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El gas, un foco rojo en México que amenaza nada menos que al desarrollo económico. Pese al potencial que tiene el país para producir ese hidrocarburo, la demanda de éste, impulsada por el crecimiento económico, ha rebasado por mucho a la producción.
La falta de atención e inversión en la exploración que evidencia este problema se vería saldada con la intensa producción que viene desarrollando en el sector nuestro vecino del norte, Estados Unidos, que ha llevado a abaratar en gran medida el precio del gas, colocándolo en alrededor de cuatro dólares el millar de pies cúbicos.
Lo más lógico es que México se viera beneficiado con esa oferta, y adquiriera el déficit que tiene de gas con su vecino de al lado. Pero, ¡oh!, ¡oh! no contamos con la infraestructura suficiente para transportarlo desde el norte al interior del país.
La propia Secretaría de Energía reconoce que “México se ha convertido en importador neto de gasolinas, diésel, turbosina, Gas Natural, Gas Licuado de Petróleo y petroquímicos; además de que muchos de los sistemas de transporte energéticos presentan signos de obsolescencia, capacidad insuficiente, problemas de integridad física y, en general, se cuenta con pocas rutas de transporte, por medio de ductos, que provean vías de abastecimiento, o que puedan expandirse hacia áreas del territorio nacional que no se encuentran atendidas” .
Ante esa infraestructura deficiente y la incapacidad o falta de voluntad para producirlo, México tiene que comprar grandes cantidades de gas a países de Sudamérica, Asia o Europa a precios que oscilan entre los 15 y 17 dólares el millar de pies cúbicos. Es decir, casi cuatro veces más caro de lo que costaría comprarlo a Estados Unidos.
¿Qué fue lo que nos llevó a un panorama tan caótico y fuera de toda lógica, con tan agraviantes impactos económicos para el país, y la sociedad en general? Una mala decisión política en el pasado, opina un funcionario de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Esta paradoja nos lleva nuevamente a la reflexión sobre la urgencia de redireccionar la política energética hacia una política integral, que vaya más allá de la renta petrolera, pero sobre todo, estar muy pendientes y participativos de las decisiones que se tomen al respecto.
Se acerca el plazo establecido para sacar la reforma energética, y habrá que estar muy pendientes de que el rumbo que tome el sector sea el más conveniente para el país. Por lo pronto, el gobierno actual tiene una nueva apuesta: El shale gas/oil.
Este proyecto de producción no convencional de hidrocarburos ha levantado amplia polémica dentro y fuera del país. En esta edición presentamos opiniones de expertos que hablan de su factibilidad, y exponen los pros y contras. Saque usted sus propias conclusiones.
Y a todo esto, ¿Usted qué opina?