Si se demuestra el potencial de hidrocarburos, el pozo podría producir alrededor de 150 millones de barriles de petróleo equivalente (bpe), según Rystad Energy
El anuncio de Bolivia la semana pasada de un descubrimiento de gas considerable ha alimentado el optimismo de que la nación sudamericana sin salida al mar puede detener la caída de la producción y aumentar las reservas, aunque se necesita más trabajo de exploración para evaluar el potencial del yacimiento, y parece optimista un desarrollo rápido pronosticado en tan solo dos años.
La empresa estatal YPFB anunció la finalización exitosa de su pozo de investigación estratigráfica, Mayaya Centro-X1 IE, que dijo que encontró un volumen significativo de hidrocarburos equivalente a alrededor de 1,7 billones de pies cúbicos (Tcf) de recurso bruto no arriesgado. El nuevo descubrimiento, junto con el hallazgo de Remanso-X1 de YPFB en 2023, agrega imputaciones positivas muy necesarias al sector upstream en el país, que está luchando por sostener la producción debido a la falta de volúmenes disponibles resultantes de la actividad de exploración y desarrollo moderada para reemplazar los volúmenes producidos.
Esto ha llevado a una disminución de las exportaciones a los vecinos Brasil y Argentina. Los descubrimientos consecutivos ayudarán a rejuvenecer el panorama exploratorio del país, liderado en particular por YPFB, que lanzó el Plan de Reactivación Upstream (PRU) en julio de 2021. El plan prioriza las inversiones en la exploración y explotación de las reservas de petróleo y gas del país, con un enfoque en la faja plegada y corrida Subandina, la región petrolera más importante de Bolivia, junto con la reactivación de campos más maduros.
YPFB comenzó a perforar en el pozo Mayaya Centro-X1 IE (MYC-X1 IE) en noviembre de 2021 para comprender mejor el subsuelo y perforar a través de varios intervalos estratigráficos para reducir el riesgo técnico y operativo asociado con la penetración en cada formación. El pozo se perforó a una profundidad estimada de unos 6.000 metros, penetrando una secuencia gruesa de las formaciones Charqui y Quendeque, depositadas a una profundidad de unos 3.000 metros, antes de ingresar a las formaciones Retama del Carbonífero Medio propensa al gas y Tomachi del Devónico Tardío propensa al condensado de gas. Se estima que el pozo tuvo un costo de alrededor de 44 millones de dólares, y se prevé que los hidrocarburos se depositen dentro de una estructura delimitada por fallas.
La finalización del pozo estratigráfico que culminó con el descubrimiento de un hidrocarburo fue el resultado de largos esfuerzos de adquisición e investigación de datos, incluida la interpretación sísmica regional y local, la adquisición, el procesamiento y la interpretación de magnetoteluria, para ayudar a estudiar la resistividad eléctrica del subsuelo, combinado con un conocimiento detallado de la geología del subsuelo mediante la combinación de los datos de pozos disponibles.
Sin embargo, como Mayaya Centro es un pozo estratigráfico, la exploración se encuentra en su etapa inicial y requerirá la perforación de algunos pozos más para comprender mejor el potencial del yacimiento. No obstante, el operador estatal es optimista sobre el resultado y tiene la intención de acelerar el desarrollo dentro de los próximos dos a tres años. Si se demuestra el potencial de hidrocarburos, el pozo podría producir una tasa de recuperación considerable, con alrededor de 150 millones de barriles de petróleo equivalente (bpe), lo que lo convertiría en el mayor descubrimiento anunciado en Bolivia desde Incahuasi de TotalEnergies, descubierto en 2004. Esto daría un impulso significativo a las reservas en el país, que solo ha logrado descubrir alrededor de 780 millones de bpe de nuevas reservas desde el año 2000.
Estos anuncios de nuevos descubrimientos dan esperanzas a Bolivia de frenar la caída de la producción –al menos temporalmente– mientras repone las reservas restantes y obtiene ganancias económicas a través de las exportaciones. No obstante, la actividad exploratoria moderada y el anuncio de solo uno o dos descubrimientos de este tipo significan que Bolivia está lejos de lograr estos objetivos y el país tendrá que aumentar la actividad exploratoria, lo que puede resultar relativamente costoso dadas las profundidades de los yacimientos y las complejidades asociadas.
La producción nacional de gas, que ha estado en constante descenso, se sitúa actualmente en torno a los 12.000 millones de metros cúbicos al año (Bcma), frente a los 20.000 millones de metros cúbicos de 2013, y se espera que siga disminuyendo hasta alcanzar unos 9.000 millones de metros cúbicos al año a finales de la década, según estimaciones de Rystad Energy. Se espera que la producción aumente ligeramente a partir de entonces, aunque los yacimientos no desarrollados disponibles no son lo suficientemente grandes como para sostener esta producción durante mucho tiempo (ver gráfico a continuación).
El desarrollo de Mayaya Centro-X1 IE ayudaría a inyectar nuevos volúmenes, ya que el anuncio de YPFB dice que el campo podría producir hasta 10 millones de metros cúbicos por día de gas y entre 500 y 1.000 barriles por día de líquidos a través de una campaña de desarrollo de tres pozos. No obstante, la actividad de desarrollo dentro del marco de tiempo estipulado de dos a tres años es un objetivo ambicioso, dada la ubicación del descubrimiento: Mayaya Centro-X1 IE se encuentra en un área no desarrollada lejos de los campos existentes y requeriría el establecimiento de nueva infraestructura para exportar los volúmenes producidos.
La relativa falta de nuevos recursos sustanciales para el desarrollo está agotando las reservas probadas de Bolivia y, como tal, la tasa de reemplazo de reservas del país. Según los registros oficiales de Bolivia, las reservas probadas de gas del país a diciembre de 2018 eran de alrededor de 8,95 Tcf y desde entonces ha producido alrededor de 2,7 Tcf de gas entre 2019 y 2023, mientras que solo logró agregar alrededor de 1,1 Tcf de nuevos volúmenes de gas a través de la exploración. La nación tiene la doble responsabilidad de reponer las reservas en sus campos maduros a través de varias actividades de recuperación mejorada de petróleo (EOR) y encabezar la exploración para explorar su potencial subterráneo restante.
Bolivia ha sido durante mucho tiempo un exportador de gas natural a Brasil y Argentina, pero ha tenido dificultades para mantener los volúmenes debido a una disminución constante de la producción durante la última década, salvo un pequeño aumento en 2021 debido a una recuperación de la pandemia de Covid-19. Por lo tanto, los nuevos éxitos de exploración podrían conducir a un aumento de la actividad de exploración e inyectar nuevas esperanzas en la reposición de las reservas de gas del país.
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