Los cambios en el consumo y la electrificación dejarán un exceso de petróleo y gas que rebajará los precios, señala la AIE
Coches eléctricos, aires acondicionados, centros de datos, digitalización, inteligencia artificial, China… De la movilidad al consumo, todos empujan a un mundo que pide cada vez más electricidad limpia, con menos combustibles fósiles -petróleo, gas y carbón-. Tanto que en pocos años se vivirá un histórico salto de la “era del petróleo” a la “era de la electricidad”. Así lo señala la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su World Energy Outlook 2024 presentado este miércoles, donde se lee que la caída de la demanda y sobreproducción del crudo y similares hará descender sus precios.
El 2030 se fija como el antes y el después. Sobre esa fecha se alcanzará un pico de demanda de combustibles fósiles, que a partir de entonces irá a la baja paulatinamente, con el planeta mirando más en las renovables. De hecho, el crecimiento de la demanda esperado para los próximos años se cubrirá ya con energía limpia, se asegura. “Se está moviendo con fuerza”, ha planteado Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE.
El crecimiento de la capacidad superará a la demanda en crudo y gas
Los cambios en el consumo se unen a que la inversión en nuevos proyectos en petróleo y gas supera la demanda global. Esto generará excedentes, más producto del que se demanda: la mayor producción en EE.UU., Canadá, Brasil, Qatar o Guyana hará que los precios de crudo y gas caigan. “Supone cierto alivio para los consumidores”, se destaca, y para países importadores como España. Un arma de doble filo, porque ese futuro más barato obligará a las energías limpias a competir con rivales que costarán menos que hoy.
La agencia llama a los gobiernos a aprovechar el margen que ofrecerá la caída de precios para retirar “subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”. En las perspectivas a largo plazo de la AIE, el barril de crudo quedará en los 72 dólares en el 2030, si se cumplen objetivos actuales, y caería de los 60 dólares en el 2050 mientras que el gas se hundirá a la mitad en la UE en el 2030.
“En la historia de la energía hemos presenciado la era del carbón y la era del petróleo, y ahora estamos avanzando a gran velocidad hacia la era de la electricidad”, ha dicho Birol. “Entramos en un nuevo contexto de mercado. Definirá el sistema energético mundial, que se basará cada vez más en fuentes limpias”, ha añadido. El peso de las renovables dentro de la generación eléctrica saltará del 30% actual al 45%-60% en apenas cinco años.
Hay varios factores detrás del empuje de la electricidad limpia. Primero, el crecimiento sin parar del sector, con un repunte del 76% en la capacidad manufacturera de paneles solares en el 2023 o del 22% para las turbinas eólicas. Luego, la extensión de los coches eléctricos, los aires acondicionados, los centros de datos o la IA. “El mundo está entrando en la era de la electricidad”, ha insistido Birol. Cada vez hay más aparatos, industrias y sectores que se enchufan. “Se van comiendo el peso de petróleo y gas”. Es “una de las transformaciones más importantes en la energía de la historia”, ha añadido Laura Cozzi, corresponsable del informe.
La velocidad china coge con el pie cambiado
En todo esto, China ha jugado, juega y jugará un papel clave. Supone dos tercios del aumento mundial de la demanda de electricidad durante los últimos diez años. También es donde se concentra el crecimiento de las renovables, seguida de los países desarrollados, mostrando cierta diferencia en los ritmos. Tanto que en una década su capacidad solar puede superar la demanda eléctrica de EE.UU., compara la AIE. Asimismo, el gigante asiático se mueve más rápido de lo esperado en la transición al coche eléctrico, que ya son el 50% de las ventas totales. Si China cambia su mix energético, el planeta lo nota. El mayor importador de crudo, coge “con el pie cambiado” a los productores por su rápida transición hacia lo eléctrico, recoge el informe.
Los coches eléctricos son uno de los grandes factores de cambio. Si hoy 2 de cada 10 vehículos que se venden son eléctricos en el planeta, se espera que sean la mitad en el 2030. Un factor que mina la demanda de crudo. “Sin embargo, la transición hacia la adopción a gran escala del coche eléctrico es poco probable que sea lineal, y se requieren esfuerzos adicionales”, advierte el informe, en relación a ayudas y despliegue de la red de carga. Por mucho que la compra de eléctricos se ralentice, “igualmente se ve un pico de demanda de crudo en el horizonte”, ha expuesto Birol.
En el gas, por otro lado, se espera que la capacidad se dispare un 50% en un entorno en el que la demanda no se incrementará tanto. De nuevo, el excedente provocará un descenso de precios. “Pese a las posibles tensiones actuales, a partir de 2025-2026 está prevista una gran expansión en la capacidad de gas natural”, ha comentado Tim Gould, corresponsable del informe. Irá principalmente al sur de Asia e India.
El panorama no está exento de retos. Habrá que ver quién y cómo genera esa electricidad, que puede quedar concentrada en pocas manos. En una década se espera que la solar y eólica tiren del carro, con dos tercios de la producción limpia. Tendrá algo que decir también la nuclear, que vive un “fuerte regreso y en el 2025 marcará su mayor generación de la historia”, ha enfatizado Birol. “El desafío está en construir, reforzar y digitalizar redes e incrementar el almacenamiento”, ha detallado Cozzi. China es el gran protagonista en la capacidad de producción de baterías, lo que presenta un riesgo en seguridad energética.
Con las baterías hay otra incógnita. “Hay cuellos de botella en minerales críticos”, reconoce Gould. Se dibuja a futuro un declive en el cobre, con atención al litio, níquel, cobalto o grafito. “No todas las previsiones son abundantes…”. La alternativa es innovar y aumentar el reciclaje.
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