El Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero alerta del riesgo de que el exceso de almacenamiento de gas natural licuado ligue al continente a ese combustible y frene la descarbonización.
Madrid. El estallido de la guerra en Ucrania en febrero del 2022 y el miedo al desabastecimiento de gas por parte de Putin desató el pánico entre los países europeos más dependientes de las tuberías de fósiles rusos y una encarnizada carrera por suplir esa dependencia por canales alternativos de abastecimiento.
Países como Alemania, Polonia, Italia o Grecia, entre otros, proyectaron desde ese momento millonarias infraestructuras para almacenar gas natural licuado (GNL) que podrían quedar muy por encima de las necesidades, según apunta la última actualización de datos elaborada por el think tank Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (Ieefa, por sus siglas en inglés).
Desde el 2022 la capacidad de GNL ha crecido un 14%
En concreto, entre Europa ha añadido 36.500 millones de metros cúbicos (bcm) de nueva capacidad de GNL desde principios del 2022, un aumento del 14%. Esa nueva capacidad incluye seis nuevas terminales, además de una terminal previamente inactiva El Musel, en España y una nueva plataforma atracada pero aún no operativa en Le Havre, (Francia).
Además, se están planificando 143.000 millones de metros cúbicos adicionales de GNL hasta el 2030, lo que elevará la capacidad de GNL de Europa hasta los 406 bcm. La Ieefa prevé que la demanda de gas natural licuado no superará los 150.000 millones de metros cúbicos en el 2030, lo que dejará un vacío potencial de unos 256.000 millones de metros cúbicos de GNL sin utilizar.
Estancado el crecimiento de la demanda
Los datos analizados por el think tank energético apuntan que el consumo de gas (tanto GNL como el que llega por tuberías) en Europa está disminuyendo y se prevé que sea de unos 400 bcm en el 2030, lo que significa que la capacidad de GNL podría ser similar a la demanda total de gas del continente.
La desaparición de Rusia como proveedor no ha sido tal como se esperó tras el estallido de la guerra. De hecho, el suministro de GNL ruso a Europa se mantiene estable en el 2023, e incluso países como España y Bélgica aumentando sus importaciones en un 50% en comparación con el 2022.
“Las importaciones anuales de GNL de Europa en el 2022 aumentaron un 59% con respecto al 2021, pero el crecimiento se ha estancado casi por completo durante el 2023”, constata.
En septiembre las importaciones cayeron un 18%
En el lado del consumo la tendencia ha sido la contraria. En un primer momento los altos precios del gas hicieron desplomarse la demanda sobre todo la industrial, a ello se ha unido el fuerte impulso que desde la Unión Europea se ha dado a las energías renovables. Así, los datos constatan que las importaciones de GNL de la Unión Europea, Turquía y el Reino Unido ascendieron a 125 bcm entre enero y septiembre del 2023, sólo un 4% más que en el mismo periodo de 2022. Mientras que en el mes de septiembre con la mayoría de los depósitos existentes en el continente llenos, las importaciones cayeron un 18% en comparación con septiembre del 2022.
«El descenso de la demanda de gas pone en entredicho la idea de que Europa necesita más infraestructuras de GNL para alcanzar sus objetivos de seguridad energética. Los datos demuestran que no es así. A pesar de los importantes avances en la reducción del consumo de gas, los países europeos corren el riesgo de cambiar la dependencia de los gasoductos rusos por un sistema redundante de GNL que exponga aún más al continente a la volatilidad de los precios», ha alertado Ana María Jaller-Makarewicz, analista de energía de Ieefa.
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