Diferentes organismos como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) señalan que, una vez superados los efectos de la pandemia del Covid-19, la demanda y el consumo de energía siguen creciendo a nivel global de forma sostenida. El aumento de la población y de los servicios y las metas de la transición energética hacen necesaria una mayor producción de energía y cambios en el mix de fuentes. Sin embargo, la rápida descarbonización que se necesitaría para garantizar la sostenibilidad del planeta es complicada, ya que influye en ella una combinación de factores técnicos, económicos y geopolíticos.
Frente a la estimación de crecimiento sostenido de las energías renovables (supondrán el 40% de la producción mundial de electricidad en 2027, según la AIE), la realidad actual es que las energías extraíbles (petróleo, gas o carbón) representan todavía más del 80% del consumo global. Y este escenario es muy probable que no cambie demasiado en los próximos años, aunque es importante no reducir los esfuerzos para seguir introduciendo fuentes alternativas de energía, a la vez que impulsar medidas de ahorro y eficiencia energética.
Datos de la propia AIE señalan que, en 2022, el volumen de inversiones en energías limpias ha superado ya al de producción de petróleo, lo que supone un indicador adelantado de la transición energética que ya está en marcha. En el caso español, la introducción de fuentes alternativas es viable, dada la posición de privilegio del país para aprovechar las energías renovables. Pero todo llegará a su debido tiempo.
En España, tras las fases más críticas de la pandemia, la actividad ha ido acercándose a las cifras previas a la crisis sanitaria. Así, en 2022 la demanda de hidrocarburos se aproximó a los 58.000 millones de toneladas, frente a 59.500 en 2019. La vuelta a la normalidad, unida a los desajustes entre la oferta y la demanda en los mercados internacionales, se ha trasladado a la cotización del petróleo y al precio que pagan los usuarios. La crisis geopolítica de Ucrania ha contribuido a elevar todavía más los precios, así como la ralentización económica producida por la inflación y las decisiones de la OPEP en materia de producción de crudo.
Pese a las dificultades asociadas a la disponibilidad de suministros y al nivel de precios, y gracias a la competitividad del sector y a las inversiones realizadas, los hidrocarburos han sido capaces de satisfacer la mitad de la demanda energética de España, según datos de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). Y gracias también al potencial del sistema español de refino, caracterizado por el número de refinerías, su localización estratégica y su conexión a la red de oleoductos. Se trata de un sistema con una gran adaptabilidad.
En el sector del transporte, la importancia de los hidrocarburos es todavía mayor. A pesar de las grandes perspectivas que presenta el vehículo eléctrico, en el caso español los datos muestran que el consumo de gasolina y diésel ha llegado a cifras récord en diez años, con un crecimiento prácticamente constante. Además, a finales de 2021 el 99% de los turismos españoles utilizaba esos dos tipos de hidrocarburos líquidos.
Por otro lado, la prohibición de fabricar y vender coches con motores de combustión en la Unión Europea a partir de 2035 supone un reto para la industria del automóvil y el sector de la energía. La posibilidad alternativa de usar ecocombustibles y e-fuels dibuja un periodo de transición en el que los combustibles tradicionales deberían ir perdiendo importancia en favor de los coches eléctricos y de los nuevos combustibles más sostenibles.
Es decir, el presente energético está dominado por los hidrocarburos, que seguirán siendo fundamentales durante décadas en el caso del transporte, sector clave para la competitividad de España y para el desarrollo de la industria, el comercio y el turismo. El transporte de personas y mercancías no es factible a corto y medio plazo sin los hidrocarburos como fuente de energía.
España no es un país productor de petróleo, por lo que necesita importar este bien. A través de su red de refinerías el país ha procesado cerca de 64.000 millones de toneladas de crudo y materias primas en 2022, que entran en el juego del consumo interno y la exportación. Además, España también importa directamente productos petrolíferos.
Es decir, la importación de petróleo y de hidrocarburos es vital para mantener España en funcionamiento y obliga a estar siempre pendiente de dos factores clave: capacidad de suministro y precio de los hidrocarburos. La dependencia de las importaciones de energía hace al país muy sensible a lo que ocurre en el exterior. Por ello, en un escenario tan volátil y dinámico es muy importante contar con líneas de suministro diversificadas, potenciando alianzas con proveedores de diferentes geografías para asegurar la provisión de hidrocarburos a los usuarios.
Los países de la Unión Europea están rediseñando el modelo energético para garantizar su autonomía en el contexto geopolítico actual. Buscan nuevos socios y fuentes de suministro para su seguridad energética. Con el nuevo modelo que surja, será más difícil que Europa se vea afectada por una crisis energética global. Y, a largo plazo, el nuevo modelo hará al continente menos dependiente de terceros y aumentará su resiliencia energética.
Como resumen, el mundo se encuentra inmerso en un escenario de transición energética. En este escenario convivirán diferentes fuentes de energía, con un protagonismo creciente de las renovables, pero en el que los hidrocarburos seguirán siendo claves en el desarrollo económico y social, al menos durante algunas décadas. En el terreno de la movilidad, crecerá el papel de los vehículos eléctricos, que convivirán durante mucho tiempo con los coches de combustión. Y éstos deberán utilizar cada vez más ecocombustibles y e-fuels para poder cumplir los objetivos fijados por la Comisión Europea.
Los hidrocarburos van a seguir siendo vitales para la economía de España. En ese escenario lleno de incertidumbres jugarán un papel crucial las empresas proveedoras de hidrocarburos. Estás empresas tendrán que ser capaces de adaptarse a las necesidades del mercado y ofrecer soluciones innovadoras, asegurar el suministro de hidrocarburos a sus clientes, diversificar las líneas de suministro y disponer de una importante infraestructura industrial y comercial. Deberán estar en constante reinvención para adaptarse a las diferentes etapas de la transición energética y asegurar la actividad cotidiana de empresas y ciudadanos, ayudando a consolidar el estado de bienestar.
*Diego Guardamino es director general de Grupo Hafesa.