Entre octubre y noviembre pasados, los directores generales de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad acudieron a comparecer ante la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, ejercicio que resulta muy revelador sobre las diferentes visiones que existen sobre los mismos hechos.
Me refiero a la descripción puntual de ambos funcionarios respecto a la evolución y resultados alcanzados a 45 meses de su administración. En el caso de la CFE, su director general afirmó categóricamente que “el rescate de la CFE es ya una realidad”, mientras que su par en Pemex describe a esa empresa como “una de las más rentables del mundo”, y manifestó que el objetivo de la soberanía energética está por lograrse.
No deja de llamar la atención dichas aseveraciones, toda vez que están muy alejadas de lo que las cifras públicas reportadas a Bolsa revelan. Veamos algunos indicadores fundamentales.
Empecemos por Petróleos Mexicanos
La afirmación del director general es que ya se detuvo la caída experimentada en el sexenio pasado. Sin embargo, los datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos nos dicen otra cosa. Si consideramos la producción de crudo sin agregar los condensados (práctica recientemente adoptada por la empresa petrolera), observamos que la producción promedio de Pemex en 2022 (enero-octubre) es de 1.546 millones de barriles al día, mientras que al cierre de 2018 dicha producción era de 1.798 millones de barriles diarios.
Otra aseveración del director general es que la producción de los contratos petroleros solo representa el 3 % de la producción total y que su aportación (de 78 mil barriles al día, de acuerdo a la CNH), les tomó 7 años, mientras que Pemex logró producir 402 mil barriles más en solo 4. Si nos remitimos a los datos de la Ilustración 1, observamos que, respecto de la producción total, los contratos privados aportan el 4.8 %, porcentaje que se mantiene bajo, es cierto, pero su ritmo de crecimiento anual es excepcional, mientras que los 402 mil barriles adicionales de Pemex referidos al Congreso simplemente no aparecen en la estadística oficial. Vale la pena volver a insistir en la importancia de retomar las rondas petroleras, a efectos de que la caída de la producción de Pemex pueda ser compensada por la producción privada y, muy especialmente, para que Pemex finalmente pueda realizar la actividad de exploración de conformidad con las mejores prácticas internacionales, lo cual sin duda distrae recursos financieros y tiempos, pero también garantiza que los campos petroleros asignados a Pemex se exploten de la mejor forma, cuidando al medio ambiente, las comunidades y nuestros ingresos. Recordemos que el petróleo que Pemex explota nos pertenece a todos.
Veamos ahora la producción de gasolina, a efectos de identificar si efectivamente estamos cerca de alcanzar la autosuficiencia (no está claro qué es la soberanía energética, pero parecería que se refiere a producir lo que consumimos).
La Ilustración 2 siguiente muestra el volumen producido por año en las seis refinerías nacionales, de gasolina, diésel y combustóleo. Es importante resaltar que este análisis no incluye la producción de Deer Park porque nunca antes se incluyó, aun cuando Pemex poseía el 50 % de dicha refinería, de manera que sumarla ahora distorsiona la tendencia. Otra razón relevante es que dicha producción representa una importación para nuestro país, lo que contradice el término de autosuficiencia doméstica o soberanía energética.
Lo destacable en la gráfica es que, en 2022, Pemex produce 68.5 miles de barriles más de gasolina respecto de la producción de 2018, y 31 mil barriles más de diésel. Sin embargo, este incremento de la producción está acompañado de un aumento en la producción de combustóleo de 68.5 miles de barriles. Es decir, el principal aumento en la producción de las refinerías nacionales es de ese producto de deshecho, altamente contaminante y que tiene un precio inferior al de su materia prima, lo cual representa pérdidas para la empresa del Estado.
Dejando momentáneamente de lado el hecho de que producir combustóleo afecta tanto a las finanzas de Pemex como la salud de todos los mexicanos, veamos si es posible alcanzar la autosuficiencia en gasolina. Para ello, lo primero es identificar cuanta gasolina consume México.
La Secretaría de Energía publica estadísticas semanales de consumo de algunos petrolíferos a partir de 2018. A partir de esta información se pueden obtener promedios anuales de consumo. Solo para fines ilustrativos, se agregó en 2022 175 mil barriles de producción de gasolina de Deer Park, Los resultados son los siguientes:
Como puede observarse, aún estamos muy lejos de lograr la autosuficiencia en gasolinas. Si consideramos que la producción de crudo no ha dejado de caer, no está nada claro que podamos seguir aumentando el procesamiento de nuestras refinerías e incluir la dieta de la interminable Dos Bocas. Terminemos el tema Pemex con un solo dato más: las pérdidas acumuladas en 45 meses (enero 2019 a septiembre 2022) ascienden a 42,881 millones de dólares.
Comisión Federal de Electricidad
Retomo la frase dicha por el director general al Congreso: “el rescate de la CFE ya es una realidad”. Esta declaración contrasta con la realizada por el mismo funcionario en su comparecencia de 2021 cuando, en el marco de la discusión de la propuesta de contra-reforma Constitucional presentada por el Ejecutivo en septiembre de 2021, aseveró que si no se aprobaba la iniciativa veríamos quebrar a la empresa eléctrica en 2024.
Está claro entonces que los resultados de la empresa eléctrica del Estado son única y exclusivamente responsabilidad de la presente administración y que todos los riesgos que implicaba la participación de privados en el sector eléctrico nacional han quedado superados. En estas circunstancias, veamos sus cifras:
A pesar de que la CFE ha conseguido detener la participación de generación privada en el sistema eléctrico nacional, sus elevados costos de operación la han llevado a una situación en donde sus costos son mayores que sus ingresos. Este comportamiento es claramente una tendencia que se extiende a lo largo de los dos últimos años, producto, fundamentalmente de su elevada dependencia a los combustibles fósiles, los cuales, han mostrado una elevada volatilidad en el mercado.
Este comportamiento ha redundado en pérdidas netas que han afectado el valor de su patrimonio. Es conveniente aclarar que la CFE mantiene una estructura financiera suficientemente sana, pero es altamente preocupante la falta de control que existe sobre sus costos de operación. No hay estrategia alguna para reducirlos. El hecho de que sus costos no puedan trasladarse del todo a las tarifas, al menos a aquellas que cuentan con subsidio, representa para las finanzas nacionales una presión adicional, ya que los subsidios otorgados en 45 meses alcanzan la cantidad de $284,264 millones de pesos (14,213 millones de dólares), al tiempo que las pérdidas en el mismo periodo representan $151,828 millones de pesos (7,591 millones de dólares). Seguiremos atentos a su rescate.
*Rosanety Barrios (@RosanetyBarrios) es Analista del Sector Energético, Consejera Fundadora del grupo Voz Experta, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES) y experta México, ¿cómo vamos?