Las nuevas condiciones en México compiten con marcos legales más favorables de los países Guyana, Brasil y Estados Unidos
Ciudad de México — El nuevo modelo de inversión mixta entre la compañía estatal Pemex y empresas privadas, propuesto por el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y recientemente aprobado por el Congreso, fue recibido con desinterés al interior del sector, dijeron a Bloomberg Línea personas de la industria que pidieron el anonimato porque no pueden hablar públicamente del tema.
El profundo paquete de cambios legislativos busca fortalecer a las empresas estatales, pero con la participación privada bajo nuevas condiciones sin competencia mediante tres modelos: asignaciones para Pemex, contratos mixtos y participación privada en áreas que no sean del interés de la petrolera mexicana.
“Van a dar más certidumbre a la inversión (…) y quedan claras las reglas para la inversión privada, que eso también es importante”, declaró la mandataria un día después la mandataria mexicana durante una conferencia de prensa matutina en la Ciudad de México.
El nuevo esquema está generando poco entusiasmo entre algunos actores dentro del sector petrolero privado, en medio de la competencia con otros esquemas en países como Guyana y Brasil y precios del petróleo y gas poco favorables.
Una de las principales razones que provoca desinterés entre las petroleras está en la nueva Ley del Sector Hidrocarburos porque reduce la recuperación de costos en los contratos de inversión mixta a 30% hasta un máximo de 40%, mientras que, en la legislación anterior, el porcentaje de recuperación se ubica entre 60% y 75%, explica una de las personas consultadas por Bloomberg Línea, que prefirió mantener el anonimato.
El estrecho margen para la recuperación de costos genera desconfianza sobre la rentabilidad en inversiones mixtas —conocidas anteriormente como asociaciones público-privadas o farmouts—, dijo otra persona del sector petrolero.
Una tercera fuente consultada incluso menciona que la recuperación de costos en el contrato de exploración, bajo la modalidad de producción compartida, como es el caso del megacampo Zama, se incrementa hasta 125% cuando el yacimiento inicie producción, es decir, el Estado mexicano pagaría a las compañías poseedoras del contrato.
Las adversidades también se presentan en el tema financiero. La inversión mixta impide que la empresa privada, referida en la ley como “participante”, busque préstamos a partir de los beneficios del contrato mediante un número de barriles, un argumento suficiente para obtener dinero en los mercados financieros, y que solo Pemex puede hacerlo.
Existe la posibilidad de participación privada similar a las rondas petroleras del expresidente Enrique Peña Nieto, bajo el argumento de que Pemex no tendría interés de explotación, pero requeriría profundos análisis técnicos y financieros ante las nuevas condiciones que generan un mínimo entusiasmo entre las compañías.
Pemex, la petrolera más endeudada del mundo con pasivos financieros por US$97.600 millones, necesita dinero fresco para levantar su producción petrolera que ha caído hasta los 1,7 millones de barriles por día, un declive presionado por los problemas operativos e impagos multimillonarios a proveedores y contratistas.
Tras la aprobación en el Congreso el 12 de marzo, Sheinbaum dijo que publicará la nueva legislación y abundará en la importancia de las leyes secundarias el próximo 18 de marzo de 2025, aniversario de la expropiación petrolera de 1938.
Competencia internacional e incertidumbre legal
Las nuevas condiciones en México compiten con marcos legales más favorables de los países Guyana, Brasil y Estados Unidos con el fuerte impulso de la política petrolera “Drill, Baby, Drill” del presidente Donald Trump.
Además, las petroleras privadas han perdido el incentivo de un regulador imparcial tras la extinción de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), cuyas funciones fueron absorbidas por la Secretaría de Energía (Sener), una señal que las compañías leen como un posible conflicto de interés.
El antecedente existe con el yacimiento compartido Zama, cuando en 2021, la Sener decidió que Pemex operará el megacampo marino en lugar de la estadounidense Talos Energy, descubridora del activo junto con Harbour Energy y Wintershall Dea. Sin embargo, la estructura legal diseñada por el equipo de Peña Nieto estableció que la dependencia mexicana tuviera la última palabra en este tipo de casos.
Las compañías ven un desgaste importante con el Gobierno mexicano a partir del sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, un político nacionalista conocido como AMLO, quién suspendió indefinidamente nuevas rondas petroleras al inicio de su mandato presidencial, luego de la apertura a la inversión privada en el sector petrolero de México, apoyándose en las metas incumplidas y la promesa de rescatar a Pemex.
El Gobierno de su antecesor Peña Nieto prometió que la producción petrolera de México subiría de 2,5 millones a 3 millones de barriles diarios con su reforma energética, de los cuales 500.000 barriles vendrían de los bloques licitados a la iniciativa privada, pero no solo incumplió el aumento, sino que registró un desplome de 700.000 barriles hasta 1,8 millones de unidades diarias al cierre de 2018.
En ese contexto de apertura, Pemex firmó tres asociaciones en los campos Trión —descubierto por la compañía mexicana y quedándose solo con el 40% de la participación accionaria—, Ogarrio y Cárdenas-Mora con la asutraliana Woodside Energy (antes BHP Billiton), la egipcia Cheiron y la alemana Wintershall Dea, respectivamente.
AMLO mantuvo los contratos privados en su administración, pero fijó una meta de 280.000 barriles diarios al sector privado. Las petroleras fracasaron. Al cierre de 2024, las compañías extrajeron un promedio anual de 97.000 barriles diarios, 65% por debajo del objetivo presidencial. Los incumplimientos también ocurrieron en materia de inversiones privadas.
El expresidente incluso dijo que podría cancelar contratos ante la falta de inversión e incumplimientos de contrato, pero no lo haría porque las compañías harían un “alboroto”.
El desgaste en la relación aumenta con la incertidumbre sobre nuevas inversiones por la reforma al Poder Judicial que contempla la designación de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante elecciones populares en junio de 2025.
Otro factor adicional es la falta de éxito comercial en múltiples bloques licitados que ha causado la salida de gigantes petroleros como BP, Chevron, Shell y CNOOC del negocio mexicano de exploración y producción.
Una excepción de colaboración del Gobierno con la inversión privada en materia petrolera fue el empresario y hombre más rico de México, Carlos Slim Helú, quien ha forjado una alianza con Pemex para desarrollar el megacampo de gas Lakach, un complicado proyecto que enfrenta problemas de infraestructura, además de haber comprado la participación en dos campos marinos a la familia Baillères y la adquisición accionaria en Talos, copropietaria de Zama.
Inversiones mixtas en proyectos de gas, casi imposibles
Mientras las posibilidades en proyectos de petróleo, dice una de las personas, parecen muy complicadas con precios por barril de US$63 dólares, para el caso del gas, con los precios actuales de US$4 dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU), se vuelven prácticamente imposibles, advierte una de las fuentes.
La necesidad de gas en México es significativa porque con este hidrocarburo el país genera más del 60% de su electricidad, el problema es que el 70% de la demanda se atiende con gas importado desde Estados Unidos vía ductos, en medio de una guerra comercial entre ambos países. México recientemente experimentó la vulnerabilidad de depender del gas extranjero.
En febrero de 2021, una tormenta invernal paralizó a la industria petrolera de Texas. Esta situación provocó cortes de energía a más de cuatro millones de clientes. Este evento provocó una disputa legal entre CFE y una filial de Goldman Sachs por un contrato de gas que finalmente perdió la empresa estatal que actualmente dirige Emilia Calleja.
Con información de Zenyazen Flores.
Por Arturo Solís
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