La inversión es escasa o nula, la tecnología obsoleta y está privada de modernización y expansión
La industria petroquímica de México no ha logrado eficiencia ni rentabilidad debido a la falta de un modelo de integración vertical adecuado para un buen funcionamiento, expuso la doctora Eugenia Marisol Mejía Lugo.
La doctora en Ciencias Económicas por el Instituto Politécnico Nacional presentó el libro “La competitividad de la industria petroquímica mexicana” –coescrito con el doctor Carlos Gómez Chiñas, investigador del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco– durante el ciclo El petróleo a fondo, realizado en la Casa del Tiempo, centro de extensión educativa y cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La petroquímica constituye la columna vertebral de la estructura económica del país, pero la inversión ha sido escasa o nula, la tecnología obsoleta y carece de modernización y expansión, expuso la académica.
Si bien ese ramo de la industria posee el potencial para convertirse en uno de los más importantes en el ámbito internacional, aún requiere fortalecer sus encadenamientos verticales productivos para reintegrarse a una sola industria y de esa manera aumentar su competitividad.
Mejía Lugo dijo que la integración vertical se refiere a los procesos productivos sucesivos o complementarios, en los cuales el producto de uno es el insumo principal de otro y la conjunción de esos procesos se encuentra en una misma firma.
La evolución histórica del sector resulta del grado de evolución de las fuerzas productivas y del avance científico y tecnológico. Su desarrollo se basó en la sustitución de importaciones mediante las políticas de fomento y en el factor dinamizador de la producción petroquímica.
La crisis económica de 1982 y la implementación de políticas neoliberales dieron como origen la desnacionalización de Petróleos Mexicanos (pemex), con lo que se impuso una reducción de su actividad a través de recortes presupuestales. Como consecuencia la inversión de la paraestatal decreció en casi 50 por ciento.
La desintegración de la industria se manifestó abiertamente a partir de 1986, al pasar de manera progresiva de una cartera de 69 productos a sólo ocho –etano, propano, butano, pentano, hexano, heptano, materia prima para humo negro y naftas– en 1996, dejando aquellos rentables a la industria petroquímica secundaria en manos privadas.
Para seguir siendo viable debe cambiar y adoptar las estrategias dominantes en la industria internacional: integración vertical y desarrollo e innovación tecnológica, lo cual no depende sólo de pemex, sino de un cambio institucional que permita las transformaciones manteniendo la función estratégica de la industria petrolera en la economía nacional.
El doctor Javier Juan Froilán Martínez Pérez, también profesor del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco, indicó que el texto además de ofrecer un análisis de política económica destaca el marco metodológico, teórico e histórico.
Los cuatro capítulos de la obra presentan un estudio global de la evolución y, pese a limitarse a un intervalo de estudio de 1994 a 2004, resulta vigente para explicar la situación actual.