A menos de dos semanas de que inicie la Conferencia de las Partes 28 en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, los principales organismos internacionales que revisan el futuro de la descarbonización, presentan resultados contrastantes sobre el futuro de la producción del petróleo.
Por una parte, en su World Energy Outlook 2023, la Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), señala que en el camino al objetivo de mantener el incremento de la temperatura por debajo de 1.5ºC posterior a la era industrial, el mejor escenario apunta a que el consumo de combustibles fósiles podría alcanzar su máximo antes de que termine la década.
“Las tecnologías de combustibles fósiles han estado perdiendo participación de mercado frente a tecnologías de energía limpia en varios sectores en los últimos años y, en muchos casos, las tecnologías impulsadas por combustibles fósiles ya han experimentado un pico en ventas o adiciones”, menciona el organismo.
Estos cambios significan que se prevé que cada una de las tres categorías de combustibles fósiles alcance un máximo en 2030.
“Los cambios en nuestras proyecciones resaltan cómo está cambiando el sistema energético a medida que la electricidad y los combustibles de bajas emisiones satisfacen una proporción cada vez mayor de las crecientes necesidades energéticas del mundo, y a medida que las mejoras en la eficiencia energética ayudan a moderar esas necesidades”, mencionó la EIA.
De acuerdo con el documento, a largo plazo, la demanda total de combustibles fósiles disminuye desde mediados de esta década a un promedio de tres exajulios (EJ) por año, en 2050, lo que adelanta el pico de emisiones de CO2 a mediados de esta década.
Aceleran producción, pero se mantiene el máximo en la demanda
Pese al optimismo de los pronósticos de la Agencia Internacional de Energía, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte que los principales productores de petróleo acelerarán 110 por ciento su producción hacia 2030.
Dichos planes, señala el organismo internacional, no son coherentes con las promesas asumidas por 151 gobiernos nacionales para lograr el objetivo de cero emisiones netas.
Esto ocurre pese a que las estimaciones científicas más recientes sugieren que la demanda mundial de carbón, petróleo y gas alcanzará su punto máximo en esta década, incluso sin tener en cuenta nuevas políticas a favor de la extracción de combustibles fósiles que puedan surgir en el resto de década.
Debido a ambos factores, los planes actuales de los gobiernos conducirían a un aumento de la producción mundial de carbón hasta 2030, y de la producción mundial de petróleo y gas al menos hasta 2050, lo que crearía una brecha cada vez mayor en la producción de combustibles fósiles a lo largo del tiempo.
“No podemos hacer frente a la catástrofe climática sin solucionar de raíz su principal causa: la dependencia de los combustibles fósiles. La COP28 debe transmitir un mensaje inequívoco de que a la era de los combustibles fósiles ya se le acabó su chispa, de que su eliminación es inevitable. Se requieren compromisos creíbles para acelerar las energías renovables, eliminar progresivamente los combustibles fósiles e intensificar la eficiencia energética, al tiempo que se garantiza una transición justa y equitativa”, declaró António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.
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