Alacero señaló que por el crecimiento de las inversiones por la relocalización de empresas se espera un aumento de 2.5% en la demanda del metal en 2023.
México tiene un panorama favorable para la industria del acero, ya que con la relocalización de las empresas por la tendencia de nearshoring, así como el regreso de la producción y fabricación de bienes, denominado reshoring, el consumo de este metal crecerá por encima del promedio estimado para todo América Latina.
Alejandro Wagner, director ejecutivo de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), dijo a Forbes México que se prevé que la demanda crezca 2.5% en 2023 y 2.6% en 2024, con lo que sería el país que más se vea beneficiado por esta regionalización.
La previsión para América Latina es que en 2023 crecerá en promedio 1.8% y en 2024, 2.5%, por lo que México tendría un mejor desempeño en el consumo de acero, impulsado por la inversión extranjera directa que llegará en los próximos 24 meses por el nearshoring y reshoring.
México no solo crecerá más que América Latina este año en demanda de acero, también más que el mundo, pues se espera que el aumento a escala global sea de 1.7%.
“Con las condiciones actuales que nos comprende nuestra región (América Latina), tenemos a un Brasil con un crecimiento muy bajo o casi cero para este año, un estimado que no va a pasar de 1%, pero con un México definitivamente que impulsa más el crecimiento del acero por el aumento posiblemente de las inversiones extranjeras directas del nearshoring. (…) En México lo que va a impulsar la demanda de acero en los próximos 12 o 24 meses, a diferencia de otros años, es más la manufactura que la construcción”, explicó Wagner.
Para el director ejecutivo de Alacero, las nuevas inversiones, por ejemplo, el caso de la instalación de la planta de Tesla en Monterrey, que no es la única, impactarán positivamente a la industria del acero.
“Esas inversiones son obviamente muy impulsadas por el mercado norteamericano y por la tendencia poscovid que ya existía antes, pero que empieza a acelerar después de la pandemia, entendiendo muchas empresas y países que la globalización hizo que se tomará el costo de producción como el principal driver de decisión y como consecuencia localizar empresas o manufacturas fuera de la región buscando economía de costos, pero la pandemia puso en duda eso, entendiendo que no siempre el menor costo es la mejor opción”, afirmó.
El acero y la transición energética
La industria del acero y aluminio, junto con la del cemento y química, que son intensivas en uso energía, representan aproximadamente el 8% de las emisiones de CO2 globales, pero en Latinoamérica esa incidencia es baja, ya que los grandes emisores son China y Estados Unidos.
Wagner indicó que la industria siderúrgica tiene el gran objetivo de descarbonizarse, aunque el impacto porcentual puede ser bajo, el acero es y va a seguir siendo por muchos años muy utilizado, pero sí va a ver una evolución a un metal más verde.
Además, el acero es fundamental en el desarrollo de infraestructura para la transición energética.
“Cambio climático es la gran oportunidad que tiene América Latina y nuestro sector particularmente por la tendencia del reshoring y nearshoring, pero también por la tendencia de la descarbonización”, dijo.
Para esto, las industrias están invirtiendo para descarbonizar sus negocios con metas a 2030 y a 2050; “la producción de acero va a cambiar radicalmente en los próximos 20, 30 años”, previó el director de Alacero.