Según trabajadores, los contratos de construcción tienen vigencias aun de hasta seis meses y faltan las conexiones de las 17 plantas del complejo; conectividad terrestre es aún limitada.
Hace tres años, Paraíso, Tabasco, pasó de ser un puerto pesquero y playa de turismo local a una pequeña ciudad que gira alrededor de la construcción de una obra: la refinería Olmeca de Petróleos Mexicanos (Pemex), que a decir de algunos de los 35,000 trabajadores que hoy todavía realizan la obra civil, lleva un avance menor a 35%, y tan sólo para concluir la construcción, tienen contratos por seis meses más. Ya después iniciará la colocación de infraestructura para conectar las 17 plantas y se refinarán 340,000 barriles diarios de crudo y en un par de años, con suerte.
En principio, la titular de Energía, Rocío Nahle, le dijo al presidente Andrés Manuel López Obrador que todavía faltan dos grandes plantas por llegar, porque “venían por altamar”, como se escuchó en el recorrido privado por la obra que dieron únicamente el primer mandatario, el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, y la secretaria de Energía. El recorrido lo realizaron ellos, sin medios de comunicación o invitados, porque “no hay mucho qué ver todavía”, según quienes trabajan en la empresa Techint, que realiza la obra civil.
“Llevamos cuatro meses y según los contratos, calculamos otro seis, para lo que estamos haciendo: ingeniería civil. No es tan rápido, no podía estar lista en tres años. El dragado y acondicionamiento del terreno apenas estuvo el año pasado. No se va a inundar, va a funcionar, pero no es ‘enchílame otra’”, dijeron en las afueras de la planta a El Economista.
Por tanto, aunque la Comisión Reguladora de Energía (CRE) otorgó a marchas forzadas el permiso para generar electricidad en la refinería el jueves pasado, “obviamente no está lista la cogeneración, se va a poder generar electricidad hasta que empiece la operación, hoy nos alumbramos con la red de la Comisión Federal de Electricidad”, dijo una trabajadora de ICA en uno de los 12 nuevos puestos de alimentos que se instalaron cercanos a la refinería, porque ha sido necesario aumentar el hospedaje, productos y servicios locales en más de 40%, ya que a los casi 100,000 habitantes del poblado se han añadido 35,000 trabajadores de toda la República, que en su mayoría duermen en Comalcalco, pero trabajan de las 5:00 a las 17:00 horas en Paraíso y luego salen a comer, beber y llenar la calle principal del poblado, que parece “un huerto de zanahorias”, atiborrado de personas con overol naranja.
Por ahora, no importa si los trabajadores pertenecen a Samsung, Techint, ICA o Pemex, todos portan naranja ligero. El uniforme sirve para identificarse al entrar a la construcción, pero no incluye el casco ni materiales antinflamatorios porque no hay líquidos combustibles o ductos en la refinería, explicaron.
En el terreno donde se ubica la refinería fue necesario desmontar dos playas para el turismo tabasqueño: Paradero y Caracol. Ya sea por la pandemia o por el incremento abrupto de la demanda, el precio de los alimentos y servicios de hospedaje ha aumentado hasta 70%, según los propios lugareños.
Abordar un taxi para Villahermosa requiere como mínimo media hora de espera en una fila en el centro del poblado, porque además no hubo planeación para el transporte o vías de acceso, así que las plataformas digitales de movilidad están prohibidas y únicamente hay 100 autos disponibles, según el responsable de este único sitio de taxis. “Ya nos van a mandar 30 carros más emplacados, la próxima semana”, dijo.
La consultora Scala detalló a la SICT en días pasados que no existen vías para la llegada de insumos al lugar, y esto deberá corregirse también, porque si ya se ha colapsado el pueblo con el traslado de personas y equipos de construcción, la llegada y salida de pipas de combustible no será posible en el corto plazo.
Pero hay trabajo, hay movimiento, y muchos de los que compran en Oxxo, Chedraui o Soriana las bebidas para aguantar los 38 grados que se viven todavía a la hora de la salida, esperan irse al Tren Maya. No había nada y hoy hay una refinería desconectada en un poblado que ya cambió para siempre.
AMLO inaugura lo que hay
De manera oficial, aunque sólo como protocolo, el presidente Andrés Manuel López Obrador cortó este viernes el listón inaugural de la refinería Olmeca cerca del puerto de Dos Bocas, que alcanzará su capacidad de proceso de 340,000 barriles diarios de crudo, por lo menos en 2026, según diversos análisis.
El primer mandatario insistió en que el predio de 567 hectáreas fue el mejor lugar para instalar la nueva refinería, porque reúne en centros de almacenamiento la producción tanto de aguas someras de Campeche y Tabasco, como de los campos maduros terrestres de la región.
«Aquí llega 1 millón de barriles diarios, a Dos Bocas, entonces se cuenta con materia prima; no sé tuvo que hacer inversión especial en ductos», aseveró el primer mandatario respecto a la obra que como mínimo tendrá un costo de 8,900 millones de dólares, aunque este monto se puede elevar a más de 12,000 millones de dólares, ha admitido el gobierno.
La historia antes de Dos Bocas
• La última refinería completa que Petróleos Mexicanos inauguró en el país fue el centro Antonio Dovalí Jaime, en Salina Cruz, Oaxaca, el 24 de agosto de 1979.
• Esta planta, con una capacidad de 165,000 barriles de proceso de crudo (la mitad de lo proyectado para la refinería de Dos Bocas, Tabasco) fue ampliada apenas nueve años después de su construcción, para llegar a una capacidad de 330,000 barriles por día.
• La última gran reconfiguración a una refinería concluyó en julio de 2011 cuando el presidente Felipe Calderón inauguró con dos años de retraso la rehabilitación de la refinería de Minatitlán, Veracruz, cuyo costo se elevó de 12,306 millones de pesos a 32,581 millones de pesos.
• En 2008, Pemex anunció la construcción de una nueva refinería a un lado de la existente en Tula, Hidalgo, con un costo de 10,000 millones de dólares y una capacidad de proceso de 250,000 barriles de crudo.
• En 2014, el gobierno canceló el proyecto en cuyos trabajos de remozamiento y barda perimetral se gastaron alrededor de 620 millones de dólares. En su lugar se proyectaron mantenimientos mayores a la refinería existente, mismos que quedaron inconclusos luego de la recisión del contrato a la brasileña Odebrecht.
karol.garcia@eleconomista.mx