La compañía anunció un proyecto hace algunos días que se trataría del primer proyecto de su tipo en el país.
CFE anunció hace unos días un proyecto del cual poco se había escuchado hablar y que poco se utiliza en el mundo: una central solar flotante. Un tipo de planta que se coloca sobre cuerpos de agua –generalmente presas o hidroeléctricas– para aprovechar al máximo los dos recursos. Esta tecnología es utilizada por países, generalmente asiáticos, que buscan su conversión hacía métodos de generación renovables.
La idea es instalar la central al norte del país, en Sinaloa o en Coahuila, una región en donde el potencial que puede alcanzar el nearshoring depende en gran medida de que el país pueda contar con fuentes de energía limpia, un requisito ya casi implícito para todas las compañías. Pero entre los analistas, el proyecto genera dudas.
Las centrales solares flotantes suelen construirse en regiones donde la regulación limita la puesta en marcha de más plantas fotovoltaicas en tierra firme, donde ya no hay terrenos disponibles para su construcción o sitios donde se busca proteger la evaporación del agua de las presas para garantizar el suministro eléctrico. En México, el único factor que podría aplicar para la decisión sería el último, dice Elie Villeda, un especialista en el mercado eléctrico solar.
De bote pronto la idea anunciada por la estatal puede considerarse buena: se trata de recursos renovables, algo poco explorado por la CFE. Además, la propuesta se hace en un momento en el que la generación eléctrica está por debajo de la demanda.
Los retos detrás del proyecto
Entre los analistas uno de las principales dudas que genera el proyecto son los costos. Algunas estimaciones indican que estos proyectos tienen el doble de costo que una central fotovoltaica en tierra. La CFE ha dicho que los recursos se obtendrán de una nueva línea de crédito brindada por la Agencia Francesa de Desarrollo, pero no ha detallado cuál será el costo del proyecto ni la duración de la construcción.
“Es una tecnología que sigue siendo muy cara para instalar. Estás hablando de complejidades de construcción, complejidades de operación y mantenimiento. Todas estas complejidades de mantenimiento y operación lo hacen más caro que otras centrales”, dice Villeda. “Es muy sencillo que algo salga mal en estos proyectos, es por eso que los hay a cuenta gotas y se tienen que analizar muy bien, tanto los cuerpos de agua, como el sistema de interconexión.
La estatal no ha detallado en qué presa o en qué cuerpo de agua instalaría la central. Ha dicho que podría tratarse de Sinaloa o Coahuila, en donde los analistas aseguran que el sistema de transmisión está saturado.
Si la CFE decidiera construir este parque solar sobre una hidroeléctrica que esté cerca del centro de consumo o en un sitio con infraestructura de interconexión subutilizada podría resultar en un buen proyecto. El problema, explican, es que se busca que el parque genere energía eléctrica renovable en más de 120 MW y no cualquier cuerpo de agua tendría capacidad para la instalación.
Los costos también se incrementan porque la tecnología es nueva y todos los estudios que se deben realizar para su viabilidad son más caros que el resto.
Los beneficios vienen un poco después, en la operación, porque ambos recursos no tienen costo y logran combinarse para tener una fuente de energía estable que mejora la estabilidad del sistema eléctrico, un tema complejo este sexenio.
Un estudio de la Universidad Islámica de Tecnología de Bangladesh dice que “las dos fuentes de energía pueden optimizarse perfectamente y que la energía fotovoltaica puede compensar la escasez de agua, mientras que la energía hidroeléctrica podría compensar los pobres rendimientos de la matriz flotante durante la temporada de monzones”. También este tipo de plantas no afectan áreas de comunidades o agrícolas, como sí lo hacen otro tipo de centrales, como las eólicas.
“De bote pronto suena muy viable porque tenemos una de las mejores radiaciones del mundo. Es muy viable en el aspecto sustentable, mucho mejor que tener plantas de carbón o de combustible”, dice Daniel Ortiz, el director de Etesla, una compañía de paneles solares. “Pareciera que es muchísimo más rentable en tierra que en agua, pero lo que necesitamos son más datos del proyecto”.
Referentes internacionales
Países como Indonesia, Malasia, Vietnam y Tailandia ya han puesto en marcha estos proyectos.
Tailandia, a través de la Autoridad de Generación de Electricidad de Tailandia (EGAT) ya ha instalado algunas celdas solares en presas de la compañía estatal. Esta fue la primera empresa pública que combinó la energía solar flotante con la hidroeléctrica. Como funciona es que la electricidad que se genera durante el día proviene de los paneles solares y cuando no hay luz solar o es de noche la energía se produce a través de la planta hidroeléctrica.
La estatal informó en su boletín de hace algunos días que desarrollaría la primera central solar flotante de América Latina. Pero el año pasado ya fue puesta en marcha ya una de estas plantas en Córdoba, Colombia. En el proyecto, llamado Aquasol, liderado por Noria Energy, un desarrollador con sede en California, se instalaron más de 2,800 módulos solares sobre la presa Urrá, en lo que es hasta ahora el proyecto más grande en América del Sur.
CFE comenzó hace unos años con la construcción del parque solar de Puerto Peñasco y anunció la creación de plantas de ciclo combinado para dotar de energía al sur del país. Pero hasta ahora ninguno está en funcionamiento, y nada garantiza que con este último suceda algo distinto, sobre todo cuando ha sido anunciado en el último tramo del sexenio.
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