La compañía, según Reuters, está en negociaciones con el gobierno federal para que éste cubra las amortizaciones de su deuda, después de un periodo en que la estatal lo hizo por cuenta propia.
Era abril pasado, los precios internacionales del petróleo ya sumaban una racha por encima de los 100 dólares por barril y la estatal Pemex parecía dar sus primeros pasos en solitario, sin los apoyos financieros de la hacienda pública.
Entre versiones, se daba a conocer que la compañía tendría la capacidad de asumir la tarea de cubrir las amortizaciones de su deuda: unos meses antes el gobierno federal se había comprometido a hacerse cargo de éstas hasta 2024, para dar a la petrolera la oportunidad de usar sus propios recursos en labores de inversión y para dar certeza a los mercados. Los altos precios parecían mejorar las perspectivas de la compañía, que podría utilizar la coyuntura para incrementar sus ingresos y sanear sus finanzas. Pero no lo hizo.
Ahora, esa racha de altos precios parece haber terminado y la idea de que el petróleo mantendría cotizaciones altas por un largo plazo comienza a desvanecerse. La mezcla mexicana de exportación, que se mantuvo en promedio por encima de los 100 dólares por al menos cuatro meses, ya ha tocado los 60 dólares por barril durante los primeros días de diciembre. Y Pemex ha vuelto a conversar con el gobierno federal para que éste le dé un nuevo apoyo para amortizar su deuda.
Los analistas son claros y aseguran que el tiempo que duró la racha de precios altos no pudo haber sido suficiente para terminar con la totalidad de los problemas financieros de la petrolera –que suma una deuda por encima de los 105,000 millones de dólares–, pero que la coyuntura pudo haber sido aprovechada para comenzar con un cambio de decisiones y entonces encaminar a la estatal hacia una estrategia que mejorara su rentabilidad.
“En realidad no se ha hecho suficiente para mejorar las finanzas y reestructurar la deuda de Pemex. No tiene suficiente flujo de caja para hacer frente a estas cosas (cubrir sus amortizaciones de deuda). ¿Por qué? en una parte porque no se alcanzó a hacer suficiente con los ingresos adicionales y, por otro lado, está perdiendo dinero en refinación”, dice Jesús Carrillo, del Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco).
La petrolera debe cubrir amortizaciones de deuda por 7,500 millones de dólares durante el año siguiente y 8,900 millones para 2024.
Los números mostrados en los estados de la compañía muestran una mejora en sus resultados financieros: en los primeros meses del año, Pemex registró una utilidad neta de 195,000 millones de pesos. Aunque con un tercer trimestre con pérdidas, la compañía registró su resultado más favorable para un periodo similar en los últimos 12 años. El resultado fue consecuencia de los altos precios del crudo, más allá de un cambio en la estrategia.
Algunos otros productos vendidos por Pemex también registraron altas cotizaciones y le ayudaron a sumar más ingresos, como el combustóleo, un subproducto de la refinación altamente producido por la estatal y que usualmente tiene poco valor en el mercado. En algún momento del año se vendió en más de 13 dólares por barril, cuando en ocasiones anteriores su valor no rebasaba los 5 dólares.
La administración de la estatal no redujo el volumen de sus exportaciones como lo había ordenado el presidente –que pedía priorizar el mercado nacional y enviar ese crudo a las refinerías–, pero mantuvo e incluso aumentó su no tan rentable apuesta por la refinación. Los ingresos extras obtenidos por la venta de petróleo se desvanecieron con las pérdidas de su filial de Pemex Transformación Industrial (TRI).
“No han logrado ni hacer una recomposición saludable de su perfil de vencimiento de deuda y tampoco han logrado mejorar su rentabilidad. Y este año, pese al incremento notable en los precios del petróleo, parece que van a seguir reportando pérdidas y eso ha hecho que el sacrificio que ha hecho el gobierno no sea rentable”, dice Víctor Gómez Ayala, un académico y analista financiero.
En los primeros tres trimestres del año la compañía llevó a sus refinerías a procesar el mayor volumen de petróleo en los últimos cinco años y produjo la mayor cantidad de combustibles desde 2017. En el mismo periodo, Pemex TRI registró una pérdida neta de 8,000 millones de pesos. Los malos resultados se dieron en medio de un buen momento para las grandes empresas de refinación, que registraban en ese mismo momento márgenes de ganancia récord. El mal estado de las refinerías no dejó a la estatal correr la misma suerte de sus pares internacionales.
Los planes presidenciales, anunciados al inicio del sexenio, dictaban que el gobierno federal inyectaría grandes cantidades de recursos a la compañía durante los primeros tres años del sexenio, para que en la segunda mitad ésta generara recursos suficientes para elevar la renta petrolera. El Imco estima que Hacienda ha dado poco más de 809,000 millones de pesos a Pemex entre aportaciones patrimoniales, estímulos fiscales y apoyos para inversión –especialmente para la construcción de la refinería Dos Bocas.
En ese momento echó manos de varios recursos financieros: del dinero del fondo de estabilización y de algunos otros fideicomisos, dio a Pemex capital por concepto de sus notas de pensiones y redujo de manera muy importante la Tasa de Utilidad Compartida que paga Pemex al Estado, y que se mantenía como el principal costo tributario de la compañía.
Ahora, Hacienda se está quedando sin grandes fuentes para dar más financiamiento a Pemex y la segunda parte de la estrategia –que apuntalaba a Pemex como palanca de crecimiento– no ha llegado, mientras las perspectivas de los analistas sobre Pemex aún no se modifican. “Todo es resultado de lo mismo: de mantener una decisión de apoyar la producción de Pemex, en lugar de buscar su rentabilidad”, dice el analista del Imco.