Un descubrimiento revolucionario sugiere que el sonido submarino podría amplificar la energía de las olas, abriendo la puerta a una fuente eléctrica prácticamente inagotable. Además, esta tecnología podría mejorar la detección de tsunamis en todo el mundo. ¿Está el océano a punto de convertirse en la central del futuro?
El inmenso poder de las olas ha fascinado a científicos durante décadas, pero su aprovechamiento real sigue siendo un desafío técnico. Ahora, un hallazgo inesperado revela que las ondas sonoras submarinas podrían ser la clave para multiplicar esta energía natural. Un avance que no solo promete revolucionar las energías renovables, sino también salvar vidas.
El movimiento oceánico genera entre 50 y 80 teravatios de energía, el doble o el triple del consumo anual de toda la humanidad. Basta con capturar apenas el 1% de esa fuerza para abastecer la mitad de las necesidades eléctricas globales. Sin embargo, la dificultad técnica de aprovechar esta energía, especialmente en aguas profundas, ha limitado su desarrollo.
El inmenso potencial oculto en las olas
La energía de las olas, a diferencia de la solar o eólica, ofrece una producción constante y predecible, lo que la convierte en una opción inexplorada pero extremadamente prometedora.
El papel oculto del sonido bajo el agua
Un reciente estudio plantea una estrategia innovadora: utilizar ondas acústicas submarinas para amplificar las olas superficiales. En el océano conviven ondas creadas por el viento y la gravedad, y ondas sonoras provocadas por fenómenos naturales. Mediante un fenómeno conocido como tríada resonante, dos ondas acústicas pueden sincronizarse para transferir su energía a una ola superficial, aumentando su tamaño hasta en un 30%.
Este proceso resulta especialmente eficiente en aguas poco profundas, donde la energía se transfiere con mayor facilidad.
Hacia una energía oceánica más accesible
Ya existen generadores de ondas acústicas en laboratorio, y la idea sería adaptarlos a gran escala para estimular las olas localmente. Esto mejoraría la eficiencia de tecnologías existentes, como las turbinas undimotrices y las columnas de agua oscilantes, sin alterar el entorno marino.
Además, las presiones requeridas para este proceso son relativamente bajas, lo que minimiza riesgos como la cavitación, protegiendo así la vida marina.
Más allá de la energía: Tsunamis y alerta temprana
El potencial de esta interacción va más allá de la energía renovable. Tras el tsunami de Tonga en 2022, se confirmó que las ondas acústicas naturales pueden resonar con las olas, sugiriendo que en el futuro podría ser posible reducir el impacto de tsunamis.
Aunque modular un tsunami sigue siendo un reto titánico, usar hidrófonos para detectar cambios en el océano sí es una aplicación inmediata. Con apenas 30 estaciones de sensores, se podría mejorar radicalmente la velocidad y fiabilidad de los sistemas de alerta actuales.
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