El mundo moderno utiliza energía primordialmente en tres “presentaciones”, calor, combustible líquido (gasolinas, diésel) y electricidad. El reto de los años siguientes será aumentar la calidad de vida de los ciudadanos, lo que requiere mayor consumo de energía, mientras se reducen los impactos ambientales. Recordemos que el consumo de energía no es un objetivo, sino una herramienta para aumentar dicha calidad de vida.
Con esto en mente, varias soluciones se han planteado para reducir el impacto ambiental de toda la energía que consumimos. Electrificar todo es visto como una posible solución; sin embargo, también se habla de utilizar hidrógeno para remplazar los combustibles líquidos, para generar calor a través de combustión y hasta como almacenamiento. Se habla de hacer este cambio con energía solar y eólica junto con baterías (VRE) como la base del sistema energético. ¿El problema? Seguir este modelo volverá la energía increíblemente cara y no logrará detener el deterioro ambiental.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico lo confirma desde 2019 en su estudio Los costos de la descarbonización: costos de sistemas con alta participación de energía nuclear y VRE. No hay sistema con energía más cara que uno basado en VRE. También JP Morgan en su reporte Eye on the Market Annual Energy Paper: Growing Pains: The Renewable Transition in Adolescence nos demuestra la relación directa que hay entre VRE y precio de la electricidad. A mayor participación de VRE, mayor es el precio. En contraste, el estudio Electricity prices and public ownership: Evidence from the EU15 over thirty years demuestra que los países con energía nuclear (la cual está asociada a participación estatal) observan precios de la electricidad en promedio 20 por ciento menores.
En material ambiental, la Comisión Económica para Europa de Naciones Unidas, en su Análisis de ciclo de vida de opciones de generación de electricidad demuestra que no hay electricidad de menores emisiones de CO2 que la energía nuclear, sólo 6 gr por cada kwh. Esto considerando todo el ciclo de vida de la planta nuclear (construcción, operación y cierre). Pero las emisiones de CO2 no son los únicos impactos ambientales que existen. Las VRE dependen masivamente de la minería y los requerimientos de materiales son mucho mayores que otras fuentes. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía, en El rol crítico de los minerales en la transición a energías limpias, recuerda que no existe una fuente de energía con menor impacto ambiental que la energía nuclear. Las VRE requieren entre 10 y 12 veces más minerales por cada unidad de energía que se genera comparado con la energía nuclear (y esto sin contar los gigantescos requerimientos de minerales para las líneas de transmisión extra necesarias en un sistema VRE y los de las baterías). Resulta curioso que haya gente que piense que vamos a salvar al mundo de la destrucción ambiental, minándolo.
La realidad es que la energía nuclear puede ser la base de un sistema energético limpio y eficiente. Podemos generar el calor que requerimos para los procesos industriales con energía nuclear. Actualmente cerca de 70 por ciento de la energía generada en una reacción nuclear se desperdicia como calor. ¿Hidrógeno? El hidrógeno rosa, producido con nuclear, es el más limpio de todos. Hasta desalinización de agua puede hacerse, ayudando a aliviar el estrés hídrico del país. Todo esto no es un sueño; actualmente, todos estos usos se le dan a la energía nuclear en los submarinos.
Todo esto, ¿cómo se relaciona con México? Aquí tenemos una vocación industrial y con el nearshoring esto se multiplicará aún más. Esto hace que necesitemos un suministro de energía que sea confiable, constante, limpio, seguro y, sobre todo, (si queremos ser “competitivos” vs otros países) barato. No hay ninguna fuente de energía que logre todas estas características más que la energía nuclear. El capital humano existe y se han realizado estudios que confirman que es factible instalar dos reactores adicionales en el mismo sitio. Esto llevaría la participación de la energía nuclear a cerca de 9 por ciento de la electricidad producida a escala nacional. De manera paralela, podemos instalar pequeños reactores modulares que remplacen las “calderas” de termoeléctricas convencionales. En mi opinión, debemos llegar a que al menos 75 por ciento de la electricidad sea producida a través de energía nuclear. Sin duda es la mejor inversión, muy por arriba de las VRE. Tan es así que el FMI en su estudio Building Back Better: How Big are Green Spending Multipliers calcula los multiplicadores económicos de diferentes fuentes de generación de energía. La energía nuclear tiene un multiplicador de cuatro vs apenas uno de las VRE. ¿Qué esperamos? El futuro de la energía limpia, segura, confiable y barata está claro. ¡Es la energía nuclear!