Una investigación de la UPAEP demuestra que la combinación del sustrato de hongos y la flor nube puede remover hasta 46 por ciento de hidrocarburos en suelos agrícolas contaminados por diésel
Una investigación de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) muestra cómo el sustrato de hongos y una especie de flor ornamental conocida como Nube, pueden hacer la diferencia en un suelo contaminado por hidrocarburos, particularmente en aquellas zonas destinadas a la producción agrícola.
En entrevista con El Sol de México, la doctora Beatriz Pérez Armendáriz, investigadora del departamento de Biotecnología Ambiental de la UPAEP, afirmó que la mezcla de estos factores puede ayudar a degradar los hidrocarburos acumulados sobre la superficie de la tierra, los cuales impiden el paso del agua y contaminan la vida silvestre, así como los cultivos destinados para el consumo humano.
“Lo que utilizamos fue esta florecita que es de actividad comercial, como la nube, y por otro lado le agregamos el sustrato que ya no se utiliza, que ya dio lo que tenía que dar en la producción de hongos comestibles, como el caso del champiñón. Los combinamos y lo que queríamos ver era si las bacterias utilizaban esto para poder remover o biodegradar estos hidrocarburos”, señaló la investigadora.
La investigación publicada en la Revista Internacional de Fitoremediación señaló que a solo 50 días de introducir el sustrato y las flores a un suelo contaminado se logró remover hasta un 46 por ciento de hidrocarburos de diésel en suelos agrícolas. Esto lo notaron al analizar la reacción de cultivos de haba y espinaca para ver cómo reaccionaban a este sistema de remediación de suelos contra los que no recibieron tratamiento.
El estudio advierte que en México la principal causa de derrames de hidrocarburos se debe al robo de combustible, conocido como huachicoleo. Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), al corte de junio de 2025 hay mil 127 sitios contaminados en todo el país, donde nueve de cada diez corresponden al derrame y/o fugas de hidrocarburo.
Veracruz es el estado que reporta el mayor número de estos sitios contaminados por derrames y/o fugas de hidrocarburos: el estado suma por sí solo el 31 por ciento de las incidencias a nivel nacional. Tamaulipas, Tabasco, San Luis Potosí y Puebla también son estados que registran más lugares contaminados, además de Baja California que también está entre los cinco estados con más metros cuadrados afectados por esta situación.
“En Puebla y en regiones como Hidalgo, el principal problema de los sitios contaminados por hidrocarburos se debe a que pasan ductos abajo de suelos agrícolas. Entonces cuando sucede un derrame, ya sea por un accidente o por robo de hidrocarburos, se genera una zona contaminada. Esta zona contaminada muchas veces daña a los suelos agrícolas que sirven para poder producir tanto alimentos para el ser humano como para el ganado o incluso para actividades comerciales del área agrícola”, afirmó Pérez Armendáriz.
“Cuando sucede un derrame, ya sea por un accidente o por robo de hidrocarburos, se genera una zona contaminada”
Dificultades para investigar
Beatriz Pérez afirmó que en los años que ella lleva investigando las formas de remediar los suelos contaminados ha enfrentado dificultades para conseguir las muestras de tierra mezclada con combustible en el campo. En ocasiones ella y sus estudiantes tuvieron que ser resguardadas por policías municipales en los puntos de interés, en otras las autoridades de seguridad, como el Ejército, o la población del lugar les impidieron el paso por completo.
“Yo tuve que cambiar un poco el tema porque sí me dio mucho miedo. A donde íbamos a tomar muestras es un sitio alejado de cualquier lugar, sólo hay plantas y plantas”, recordó la investigadora de la UPAEP.
Pérez Armendáriz señaló que los últimos años el acceso a estas zonas se volvió más sencillo, lo que le permitió regresar a su línea de investigación luego de dedicarse por un tiempo a investigar probióticos en el pulque por el temor que sentía de visitar sitios contaminados por huachicol. Para esta investigación su equipo recolectó 25 kilogramos de tierra contaminada en el municipio de San Martín Texmelucan de Labastida, en Puebla, los cuales analizaron para identificar sus propiedades físicas y químicas según las normas oficiales de la Semarnat (NOM-021-SEMARNAT-2000). Se determinó que la concentración de hidrocarburos en esta muestra fue de cuatro mil 900 miligramos por kilogramo de tierra.
“El diésel debe tener más o menos mil compuestos químicos diferentes. La gasolina debe tener aproximadamente 30 por ciento menos, entre 700 y 800 compuestos químicos: cada uno de estos compuestos químicos representa un reto para degradarse. Algunos de estos, como los compuestos poliaromáticos, ya son señalados de poder generar mutaciones en mujeres embarazadas, es decir, que pueden estar asociados con el cáncer en gente con predisposición a ello”, afirmó.
