Moody’s rebajó la nota de la compañía tomando como base una reducción de la calificación soberana, pero la dependencia de la CFE a los combustibles fósiles también ha sido un factor clave.
La escasez de nuevos proyectos para la construcción de centrales renovables y el plan de la estatal CFE para continuar con el impulso a los combustibles fósiles ya está dañando su perfil crediticio.
El martes pasado la calificadora Moody’s rebajó la nota de la compañía a ‘Baa2’ desde ‘Baa1’. La baja se explica principalmente por la reducción en la calificación soberana anunciada por la agencia el viernes pasado. Pero Moody’s también ha tomado en cuenta el desempeño intrínseco de la estatal –independiente de las finanzas federales– y decidió reducir la evaluación de su crédito base de la compañía de “ba2” a “ba3”.
La agencia argumenta que esto último ha sido resultado de una posición crediticia más débil de la estatal en medio de un entorno de altos precios en los energéticos –ocasionado por el conflicto de Rusia y Ucrania y los cambios en los patrones de producción y consumo generados por la pandemia–. La decisión de la compañía de no invertir en centrales que no usen combustibles fósiles –principalmente gas– y detener las inversiones de privados la está atando a las fluctuaciones de los precios en los mercados internacionales y la situación apunta a no cambiar en el corto plazo.
El aumento histórico en los precios de los energéticos está afectando a todas las compañías a nivel internacional. Pero empresas, como la CFE, que han evitado pluralizar sus inversiones tienen un nivel más alto de exposición. La estatal genera alrededor de la mitad de la electricidad que vende con gas natural, que en su mayoría es importado. “Una falta de diversificación de tu matriz energética o seguir dependiendo de los combustibles fósiles es un riesgo que ahora se está materializando en los números”, dice Adrián Garza, analista líder de infraestructura de Moody’s en una entrevista. “El problema de fondo es una alta exposición a los precios del gas natural, a las importaciones de gas natural”.
La compañía dará a conocer la próxima semana sus resultados financieros del segundo trimestre del año, en el que podrá hacerse tangible el impacto que ha tenido el precio del gas –que ha tocado niveles históricos en los últimos meses– sobre sus finanzas. Moody’s ya anticipa que la compañía reportará un flujo operativo negativo en lo que resta del año y mantendrá un desempeño financiero débil en los próximos 18 o 24 meses.
La agencia estima que los precios del gas natural se mantendrán muy por encima de los precios históricos en 2022 con una reducción gradual en 2023, lo que continuará presionando los costos operativos de la estatal. Ya en el primer trimestre la compañía gastó 31% más en la compra de combustibles en comparación con el mismo periodo de un año antes.
La estatal ha decidido optar por nuevas centrales de ciclo combinado –que funcionan a base de gas– y dar una segunda vida a algunas de sus centrales que ya estaban programadas a salir de operación, hasta ahora solo se ha hecho público un proyecto fotovoltaico en el norte del país. “Además de este parque solar en Sonora, no hay un pipeline de proyectos nuevos de energías renovables. ¿Entonces esto qué está provocando? Que la exposición al gas natural o la dependencia del gas natural continúe alta”, dice Garza.
La CFE defendió en un comunicado de prensa que está fortaleciendo nuevas líneas de negocio para incrementar sus ingresos y disminuir sus riesgos. “Si bien se han presentado factores coyunturales, exógenos y de corto plazo que no son exclusivos de la CFE, sus fundamentos técnicos, operativos, humanos y financieros permanecen sólidos”, se lee en una nota.
Moody’s, dice Garza, no tiene planeado reducir aún más la calificación crediticia de la compañía, al menos en los próximos dos años. Pero ya anticipa que la poca inversión que se ha hecho durante el gobierno actual creará mayores costos para la empresa y aumentará sus necesidades de inversión en el mediano plazo.