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El presidente Enrique Peña Nieto y los dirigentes de los partidos firmaron el domingo 2 de diciembre el ‘Pacto por México’ en el cual se estableció la aprobación de al menos 68 reformas en favor del país.
En el apartado energético del documento se plantea una reforma que sea motor de inversión y desarrollo para que el sector se convierta en uno de los más poderosos generadores del crecimiento económico a través de la atracción de inversión, el desarrollo tecnológico y la formación de cadenas de valor.
Propone, entre otras acciones, que los hidrocarburos seguirán siendo propiedad de la Nación; Pemex se conservará como propiedad del Estado pero tendrá la capacidad de competir en la industria hasta convertirse en una empresa de clase mundial; se multiplicará la exploración y producción de hidrocarburos, se creará un entorno de competencia en los procesos económicos de refinación, petroquímica y de transporte, y se fortalecerá a la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Lo que muchos inversionistas, sobre todo extranjeros, están esperando, es una reforma energética que demuestre que el gobierno de Peña Nieto va en serio con su promesa de abrir la economía mexicana. Desafortunadamente, la primera señal que envió el nuevo presidente no fue nada alentadora, ya que en el Pacto por México se habla de mantener la propiedad y el control absoluto del Estado de los hidrocarburos y de Pemex como empresa pública, y la supuesta apertura se daría en otros negocios menos rentables como la “refinación, petroquímica y transporte de hidrocarburos”.
Por lo que ante la decepción de los inversionistas, Peña Nieto tuvo que volver a abrir la posibilidad de una verdadera reforma energética. En una entrevista exclusiva para el Financial Times, corrigió: “Si nos esperamos hasta que Pemex sólo tenga una capacidad mayor [de extraer petróleo y gas], creo que estaríamos posponiendo lo que hoy representa la más grande oportunidad de crecimiento y mayor desarrollo”.
Cuando el equipo del presidente Enrique Peña Nieto confirmó en Washington, la intención de iniciar 2013 con una propuesta de reforma energética, el Comité senatorial estadounidense, encabezado por Richard Lugar, delineó una serie de recomendaciones para que la ventana de oportunidad que traerá consigo este proyecto no sea desaprovechada y para que pueda ser armonizado con los objetivos del Acuerdo sobre Yacimientos Transfronterizos.
Entre estas recomendaciones el comité pide “no desaprovechar la oportunidad” de apoyar a México en un asunto de evidente valor estratégico y de “gran interés bilateral”.
En su primer mensaje como mandatario en cadena nacional, Peña Nieto declaró que “ha comenzado un nuevo año y con él una etapa de renovación y trabajo en equipo para transformar a nuestro país” y anticipó importantes reformas para México en 2013.
Ese mismo día, el secretario de Hacienda Luis Videgaray declaró que las reformas hacendaria y energética serán presentadas en el segundo semestre del año, como lo marca el calendario del Pacto por México, por lo que en el primer semestre se trabajará en el análisis de las propuestas.
Consideró que la reforma energética representa una oportunidad para tener una explotación mucho más ágil y dinámica del potencial energético del país sin privatizar la empresa petrolera estatal ni las reservas de hidrocarburos, así como para crear empleos y disminuir el costo de los energéticos.
Más le vale al gobierno de Enrique Peña Nieto hacer una buena reforma energética para paliar una posible desaceleración del crecimiento económico en México y que a su vez abra la posibilidad de que el capital privado, nacional y extranjero, invierta en negocios que hoy son exclusivos del Estado para incrementar la inversión generadora de empleos. Y a todo esto ¿Usted qué opina?