Además, la gasolina en particular puede mezclarse con el agua y diluirse, por lo que la investigadora afirmó que con una pequeña cantidad de este combustible se pueden contaminar muchos litros de agua. Por otro lado, señaló, la gasolina también llega a evaporarse con facilidad, lo que lleva a explosiones como la sucedida en Tlahuelilpan, Hidalgo, en enero de 2019.
Suelo cubierto con plástico
Cuando una zona sufre un derrame de diésel y no se le da atención, esta puede permanecer contaminada por más de 50 años ya que sus compuestos químicos no se degradan con facilidad. Este combustible genera una especie de “capa de plástico” sobre la tierra contaminada, lo cual impide el paso del agua, la transferencia de oxígeno entre las plantas y la viabilidad de los insectos que habitan debajo del suelo.
“Cuando hay un derrame, lo que sucede es como si impermeabilizáramos ese suelo, como si le pusiéramos una capa de plástico. Todos los fenómenos de la vida dejan de suceder, entonces el suelo pierde su vida y lo conocemos como un suelo árido. (…) Recuerdo perfectamente que una vez nos agarró la lluvia y arriba estaba todo húmedo, pero al escarbar poco, me refiero a uno o dos centímetros, el suelo estaba seco”, apuntó.
“Cuando hay un derrame, lo que sucede es como si impermeabilizáramos ese suelo, como si le pusiéramos una capa de plástico”
De acuerdo con su experiencia y según las comunidades con las que ha tenido contacto, Pérez Armendáriz señaló que en algunos casos las autoridades ambientales y los responsables de los derrames hacen “biopilas” para aislar la tierra contaminada por hidrocarburos donde pueden retirar los contaminantes lentamente, aunque este no siempre es el caso.
En otras ocasiones la investigadora afirmó que el método de saneamiento debería ser considerado como un “crimen científico”, pues sólo se agregan más kilos de tierra limpia a los suelos con hidrocarburos, de tal forma que “rebajan” la tierra contaminada para llegar a los límites permisibles por la norma mexicana, más no se atienden de fondo los compuestos químicos.
En esta investigación los científicos observaron cómo crecían semillas de haba en suelos tratados frente a los que permanecían contaminados para evaluar los niveles de toxicidad que estos suelos pueden generar en los alimentos. Los resultados mostraron que las plantas registraron mayores tasas de germinación, mejor desarrollo radicular y menos efectos tóxicos en los suelos intervenidos con la combinación de flor nube y sustrato agotado de hongos, en comparación con los suelos contaminados con diésel que no tuvieron tratamiento.
El uso de este sustrato agotado de hongos junto con las flores genera que las bacterias presentes en ambas especies colaboren para digerir o degradar los distintos compuestos químicos en la tierra, contribuyendo al saneamiento del suelo. Los científicos observaron que esta simbiosis permitió mejorar las condiciones del suelo, al notar la estimulación de los microorganismos que degradan los contaminantes bajo estas condiciones. Esto no solo redujo el nivel de hidrocarburos presentes, sino que también generó un entorno más favorable para la recuperación de la fertilidad agrícola.
“Los científicos observaron que esta simbiosis permitió mejorar las condiciones del suelo, al notar la estimulación de los microorganismos que degradan los contaminantes bajo estas condiciones”
La investigadora de la UPAEP agregó que el experimento tomó alrededor de 50 días en los que notaron una limpieza del suelo de aproximadamente el 50 por ciento a como fue diagnosticado en un inicio, por lo que señaló que los efectos a mediano y largo plazo pueden llegar a retirar los hidrocarburos por completo.
Otra de las ventajas que tiene este método de saneamiento es el bajo costo que representan frente a métodos industriales más complejos que utilizan detergentes, agua caliente o inyección de gases en el subsuelo para liberar a los contaminantes. Los beneficios de esta mezcla de sustrato y flores está en aprovechar recursos que son accesibles en las comunidades rurales y que representan un residuo en la producción de hongos comestibles, y una especie poco valorada para los productores de flores en el país.
Pérez Armendáriz reconoció que el trabajo local de las comunidades con investigadores y la academia es la forma más eficiente de limpiar los suelos contaminados en México, ya que los pobladores de la región son quienes identifican y conviven con estos espacios que representan un riesgo para la salud humana y medioambiental.
Los datos de la Semarnat también detallan que aún hay 269 sitios donde se conoce la afectación del suelo pero que aún no cuentan con un programa de remediación aprobado para junio de 2025.
Asimismo, de los mil 188 lugares en los que la autoridad registró algún método de saneamiento, casi el 80 por ciento fueron respuestas a eventos catalogados como emergencias ambientales, mientras que el 20 por ciento restante se consideran “pasivos ambientales”, es decir, sucesos que no ocurrieron de forma inesperada sino por actividades sociales y económicas que no previeron oportunamente la dispersión de sus contaminantes.
“Estas tecnologías no son experimentos lejanos. Son factibles, de bajo costo y con materiales que los agricultores ya conocen. No se trata sólo de limpiar, sino de devolver la vida a los suelos”, concluyó la investigadora.
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