El año comenzó con un panorama oscuro para los mexicanos quienes sintieron la cuesta de enero de manera abrupta por el llamado “gasolinazo”.
A partir del 1 de enero de 2017 el mercado de las gasolinas y el diésel comenzó a liberarse de manera paulatina, lo que provocó descontento e incertidumbre entre la población. Dicha liberación tendrá repercusiones en la economía nacional, ya que estos productos tienen una correlación directa con los precios de bienes y servicios de uso básico; además, son utilizados en muchos casos para determinar los ajustes en las tarifas de transporte público y privado, así como en la logística de mercancías.
Especialistas destacan que el incremento al precio de la gasolina debió ser una medida que se incluyera en la reforma fiscal y que esta decisión fue adelantada por motivos electorales.
El error de las medidas tomadas por el gobierno federal es no haberlas introducido como parte del paquete fiscal para que fuera menos doloroso. El efecto de estas decisiones se disuelven después de 18 meses y el haberlo hecho previo al 2018 no afectará la decisión de los votantes. Ante este panorama, algunos analistas creen indispensable implementar políticas públicas que contribuyan a mantener una seguridad energética eficiente y un menor desabasto de combustibles en México, pues una de las problemáticas que frena el libre desarrollo del mercado de gasolinas y diésel, es la falta de infraestructura de transporte y almacenamiento de estos combustibles.
Es necesario fortalecer las formas de transporte y suministro, y en cierta medida, migrar al uso de otro tipo de vehículos que no dependan del uso de estos combustibles.
Con respecto al concepto de seguridad energética, cada vez toma mayor relevancia entre los distintos países del mundo no sólo en México, sobre todo entre las empresas petroleras estatales (NOC´s).
Es cierto que el éxito de las estrategias de seguridad energética depende del manejo de las empresas NOC´s, pero también de las características del país; de su posición en la jerarquía de poder internacional; de la coyuntura energética; de su localización geográfica y, por supuesto, de su dotación de recursos.
Los cambios suscitados luego de la liberación de los precios de los combustibles en el país continuarán a lo largo del año, trayendo efectos secundarios para la población y poniendo en tela de juicio las decisiones tomadas por el gobierno federal sobre la apertura de este negocio. Mientras que la seguridad energética será una pieza cada vez más urgente que tendrán que adoptar las diferentes naciones para el bienestar social y económico de cada una de ellas.