La guerra en Gaza podría tener un impacto en la economía mundial haciendo subir la inflación si llegara a extenderse al resto de la región, señala el Banco Mundial en un informe publicado este jueves.
La guerra en Gaza podría tener un impacto en la economía mundial haciendo subir la inflación si llegara a extenderse al resto de la región, señala el Banco Mundial (BM) en un informe publicado este jueves.
Según los datos del informe sobre el mercado de materias primas, un conflicto más amplio en Oriente Medio podría provocar interrupciones en el suministro de petróleo y una fuerte aceleración del precio del crudo Brent (referencia europea), que podría superar los 100 dólares el barril.
Si las tensiones geopolíticas se limitan al conflicto en Gaza, los precios del petróleo deberían alcanzar una media de 84 dólares el barril este año, antes de retroceder a una media de 79 dólares en 2025.
Esta cifra sigue siendo superior al promedio a largo plazo observado antes de la pandemia. Entre 2015 y 2019, el precio medio del barril de crudo Brent rondó los 57 dólares.
Incluso sin el conflicto en Oriente Medio, estos precios más altos afectan al conjunto de las materias primas, lo que explica en parte que la bajada de la inflación se estanque desde principios de año.
Entre junio de 2022 y junio de 2023, los precios de las materias primas cayeron un 40% a nivel mundial, pero desde entonces se han mantenido estables. El BM espera una caída media del 3% en 2024 y del 4% en 2025.
“La inflación aún no ha sido vencida» y «las tasas podrían mantenerse más altas de lo previsto inicialmente durante este año y el próximo», subrayó el economista jefe del Banco Mundial, Indermit Gill, citado en un comunicado.
La marcada desaceleración de la inflación a lo largo de 2023 parecía suscitar esperanzas de una rápida bajada de las tasas, sobre todo por parte del Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal estadounidense (Fed).
Pero desde principios de 2024, la inflación en Estados Unidos se ha estabilizado y la primera bajada de tipos de interés, prevista inicialmente para junio, podría no llegar hasta septiembre en el mejor de los casos, o hasta el último trimestre.
Mantener los tipos de interés altos durante mucho tiempo tendría repercusiones en la economía mundial, con el riesgo de que países ya frágiles se hundan en una crisis de la deuda.
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