024, la generación de electricidad a partir de hidroeléctricas cayó en 23.5% respecto al primer trimestre de 2023. Y eso que en 2023 ya se había reducido el total en 47% respecto del 2022. Si la apuesta sigue siendo turbinar más en las presas, hay mucho de qué preocuparse. Ya no tienen como.
En este contexto, la buena noticia es que las dos candidatas presidenciales punteras han prometido impulsar un desarrollo de capacidad de generación eléctrica realmente histórico. Sumando todo, Sheinbaum ha prometido unos 16,000 MW de nueva capacidad, tanto fósil como renovable. Xóchitl ha prometido desencadenar la inversión privada, que en México ya demostró que fácil puede desarrollar 3,000-4,000 MW de capacidad por año. La mala es que ambas han introducido limitantes. Sheinbaum insiste en el límite del 54-46, público-privado, del presidente. Xóchitl en que, a partir de determinada fecha, no permitirá desarrollo de más ciclos combinados.
No queda claro que, de cara a la alerta de capacidad actual, el sistema puede darse esos lujos. Mucho menos con el nearshoring en puerta. ¿No estamos apostando a crecer como nunca?
@pzarater
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