El plan de la petrolera es crecer el procesamiento en sus refinerías, lo que dejaría un menor margen para aumentar sus ingresos, que principalmente provienen de las exportaciones.
El próximo año apunta a ser de precios altos para las principales mezclas de petróleo, dando continuidad a las cotizaciones de los últimos meses. Los analistas prevén una recuperación de la demanda de crudo y una oferta más restringida, derivada de un modesto crecimiento en las inversiones de las empresas del sector.
La calificadora Moody ‘s estima un año donde los precios se mantendrán elevados, pero volátiles, con las principales mezclas cotizando por encima de los 70 dólares por barril. “Los altos precios del petróleo en 2022 apoyarán el flujo de caja robusto de la industria, pero los productores mantendrán la disciplina de capital”, dice en un análisis publicado hace unos días.
Moody’s dice que los productores de petróleo se mantendrán precavidos en cuanto al desembolso de su capital, estarán centrados en fortalecer sus balances y aumentar el rendimiento a sus accionistas y aumentarán sus inversiones en sumar a su portafolio nuevos negocios compatibles con la transición energética.
Pero la estatal Pemex, que, de acuerdo con el discurso se centrará en aumentar la producción interna por encima de las exportaciones, podría no beneficiarse del todo de los altos precios que podría registrar la mezcla mexicana el año entrante.
El plan de la petrolera, de acuerdo con algunos documentos internos, se centrará en crecer el procesamiento en sus refinerías y aumentar la producción de gasolinas en 40% durante el 2022, lo que dejaría un menor margen para aumentar sus ingresos, que principalmente provienen de ventas al extranjero.
El plan por dirigir los esfuerzos hacia la producción de combustibles podría aliviar la necesidad de importaciones en las que incurre la estatal, pero aun así los beneficios económicos no serían tan relevantes, debido al estado actual de las seis refinerías de la compañía. “En sentido estricto estos planes u objetivos que tienen la administración no le permitirían del todo aprovechar estas mejoras. [Pero] nosotros dudamos que puedan lograr ese sesgo que pretenden, al menos en el corto plazo”, dice James Salazar, subdirector de análisis económico de CIBanco.
La mezcla mexicana comenzó este año con una cotización de 47 dólares por barril y llegó a un precio máximo de 83 dólares en octubre pasado. Los analistas esperan una cotización promedio de entre 60 y 65 dólares para el año próximo. La Secretaría de Hacienda ha planteado un precio promedio de 55 dólares con una producción promedio de 1.826 millones de barriles, porque ha decidido “hacer mayor énfasis en la eficiencia en lugar del volumen”, de acuerdo con la Ley de Ingresos del 2022.
“El problema de Pemex es también la plataforma de producción. El gobierno sigue siendo muy optimista en términos de los niveles que espera sobre todo para el cierre del próximo año. El nivel que estamos planteando de perspectiva de precio le favorecería a Pemex, un precio más alto y una cifra por encima de las actuales de producción”, explica Salazar.
Con una cotización más alta y una plataforma de producción que ha quedado mes a mes por debajo de las metas, un precio por encima del esperado podría compensar una menor extracción de crudo durante el año siguiente, explican los analistas, que no esperan que la estatal rebase los 1.7 millones de barriles al día debido a que no ha aumentado sus niveles de inversión y mantiene un compromiso con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
“Por el lado de los ingresos, las perspectivas muestran que van a tener algo de colchón y que probablemente el efecto del precio ayude a compensar lo que no va a dar en términos de producción de petróleo”, dice Víctor Gómez Ayala, un analista del sector y un académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
El año siguiente, la estatal obtendrá el mayor beneficio fiscal que ha visto hasta ahora, con una reducción de la Tasa de Utilidad Compartida al 40%. Se trata del impuesto más significativo que paga la compañía por la extracción de petróleo y que hasta hace poco representaba cerca del 85% de su carga fiscal.
Pero el año próximo, la petrolera también enfrentará fuertes cifras de vencimiento en su deuda –de entre 12,000 y 13,000 millones de dólares– y eso podría complicar el panorama financiero que enfrentará la compañía, en un entorno en que las tasas de corto plazo van en aumento y la mayoría de los analistas apuntan a un encarecimiento del dólar frente al peso. Y con el vencimiento de una parte de su deuda y el refinanciamiento de otra parte de sus pasivos, los altos precios de la mezcla podrían no representar un gran factor de cambio en las finanzas de la compañía.
“[La deuda] se puede comer ese beneficio o una parte, de ahí que pueda resultar necesario que para el cierre del siguiente año otra vez el gobierno federal tenga que hacer un apoyo adicional a Pemex, como lo ha hecho en otros años, para solventar su deuda”, dice Gómez Ayala.
En el 2022, de acuerdo con las previsiones presidenciales, la estatal debería de haber reducido sus necesidades de financiamiento o apoyo gubernamental y sumar recursos a la Hacienda Pública, pero esta idea aún parece lejana.