Manuel Díaz, si no se impulsan nuevos paradigmas en la producción de energías renovables, el panorama para el futuro y desarrollo económico de México será terrible
México está inmerso en dos procesos trascendentales para el desarrollo económico, la transición energética y la relocalización de empresas (nearshoring) que, de aprovecharse, nos pueden convertir en una verdadera potencia económica o de lo contrario nuevamente quedarnos en la mediocridad que nos ha caracterizado.
Ambos temas avanzan de forma paralela en un contexto de cambios vertiginosos y dependen uno del otro para potencializar su impacto en la economía, el bienestar social, la atracción de inversiones, así como en el cambio climático y la producción de bienes y servicios bajo el nuevo orden político, económico y comercial.
Ventajas competitivas
México tiene las características para incorporarse de lleno en la generación de energías limpias, con el clima y las costas que hacen factible la generación solar, eólica y con el gas natural como combustible de la transición.
México es considerado el país con más potencial para la relocalización de empresas por tener como vecino a Estados Unidos, el mayor mercado internacional con quien compartimos la frontera con más cruces de mercancías y de personas en el mundo y, por estar en medio de dos océanos, permite tener conectividad con Asia y Europa y una mano de obra calificada que incluso podría adelantarse a la transición robótica.
Pero no es solo el clima y la situación geográfica, existen factores coyunturales del entorno internacional que hacen de México uno de los países más atractivos y con mayor potencial económico y quizá el único que reúna todas estas ventajas.
Atender los requisitos
En cuanto a la atracción de inversión, México se encuentra en uno de los momentos más prometedores de los últimos años. La reconfiguración de las cadenas de suministro, a raíz de la pandemia, el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, así como la guerra en Ucrania, hace que nuestro país resulte atractivo para las empresas que buscan tener sus operaciones geográficamente cerca del mercado estadounidense. Sin embargo, hay que considerar que estas empresas llegan con algunos requisitos muy estrictos, como la necesidad de que la energía eléctrica para sus operaciones provenga de fuentes de energía renovable, ahí el gran reto para México, y más tomando en cuenta el rumbo que se ha dado este sexenio a la política energética.
En industrias como la automotriz y las de tecnología que buscan reducir su impacto ambiental y mejorar su competitividad, el cambio a energías renovables es una prioridad. Las cadenas de suministro de estas industrias son complejas y requieren de una coordinación entre múltiples actores, desde los proveedores de materias primas hasta los distribuidores finales.
Por ello, las metas de cambio a energías renovables deben abarcar todos los eslabones de la cadena y considerar los aspectos técnicos, económicos y sociales que implica esta transición. Al formar parte de esta cadena, las empresas proveedoras están restringidas a cumplir con estas metas para mantener a sus más grandes clientes. Estas metas suponen un reto y una oportunidad para las empresas que deben adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, inclusive en un entorno adverso.
Otra prioridad de las empresas, aparte de reducir su huella de carbón, es minimizar sus costos energéticos, pues en algunas industrias el costo de la energía eléctrica llega a representar más del 20% del costo total de su producto final, por lo que reducir los costos de energía es una estrategia clave para mejorar la competitividad y la rentabilidad de una empresa industrial.
Si bien en casi todo México es posible conseguir tarifas de energía inferiores a las de CFE Básico, la región norte del país destaca y la gran mayoría de los clientes han alcanzado ahorros sostenidos por encima del 15% y en algunos casos, el ahorro puede llegar a rebasar el 50%.
Soberanía energética, una visión miope
Ahora, si con el nuevo gobierno, gane quien gane, se sigue con esta miopía y con criterios demagógicos como la “soberanía energética” en lugar de pensar en la integración con Estados Unidos, país del que se importan grandes cantidades de energía renovable, de continuar en la opacidad regulatoria haciendo de la Comisión Reguladora de Energía una apéndice de SENER y cancelando el mercado energético y si no se impulsan nuevos paradigmas en la producción de las energías renovables como aprovechar el biometano, el panorama para el futuro y el desarrollo será terrible.
Si no consideran abrirse al sector privado como desarrolladoras y operadores de grandes proyectos de generación, si los tratados comerciales internacionales como el T-MEC, la Unión Europea o la APEC, no se honran, México, como en el futbol, jugó como nunca y perdió como siempre.
Energía y nearshoring son la dupla que podrá potencializar al país y llevarnos a las grandes ligas de la economía. ¿Además de la incertidumbre, perderemos por falta de energía la atracción de inversiones?