En lo que va del año la caída es de 25% y el descenso frente al pico máximo del 2016 es de 73%.
Las “grietas” y los “hundimientos” en el sector constructor de infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones en México no solo no se detienen, sino que se profundizan. En agosto pasado, el valor de la producción de obras en estos ramos hiló cuatro meses de descensos y tocó un nuevo mínimo histórico, de acuerdo con cifras divulgadas esta semana por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Durante el octavo mes del año el indicador medido en cifras desestacionalizadas se contrajo 0.6% a un mínimo histórico de 680.2 millones de pesos –medidos a precios del 2013.
En lo que va del año, la variable retrocedió 25.4%, lo que contrasta con el avance de 3.9% del valor de la producción del sector constructor en su conjunto. Y en una mirada de mayor aliento, el panorama es más desolador, pues la caída del 2022 es de 73% en comparación con su último pico, el 2016.
La caída estrepitosa del sector coincide con el golpe de timón del actual gobierno federal en política energética, la cual ha acotado el crecimiento de la infraestructura privada de generación eléctrica, con medidas como la cancelación de las subastas eléctricas de largo plazo o la dilación en el otorgamiento o modificación de permisos.
“La decisión política de no permitir la inversión privada en los sectores de telecomunicaciones y energía está generando una crisis en este sector de la construcción, que es muy especializado en mano de obra y maquinaria”, comentó un asesor en proyectos de ingeniería del sector que pidió no ser citado.
Por otro lado, los proyectos prioritarios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), entre los que se cuentan seis centrales de generación de ciclo combinado, la repotenciación de las centrales hidroeléctricas y la construcción de un megaparque de generación solar, se definieron ya tarde en el sexenio y su adjudicación y desarrollo han sufrido retrasos.
Para la fuente consultada, la caída en el Producto Interno Bruto del primer año del sexenio y durante la pandemia relajaron la demanda de energía y, de alguna manera, quitaron presión a la infraestructura eléctrica, pero debe acelerarse la construcción de nuevos proyectos para evitar cuellos de botella.
“¿Qué sería si nuestra economía creciera? Estaríamos entrando a un nivel de crisis (…) Los proyectos que ya existen no les están dando trámite en las oficinas gubernamentales, concretamente en Sener”, lamentó.