Los Criterios Generales de Política Económica para este año señalan que “los ingresos petroleros se han estabilizado junto con la plataforma de producción de petróleo, la cual, desde 2020, revirtió su tendencia negativa y registró caídas”. Aunque esto pareciera ser cierto —los datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos muestran que Pemex Exploración y Producción produjo 1 millón 757,000 barriles de hidrocarburos líquidos en noviembre de 2022— es fundamental saber a qué costo.
El miércoles, la agencia de noticias Reuters reveló en exclusiva que Pemex quemó el equivalente a 342 millones de dólares de hidrocarburos en los últimos tres años en los campos Quesqui e Ixachi. La nota revela que, de acuerdo con un documento de la CNH, Pemex destruyó de forma ilegal recursos equivalentes a 275 millones de dólares en Ixachi y 67 millones en Quesqui.
Ambos campos, Quesqui e Ixachi, forman parte del grupo de yacimientos prioritarios identificados por esta administración para explotar de forma acelerada, aumentar la producción de Pemex y llevarla a las metas inalcanzables que prometió el presidente en campaña. Dentro de este desarrollo acelerado para lograr las metas, se empezaron a explotar estos campos sin contar con la infraestructura necesaria, lo que llevó a estas pérdidas.
Ésta es una prueba más de la improvisación en este gobierno y cómo la política pública, en este caso la planeación para la producción de hidrocarburos, se formula en la mañanera y los diversos funcionarios ven cómo hacerle para cumplir las órdenes, aun cuando esto implique pérdidas considerables. En este caso, uno de los campos más prometedores, Ixachi, tiró a la basura el equivalente a 31% de su producción de los últimos tres años. Este yacimiento es uno de los descubrimientos más prometedores de Pemex de la última década. Contiene reservas muy importantes de condensados, uno de los hidrocarburos más valiosos en la actualidad, pero que se encuentran a gran profundidad y a muy alta presión.
Diversos expertos habían señalado con anterioridad que la explotación de este campo debía hacerse de forma gradual y muy cuidadosa ya que Pemex no contaba con la experiencia en perforaciones a esa profundidad y a esa presión. Parece que no hicieron caso. Se aceleró la producción, incluso sin contar con la infraestructura básica para procesar los condensados en superficie, y existe la posibilidad real de que el campo haya sido explotado de forma acelerada y nunca vaya a dar los rendimientos económicos que se esperaban de él, lo cual ya le ha pasado a Pemex en ocasiones anteriores.
Si sucediera en el vacío sería grave, pero manejable. Pero estas torpezas suceden en un mundo donde todas las petroleras tuvieron ganancias extraordinarias el año pasado mientras Pemex pierde dinero a lo bruto en refinación, como lo detallé en una columna pasada, y una vez más enfrenta problemas graves de liquidez. Este año Pemex tendrá que pagar más de 10,000 millones de dólares de deudas y una vez más no se sabe de dónde vendrá ese dinero. En años anteriores Pemex fue capaz de refinanciar porque estábamos en el mundo del “dinero gratis” por las bajas de interés en todo el mundo. Pero ese mundo se acabó. Cuando Pemex salga a buscar emitir más deuda o refinanciar, lo cual va a tener que hacer, le va a costar mucho más caro, con todo y la garantía explícita del Estado mexicano. Cada vez es más claro el desastre que le dejará el presidente a la corcholata que quede. Pero mientras, sigamos festejando un peso sobrevaluado.