El giro en el sector requiere la reformulación del modelo de negocios de Pemex para enfocarse en las áreas más rentables e incluso separar sus activos de gas para potenciar las capacidades en esa rama.
Una política energética en materia de hidrocarburos que beneficie a los consumidores mexicanos, a inversionistas y al Estado en su empresa productiva, Petróleos Mexicanos (Pemex), y en los ingresos que administra necesita encaminarse hacia la descarbonización con finanzas sanas y para ello es necesario un cambio fiscal, administrativo, de replanteamiento del uso de todos los hidrocarburos, como el gas y hasta de concepción del modelo que debe seguir México al 2030.
Así lo explicaron expertos en una revisión de la agenda sectorial 2024-2030, como Miriam Grunstein, abogada del sector. “La descarbonización debe empezar a tomarse en serio en Pemex como ocurre en las grandes petroleras globales. Primero hay que sanear las finanzas de la empresa más endeudada que hay en el sector. Poner un cable en tierra no sólo sobre lo que se reporta sino la calidad y utilidad de los indicadores rumbo a la transformación de una petrolera en una verdadera empresa energética, capaz de liderar la transición energética nacional a combustibles limpios”, dijo Grunstein a El Economista.
En este sentido, explicó la académica asociada al Centro México del James Baker III de la Rice University, es necesario que se elaboren y publiquen reportes sobre la eficiencia de cada actor de las distintas actividades en toda la cadena de valor de los hidrocarburos, junto con una articulación entre Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, que se ha convertido en el principal comercializador nacional del gas natural, y finalmente que se reanuden las rondas petroleras.
Según Fluvio Ruiz, experto en el sector petrolero nacional y exmiembro independiente del Consejo de Administración de Pemex, es necesario realizar cambios en el diseño institucional del sector petrolero, el funcionamiento corporativo de Pemex y la orientación de sus inversiones, para consolidar la política petrolera nacionalista en el marco de la transición energética. “Petróleos Mexicanos se debe transformar en una empresa energética, abandonar el extractivismo y relanzar la producción de petroquímicos. Asimismo, tomar las medidas necesarias para hacer más eficiente el Sistema Nacional de Refinación, mejorar la seguridad industrial y proteger el medio ambiente”, aseveró Fluvio Ruiz.
Según el experto, urge encarar el problema de su deuda financiera y con sus proveedores, además de que el Pemex del futuro es impensable sin la sólida base científica y de capacidad de gestión que puede y debe darle el Instituto Mexicano del Petróleo.
A su vez, Francisco Barnes de Castro, quien fuera presidente del Instituto Mexicano del Petróleo y comisionado de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) dijo que, a pesar del sacrificio fiscal para reducir los derechos de utilidad compartida y de los enormes recursos que el Gobierno Federal le ha inyectado a Pemex, la deuda total de la empresa es similar a la que la que tenía cuando la recibió, con un componente mucho más alto de vencimientos de corto plazo.
“Pemex dejó de ser el caballo brioso que impulsaba la carreta de la economía nacional y se ha convertido en un paquidermo artrítico que amenaza con estancarla. De no corregirse oportunamente el rumbo actual, Petróleos Mexicanos corre el riesgo de convertirse en un lastre para las finanzas públicas, un daño creciente para la salud de la población, un importante factor de deterioro del medio ambiente, y un freno para la transición energética”, dijo.
Según el especialista, Pemex debe mantener la producción únicamente en aquellos activos y pozos que generan utilidad neta. Esto implica el cierre de campos y pozos improductivos o muy caros de producir, como es el caso del campo Akal, en la Sonda de Campeche.
Y también propone revisar las condiciones fiscales aplicables a las inversiones en exploración y producción de gas natural y dar mantenimiento general a las instalaciones de los complejos gasíferos y modernizar sus plantas de proceso, además de promover un ambicioso programa de inversiones, públicas y privadas.
“Para ello se requiere un cambio de criterio en la asignación actual de recursos presupuestales, que privilegia la producción de petróleo”, recalcó, “analizar la conveniencia de crear Gasmex, separada de Pemex, o al menos separar nuevamente Pemex Gas de Pemex TRI y darle autonomía operativa y financiera”.
Las propuestas de los expertos:
- Reanudación de las rondas petroleras para incorporar nuevamente el capital privado en el aprovechamiento de los recursos hidrocarburíferos del país.
- Depuración de los negocios de Pemex (abandono de los que no son rentables, tanto en exploración y producción como en transformación).
- Reformulación del modelo de negocio de Pemex, dándole fuerza a la petroquímica e incluyendo nuevos negocios de energías alternativas.
- Separación del negocio de gas de Pemex, para impulsar su producción con una empresa saneada y enfocada.
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