Los anuncios se han dado después de semanas de reuniones diplomáticas y tras una serie de roces con empresas y el Congreso estadounidense.
El discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador en la Cumbre de las Principales Economías, del pasado viernes, pudo haber sorprendido a más de uno. El gobierno parece haber cedido a las exigencias internacionales y después de casi cuatro años de silencio sobre las acciones de México frente al cambio climático, el mandatario dijo que el país cumpliría con algunos ambiciosos compromisos.
Una visita de John Kerry, el enviado para el clima de Estados Unidos, precedió el anuncio. Todo indica que no se trata de una coincidencia: el gobierno y las empresas estadounidenses jugarán un papel importante dentro de la nueva estrategia. El presidente mexicano ha anunciado la construcción de parques solares y eólicos de la mano de la inversión privada de aquel país.
Aún no se dice más sobre la modalidad de las alianzas, pero esto representa un cambio importante en el discurso, que recurrentemente desdeña al capital de las compañías privadas.
El anuncio también incluye explorar la posibilidad de crear parques solares e infraestructura de transmisión en la frontera entre México y Estados Unidos, para así intentar poner en marcha un negocio que se erige desde hace años como una oportunidad importante de colaboración entre ambos países, pero que no ha logrado concretarse: la exportación de energía producida en México a territorio estadounidense.
El plan anunciado el viernes –que se sale de la narrativa recurrente– se da a conocer en medio de algunos roces recientes entre el gobierno mexicano y empresas estadounidenses. Los desacuerdos y acusaciones nunca han escalado mediáticamente como ha sucedido con compañías como Iberdrola.
Pero México tiene algunos procesos pendientes, resultantes de los cambios constantes en la legislación y las intenciones por aprobar una reforma que cerraría el mercado a los inversionistas privados. Al mismo tiempo en que se anuncia este plan de colaboración, el gobierno mexicano enfrenta también un ambiente de tensión con el sector petrolero y de hidrocarburos. Tiene pendientes dos notificaciones de disputa de compañías del país vecino: Montería y Talos Energy. Ambas han amagado con recurrir a tribunales internacionales: la primera por el cierre de una terminal de almacenamiento de combustibles en Tuxpan y la segunda debate por el campo Zama, el primer yacimiento de petróleo descubierto por una compañía privada y para el que la Secretaría de Energía designó como titular a Pemex. Para este segundo caso, el presidente ya ha hecho adelantos de un posible acuerdo.
López Obrador ha sido breve sobre las medidas –que son en total 10–, pero ha dicho que 17 compañías estadounidenses serán parte del plan. Ese número coincide con el número de empresas dedicadas al negocio de renovables con las que la administración mantuvo una reunión hace un par de semanas. Nunca se reveló el contenido de los acuerdos, pero los diálogos parecen haber dado frutos. De concretarse, estas nuevas inversiones podrían terminar con la sequía de grandes proyectos de energía renovable.
Durante sexenios pasados, la estatal CFE dejó la tarea de construir nuevas centrales solares y eólicas al sector privado y con la suspensión de las subastas eléctricas –al inicio de esta administración–, el ritmo de crecimiento se ha desacelerado. Los analistas ya advertían que la inercia de las subastas eléctricas solo duraría los primeros años del actual sexenio.
La capacidad de generación eólica y solar ha continuado creciendo, pero cada vez a un ritmo más lento. Los propios datos gubernamentales hablan de una baja en el ritmo de adhesión de nueva capacidad. La energía eólica sólo creció 1,372 gigawatts durante el año pasado, en 2019 y 2020 aumentó en 2,976 y 4,291 gigawatts, respectivamente. En la solar ha ocurrido algo similar, aunque menos drástico, el año pasado se sumaron 4,359 gigawatts, en los dos años anteriores estas cifras eran de 4,359 y 5,871 gigawatts. El único proyecto de gran escala anunciado en los últimos años ha sido un nuevo parque solar de la estatal CFE en Puerto Peñasco, Sonora.
Los analistas del sector ya habían previsto una modificación en el discurso presidencial tras la llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos hace más de un año, pero este cambio llevó tiempo.
En la agenda bilateral la migración y el cumplimiento de los acuerdos laborales se habían convertido en los temas principales. Congresistas y organizaciones empresariales de Estados Unidos habían enviado cartas de manera recurrente al presidente Biden para exigir un diálogo con el gobierno mexicano por los constantes cambios regulatorios, pero la administración estadounidense optó por el silencio mediático y se decidió por el diálogo.
John Kerry ha visitado el país en cuatro ocasiones durante el sexenio, tres de ellas en lo que va del año. “Señor presidente, muchísimas gracias por estos 10 compromisos tan importantes y esperamos seguir trabajando con usted en su compromiso de transición a ser una economia limpia”, ha dicho Kerry al final de la participación del mandatario mexicano.
La primera señal de cambio en el discurso se dio el año pasado, previo a la edición pasada del mismo evento, la Cumbre de las Principales Economías sobre Energía y Clima. Pero ahí no se dibujó una estrategia clara. En esa ocasión, el presidente López Obrador decidió no participar, pero envió un video desde Palenque, Chiapas.
Ahí el compromiso fue muy distinto: dijo que México extraería como máximo 2 millones de barriles diarios de crudo –dejando de lado su meta de 2.7 millones de barriles– como parte de los esfuerzos de su gobierno por no elevar la temperatura del planeta. También dijo que propondría eliminar el uso de combustóleo en el país. La primera premisa parece se cumplirá –Pemex tampoco ha logrado incrementar de manera importante su producción–. De la segunda no hay rastros de cumplimiento.
En esta ocasión solo un anuncio quedó pendiente. El presidente había adelantado que el país incrementaría su meta de generación de energías limpias, pero el compromiso no aumento. Pero México se quedó con el mismo objetivo: que 35% de la electricidad que usa sea generada mediante energías renovables. Un objetivo que para México podría ser complicado, toda vez que ha fallado en sus metas de 2018, 2021 y se perfila a no cumplir con el porcentaje que se fijó para el año próximo.