Organizaciones ambientalistas advierten que el nuevo megaproyecto oficial, el Gasoducto Sureste, que surtirá de gas natural a la refinería Dos Bocas y a la CFE, amenaza un gigantesco corredor de arrecifes del que forman parte un parque nacional y áreas protegidas. La construcción se hará mediante una inversión público-privada, las obras estarán a cargo de la empresa TC Energía, antes Trans Canadá, y se planea que el gasoducto entre en operación en 2025.
En el Golfo de México, frente a las costas de Veracruz, se extiende un corredor de más de 650 kilómetros de arrecifes coralinos que es prioritario para la protección ambiental y fuente de ingresos para miles de pescadores. Ahora ese “tesoro sumergido” –como lo llama la comunidad científica– está en riesgo por un proyecto de gasoducto marino.
El reciente anuncio de la construcción del Gasoducto Sureste prendió las alertas de las organizaciones ambientalistas, porque el trazo pasará a 550 metros el Área de Protección de Flora y Fauna del Sistema Arrecifal Lobos Tuxpan.
Desde hace varios años los expertos han documentado el hallazgo de al menos 38 nuevos arrecifes –algunos sumergidos, cuya existencia se desconocía– con más de 130 especies marinas y lo designaron Corredor Arrecifal Suroeste del Golfo de México.
El hallazgo de estos arrecifes permitió entender que los grandes sistemas arrecifales no se encuentran aislados geográficamente sino están conectados. Lo llaman corredor porque se une con zonas ya conocidas como el área de Protección de Flora y Fauna Sistema Arrecifal Lobos Tuxpan, los arrecifes en la región de Los Tuxtlas y el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano.
El trazado del gasoducto a cargo de la empresa TC Energía (antes Trans Canadá) pasará por esta ruta.
Según la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada ante el gobierno federal, el nuevo ducto conectará el gasoducto Texas-Tuxpan con una estación en Tuxpan; la ruta continuará por 692 kilómetros de océano y se conectará con otra estación en Coatzacoalcos; de ahí seguirá su ruta marina hasta Dos Bocas, en el municipio de Paraíso, Tabasco, en cuya refinería el gas natural será distribuido a las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Leonardo Ortiz Lozano, investigador de Instituto de Ciencias Marinas y Pesquerías de la Universidad Veracruzana, advierte que el trazo pasará por la ruta de estos arrecifes, los cuales, por ser “nuevos” para la ciencia, carecen de esquemas de protección, y aunque están documentados en estudios científicos, la MIA del gasoducto ni siquiera los contempla.
En el libro Corredor Arrecifal del Golfo de México: retos y oportunidades, coordinado por Ortiz Lozano y publicado en 2021 por el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) como resultado de un proyecto para la protección de dicho corredor, ya se advertía que el desconocimiento de estos arrecifes podría tener malas consecuencias debido a los proyectos de la industria de hidrocarburos, así como a las intensas actividades pesqueras en la plataforma continental.
Los científicos consideran que las evaluaciones de impacto ambiental de obras, actividades portuarias y de la industria de hidrocarburos deben incluir medidas de prevención y mitigación para estos ecosistemas.
El 13 de junio y el 11 de julio pasados, la empresa transportadora de gas natural, La Huasteca, filial de TC Energía, ingresó ante la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiental (ASEA) dos trámites por separado para el Procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental en su etapa terrestre y marítima para el Gasoducto Extensión Sureste.
El proyecto es una asociación público-privada entre la empresa TC Energía y la CFE, con una inversión de 4 mil 500 millones de dólares.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2395 de la revista Proceso.