Durante los primeros siete meses del año la participación de Pemex en la oferta nacional de combustibles se redujo de 82 a 80%, luego de la notable recuperación que había tenido en el 2022; ante rezago administrativo, privados se adaptan y buscan nuevos negocios.
Sube y baja. El año pasado, Petróleos Mexicanos (Pemex) no solo detuvo la sangría que tenía en el mercado de combustibles, sino que incluso consiguió remontar varios puntos de participación. Sin embargo, en este 2023 la empresa dominante del sector ha vuelto a ceder algo de terreno a los importadores privados.
De enero a julio del 2023, la participación de Pemex en la oferta de petrolíferos (gasolina, diésel, turbosina, gas LP, etc.) del país se redujo de 82 a 80% del total, de acuerdo con datos del Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía.
El retroceso se da luego de que en el 2022 recuperara ocho puntos de participación, tras el mínimo de 74% del mercado que tuvo en el 2021.
La oferta de petrolíferos se define como la suma de la producción nacional y las importaciones menos las exportaciones. Esta métrica proporciona también una aproximación del consumo nacional aparente, dado el bajo nivel de inventarios que hay en el país.
Durante los primeros siete meses del año, ascendió a un millón 745,000 barriles diarios, con un aporte de Pemex de un millón 392,563 barriles diarios (producto de saldar 937,203 barriles de producción local, importaciones por 678,874 barriles y exportaciones por 223,514 barriles diarios).
La estatal cedió terreno en los mercados más importantes. En gasolina, el de mayor volumen con una oferta de 774,623 barriles diarios, pasó de 84.6% a 82.6 por ciento.
En diésel, cuya oferta fue de 392,741 barriles diarios, pasó de 79.1% a 75.9 por ciento. En gas LP, con una oferta de 293,618 barriles diarios, bajó de 60 a 59 por ciento.
En todos los casos, la parte no aportada por Pemex a la oferta corresponde a producto importado inyectado por permisionarios privados, para quienes se abrió el mercado a partir del 2016, según lo estableció la reforma energética del 2013-2014.
Desde ese año comenzaron a ganar terreno en distribución y en el 2021 alcanzaron un máximo de participación en la oferta de petrolíferos, con una cuarta parte del volumen.
Empresas extranjeras como Tesoro (hoy fusionada con Marathon), Exxon Mobil, British Petroleum, Shell o mexicanas como G500 (de la mano con la suiza Glencore) anunciaron diversos proyectos logísticos para la importación de producto, principalmente entre el 2016 y el 2019.
Además, expandieron sus marcas en estaciones de servicio, ya sea con aperturas o conversiones de bandera en los locales ya existentes.
Solo entre el cuarto trimestre del 2016 y el primero de este 2023, Pemex perdió más de 40% de sus franquiciatarios en estaciones de servicio, cifra equivalente a más 4,800 puntos de venta, de acuerdo con cifras de los reportes trimestrales de la petrolera.
Sin embargo, desde el 2019 a la fecha, el sector privado se topó con el objetivo de la política energética del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador de propiciar que las empresas estatales (Pemex y la Comisión Federal de Electricidad) recapturen mercado.
Se congeló la obtención de permisos y se impulsaron cambios en sus reglas, como acotar su duración, lo que lo que desalienta la inversión en proyectos logísticos y de comercialización.
Este, entre otros aspectos de la política energética mexicana llevaron incluso al gobierno estadounidense a activar en julio del 2022 el mecanismo de solución de controversias del Tratado México-Estados Unidos-Canadá contra su par mexicano, alegando discriminación regulatoria hacia las empresas estadounidenses frente a Pemex.
A la fecha el caso se mantiene en su fase de consultas, pero esta semana la agencia Reuters reveló que la administración Biden ya solicitó información jurada a empresas estadounidenses afectadas, con la intención de documentar en un eventual panel de solución de disputas las presuntas violaciones de México al T-MEC.
Empresas se adaptan
En esta coyuntura, los permisionarios privados se han adaptado y es lo que les ha permitido recuperar terreno.
Un ejemplo es precisamente el de la estadounidense Marathon Petroleum, que ante las complicaciones administrativas decidió ya no expandir su red de estaciones de servicio (que ha llegado a 280 puntos), pero sí ampliar su distribución a otros expendedores.
“Hoy hay ciertas complicaciones, algunos de los permisos no han salido y el crecimiento de mercado no se ha dado como quizá esperábamos, pero nos quedamos en el país, vamos en crecimiento y nos enfocamos en vender a otros gasolineros y a clientes comerciales. También participamos en la transición a la electromovilidad y conforme cambie el entorno, cambiamos y ofrecemos valor, así ha funcionado”, dijo a El Economista Paulo Esteban Alcaraz, director de Asuntos Públicos y Relaciones con Gobierno para México de Marathon Petroleum en junio pasado, en el marco de la Onexpo Convención y Expo Acapulco 2023. (Con información de Karol García).
octavio.amador@eleconomista.mx
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