El boom de esta tecnología responde a factores como la firma del gobierno mexicano del Protocolo de Kioto en 1997, la existencia de la tecnología requerida para esta generación y una relación de precios que da rentabilidad
El corredor eólico se ha levantado en el Istmo de Tehuantepec mediante el engaño y la mentira […] una nueva conquista española en México […] despojándonos de nuestras tierras con contratos de arrendamiento amañados y leoninos, que favorecen a las empresas transnacionales. Testimonio de Juan Martínez, pequeño propietario de la región de Unión Hidalgo, Oaxaca, que forma parte de la investigación del profesor Roberto Diego Quintana, de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La investigación titulada Energía limpia o energía perversa: actores sociales y parques eólicos en Dinamarca y el Istmo de Tehuantepec, publicada en el libro Desarrollo Sustentable. Enfoques, políticas, gestión y desafíos, editado por el Departamento de Producción Económica, ayuda a comprender la desafortunada estrategia para la construcción de los parques eólicos, seguida del proceso de desposesión territorial de las corporaciones transnacionales, en contubernio con instancias gubernamentales y legislativas de todos los niveles, haciendo una analogía con Dinamarca.
El Istmo de Tehuantepec está siendo invadido por innumerables generadores eólicos, actualmente hay más de mil de ellos con un incremento exponencial […] principalmente de actores sociales y corporaciones transnacionales españolas, indicó el investigador.
El boom de esta tecnología responde a factores como la firma del Gobierno mexicano del Protocolo de Kioto en 1997, la existencia de la tecnología requerida para esta generación, una relación de precios que da rentabilidad, la implantación del paradigma neoliberal de libre mercado, la apertura a la inversión extranjera a la explotación de los recursos naturales del país, y el interés de corporaciones transnacionales por invertir.
Para las comunidades y organizaciones de la región, la expansión eólica simboliza la desposesión territorial, la erosión de sus formas de vida y autonomía, el sostenimiento a los discursos e intereses de actores externos a la región y sus comunidades instrumentado mediante la violencia física y simbólica ejercida en su contra por las corporaciones transnacionales, indicó el también Jefe del Área de investigación Economía Agraria, Desarrollo Rural y Campesinado.
La construcción de parques eólicos ha llevado a la repartición de las regiones con potencial, entre corporaciones transnacionales mediante concesiones otorgadas por el gobierno, obstaculizado y negado el apoyo a las pocas iniciativas comunitarias interesadas en hacerse de su propio parque eólico. Lo cual es particularmente preocupante.
El problema se agudiza cuando se habla de cientos de aerogeneradores instalados tan cerca de las comunidades, como en los casos de Juchitán y el Arrullo, cuyo funcionamiento las 24 horas del día va más allá de la molestia acústica, pues habría que indagar respecto a los probables efectos de la electrostática en la salud. La llegada de esta tecnología a México a partir de externos y la apertura a la inversión extranjera por parte del gobierno mexicano mediante la intervención de la Comisión Federal de Electricidad, creando proyectos regionales de parques eólicos que excluyen de los beneficios a las comunidades nativas; gracias a las dádivas otorgadas a autoridades locales, regionales, estatales y nacionales como pago por su complicidad, nada tiene que ver con el desarrollo eólico en Dinamarca que ha formado parte del desarrollo tecnológico eléctrico desde hace 100 años, fundando en 1903 la primer sociedad eléctrica eólica del mundo.
En este país los aerogeneradores han destacado las formas de propiedad individual mediante granjas rurales, colectivas y comunitarias, destacando entre ellas las pequeñas cooperativas. Se estima que en 1995 alrededor de 160 mil hogares tenían acciones en cuando menos una turbina. Otros datos refieren que hasta el mismo año 80 por ciento de la capacidad instalada había sido implementada por iniciativas ciudadanas y solamente 20 por ciento por grandes corporaciones.
Los factores que inciden en la alta participación ciudadana son la movilización de las personas en contra de la energía nuclear, la existencia de una alternativa eólica viable, el interés por tecnologías no contaminantes y el apoyo decidido del Estado danés a estas iniciativas por medio de financiamiento, subsidios y exenciones de impuestos a individuos y asociaciones interesados en crear sus propios aerogeneradores.
Un aspecto importante considerado por el gobierno danés en la expansión de los parques eólicos ha sido el impacto en el paisaje, cuyos proyectos siguen lineamientos de planeación espacial establecidos por los gobiernos locales y el central, indicó el investigador.
De acuerdo a la Secretaría de Energía (Sener) y a la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE), se estima que para 2018 se tenga un total de 9,500 mW de capacidad eólica instalada, lo que representará 8 por ciento de la generación nacional.
Cabe recordar que en el primer trimestre de 2015 se inauguró la Central Eólica Sureste Fase II en Oaxaca, que tiene 102 megawatts de capacidad instalada a partir de una inversión de alrededor de 2,000 millones de pesos (142 millones de dólares).
Entre 2015 y 2018 se habrán invertido cerca de 14 mil millones de dólares en parques eólicos, inversión casi tres veces superior al monto histórico desde el año 2009, con lo que el sexenio concluirá con una inversión total en energía eólica cercana a los 19 mil millones de dólares.