El primer reporte de la inflación de los precios de la energía en Latinoamérica y el Caribe reflejó un aumento anual del 1.96 % y una tasa mensual de 0.58%, lo que sugiere una posible estabilización.
El primer reporte de la inflación de los precios de la energía en Latinoamérica y el Caribe reflejó un aumento anual del 1.96 % y una tasa mensual de 0.58%, lo que sugiere una posible estabilización con la evolución de la inflación de la región.
Así lo señaló la Organización Latinoamericana de la Energía (Olade), que por primera vez presentó este dato elaborado en conjunto con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y que de ahora en adelante será presentado con carácter mensual.
El informe presentó la evolución de los precios de la energía en América Latina y el Caribe durante los dos últimos años, donde hasta mitad de 2022 se observa una fuerte inflación, que en su pico más alto llegó a ser del 18.41%, y luego una bajada sostenida con valores incluso negativos hasta septiembre de 2023.
Durante la presentación del informe, el secretario ejecutivo de la Olade, el chileno Andrés Rebolledo, atribuyó la fuerte inflación de principios de 2022 a la retirada de algunos subsidios aplicados por algunos países de la región a la energía durante la época de la pandemia de Covid-19 y sobre todo a las consecuencias geopolíticas de la invasión de Rusia a Ucrania.
El descenso posterior con valores negativos como el de -1.5% de julio de 2023 se deben a una reactivación de la cadena logística de comercio internacional y a una mayor producción de hidrocarburos, incluido dentro de la misma región de Latinoamérica.
En estos datos están inmersos los fuertes subsidios que algunos países aplican a la energía y a los combustibles, lo que influyen en que el dato del promedio a nivel latinoamericano vaya a la baja.
Dos años muy volátiles
Rebolledo destacó que estos dos últimos años “han sido especialmente volátiles, con muchas noticias que han impactado a los precios de la energía”.
“En el futuro no tenemos cómo pronosticar en materia de inflación energética. Los acontecimientos son muy vertiginosos y nos impactan de manera importante”, precisó.
Como conclusiones, el secretario ejecutivo de la Olade señaló que Latinoamérica amortiguó la escalada internacional de la energía mucho mejor que el conjunto de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuya mayoría está en Europa y tuvieron que recomponer sus sectores energéticos tras la invasión de Rusia a Ucrania, con alzas en el gas natural de más del 400%.
“Uno de los elementos que nos da una cobertura natural y nos permite enfrentar de mejor manera coyunturas como las descritas tiene que ver con la presencia de incorporación de energías renovables dentro de la matriz de generación eléctrica”, apuntó Rebolledo.
“El 65% de la generación de electricidad es en base a fuentes limpias, y eso es de alguna manera un seguro, una cobertura natural respecto a este impacto, y también porque somos importantes productores de combustibles como petróleo y gas natural. Representamos entre el 6% y 10% de la producción mundial”, añadió.
Para Rebolledo, esto es “un cierto blindaje que permite enfrentar con mejor resiliencia este tipo de choques internacionales, particularmente en los precios, y la producción de biocombustibles apoya y contribuye en esta misma lógica”.
Más diversificación e integración de la energía
No obstante, el exministro de Energía de Chile advirtió que en la inflación “hay una parte fundamental que depende de nuestras propias políticas (nacionales) y decisiones que tomemos en materia regulatoria en nuestros sectores eléctricos o energéticos en general”.
“Tenemos una oportunidad y también un desafío en ser coherentes en lo que implementemos en nuestras políticas”, incidió.
Como recomendaciones, Rebolledo señaló que “una clave central tiene que ver con la diversificación” y con seguir como región “la senda de diversificar la matriz (de generación eléctrica) e incorporar energías renovables, que tienen precios competitivos”.
También valoró la importancia de mantener contratos en materia de suministro a largo plazo (10, 15 o 20 años), lo que “genera estabilidad en el tiempo a los precios y se cubren respecto a ciclos de corto plazo), así como fortalecer la integración eléctrica entre países para ser más resilientes frente a crisis de generación eléctrica como sequías en naciones que dependen mucho de centrales hidroeléctricas.
Con información de EFE.
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