La cantidad de kilómetros que un vehículo eléctrico de batería (BEV, por sus siglas en inglés) puede recorrer antes de necesitar recargar su batería es generalmente menor a la que puede recorrer un auto de combustión interna antes de necesitar gasolina.
En alguna ocasión les compartí en este espacio que la industria de los autos eléctricos no es nueva; sin embargo, tendió a desaparecer a principios del siglo XX debido a que no había suficiente infraestructura y la electricidad no era tan accesible como la gasolina.
Hoy en día, éste sigue siendo un gran reto para México y para muchos países. La historia nos ha enseñado que cualquier innovación, por extraordinaria que sea, necesita las condiciones para prosperar. Y un elemento clave para que la electromovilidad permee es contar con infraestructura de redes de carga que, además, ofrezca precios competitivos.
La cantidad de kilómetros que un vehículo eléctrico de batería (BEV, por sus siglas en inglés) puede recorrer antes de necesitar recargar su batería es generalmente menor a la que puede recorrer un auto de combustión interna antes de necesitar gasolina.
Por lo tanto, para que la experiencia de los usuarios sea realmente buena y puedan optar por un auto eléctrico con la tranquilidad de que no se quedarán varados en el camino, es necesaria una fuerte inversión en electrolineras, es decir, estaciones de carga públicas para BEV y PHEV (vehículos híbridos enchufables).
Según la Agencia Internacional de Energía, en 2021 el total de cargadores públicos en el mundo fue de 1.8 millones, cifra que representó un aumento de 37 por ciento, pero que es inferior a la tasa de crecimiento de 2020 (45 por ciento) y a las tasas previas a la pandemia. Un tercio de estos fue de carga rápida.
Sin embargo, la misma organización señala que la mayor parte de la red es privada; es decir, los puntos de carga son residenciales o pertenecen a lugares de trabajo, especialmente en países de ingreso medio y bajo, en los que los gobiernos no han implementado o impulsado suficientes políticas que prioricen el desarrollo de una red nacional de infraestructura eléctrica que permita la existencia de más electrolineras.
Un estudio de la firma J.D. Power reveló que en México el 52 por ciento de las personas no compran un auto eléctrico por la poca disponibilidad de electrolineras, además de la falta de incentivos económicos. Haciendo una comparativa, nuestro país cuenta con cerca de 2,100 electrolineras mientras que Estados Unidos tiene alrededor de 42,500, lo cual representa apenas el 5% de la infraestructura que tiene nuestro vecino del norte.
Por su parte, BloombergNEF (BNEF) señaló que en 2022 se invirtieron más de 4,800 millones de dólares en esta industria. También estimó que, en 2021, más del 73 por ciento de la inversión en electrolineras a nivel mundial se destinó a la carga ultrarrápida.
Estas cifras incluyen anuncios de implementación, financiamiento de deuda y adquisiciones, lo cual ha evidenciado la inclinación de los inversionistas por dirigir los fondos al desarrollo de infraestructura para impulsar la venta de vehículos eléctricos y así cumplir con los objetivos de transitar a un transporte más limpio que reduzca la emisión de gases contaminantes.
Otras barreras adicionales para alcanzar esta meta pueden incluir el acceso a la electricidad y conexiones estables a la red, especialmente en carreteras y lugares alejados de grandes centros urbanos.
A pesar de que está aumentando el interés de las grandes corporaciones por los fondos de inversión en infraestructura en México, hace falta mucho más esfuerzo para alcanzar los objetivos y condiciones que se requerirán para satisfacer las necesidades de la flota en las próximas décadas.
Sin duda, es necesario contar con una estrategia conjunta que posibilite el desarrollo de un ecosistema idóneo para que la electromovilidad en México sea una realidad. Debemos trabajar de manera integral y coordinada con el gobierno, academia e instituciones privadas para atraer inversiones y construir una red de estaciones de recarga con precios competitivos y en lugares accesibles, para transformar este desafío en una extraordinaria oportunidad para México.
Por: Francisco N. González Díaz
Presidente del Instituto Nacional de Autopartes