La capacidad de Pemex por producir en aguas profundas es la primera duda de un listado que acumula el proyecto.
La noticia se dio en julio pasado: Pemex reanudará en conjunto con la estadounidense New Fortress Energy actividades en el campo Lakach, el primer proyecto de la estatal en aguas profundas, pero del que no ha conseguido extraer hidrocarburos. El director de la petrolera, Octavio Romero Oropeza, lo ha calificado como un “pendiente de las administraciones pasadas” que les quedaba por resolver y ha celebrado el anuncio. El contrato definitivo aún no ha sido firmado, pero entre los participantes de la industria, el regulador y los analistas del sector, el proyecto suma más dudas que certezas y pocos auguran éxito para el plan que marcaría la vuelta de la iniciativa privada al mercado energético.
Las primeras dudas han venido del regulador: fuentes al interior de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) han explicado que al interior hay dudas sobre la capacidad técnica de la petrolera estatal para explotar el campo, porque se desconfía de la información presentada por la compañía y del modelo de negocio que se seguirá para su desarrollo.
“El proyecto es fantasioso, Pemex no tiene solvencia técnica y no tiene habilidad económica. ¿Entonces con qué criterios lo vamos a autorizar?”, dijo a Expansión un alto funcionario del organismo que hace unas semanas se quedó sin titular.
Hace unos días la agencia Reuters dio a conocer que la estatal ya presentó un plan de desarrollo que no superó la evaluación económica del regulador. “Es un campo de aguas casi profundas, en el que Pemex jamás ha tenido producción, la experiencia de Pemex es en aguas someras y aun así no hemos visto los mejores resultados”, dijo otra fuente del organismo.
El proyecto es impulsado principalmente por Miguel Ángel Maciel Torres, el subsecretario de hidrocarburos de la Secretaría de Energía y quien fue gerente de desarrollo del proyecto Lakach cuando aún laboraba en la petrolera, según fuentes. Pero también ha levantado una serie de descontentos dentro de la dependencia que dirige Rocío Nahle, según explican los entrevistados.
La estatal comenzó con trabajos en el campo Lakach en 2007, pero su continuidad se vio interrumpida cuando el regulador le negó en 2012 la autorización para echar a andar su plan de desarrollo, lo que marcaría el inicio de la extracción de gas del campo: dudas de la Comisión sobre la rentabilidad del proyecto, la información presentada y su diseño echaron para atrás los planes de la petrolera. “La Comisión considera que la versión que Pemex envió no contiene el nivel de madurez dentro de la fase de diseño para un proyecto de aguas profundas ni cubre los elementos suficientes para el otorgamiento de recursos financieros para su ejecución”, dijo el regulador en el documento de resolución de hace unos años.
La situación de Pemex y el resto de las compañías del mercado energético hoy son distintas, con los altos precios del gas natural, que podrían volver rentables algunos proyectos que antes no lo eran. Aun así, los analistas del sector aún tienen dudas sobre la viabilidad del proyecto: “Los criterios económicos de Lakach siempre han causado incertidumbre. No hay suficientes reservas para justificar el gasto de capital necesario y garantizar el retorno a los inversionistas”, dice John Padilla, el director de la consultora IPD Latam. Pemex ha gastado alrededor de 1,000 millones de dólares en el campo y, como parte del anuncio, se dijo que la estadounidense invertiría 1,500 millones de dólares para la extracción de gas, que posteriormente será licuado y exportado.
Los planes, hasta ahora dados a conocer por la estatal, marcan como inicio de producción de Lakach julio del año próximo, pero esta fecha ya ha quedado completamente descartada por los analistas del sector.
Pese a las dudas que el regulador manifestó en 2012, Pemex mantuvo la titularidad de Lakach, cuando durante la ronda cero –resultante de la reforma energética– pidió mantener la asignación para su explotación y la CNH le otorgó el visto bueno. “Pemex acreditó esas capacidades, nos guste o no ahí [en la ronda cero] quedaron documentadas”, explica Marco Cota, director general de exploración y extracción de la Secretaría de Energía durante el sexenio pasado. “¿Qué podemos esperar? Un plan de desarrollo nuevo y diferente, si eso viene en el nuevo Lakach no tendría por qué ser necesariamente un proyecto que la CNH vaya a decir que no es válido, es muy pronto para decir que no va a volar”, dice Cota, quien ahora dirige la consultora Talanza Energy. Cota explica que Pemex realizó las labores de exploración y perforó pozos que ahora pueden ser retomados para continuar con la fase de desarrollo.
Las dudas sobre New Fortress Energy, una empresa especializada en la comercialización de gas licuado, se alzan hacia un argumento similar: hasta ahora no ha incurrido en labores de exploración o producción de hidrocarburos. La empresa propiedad de Wes Edens, un viejo conocido de Wall Street, ya ha adquirido al menos tres plataformas jack-ups y dos buques de perforación de aguas profundas, según información de Bloomberg, pero la compañía no tiene experiencia probada en el ramo. Las compañías han anunciado que desarrollarán el campo en conjunto por un periodo de dos años, pero no han dado más detalles.
En el anuncio hecho por Pemex se relata que la explotación del campo tiene dos finalidades: la exportación de gas licuado a cargo de la estadounidense y el uso del hidrocarburo en el mercado doméstico a través de la estatal. “Se espera que el gas restante y los volúmenes de condensados asociados sean utilizados por Pemex en el mercado interno terrestre de México”, dice el último reporte financiero de la empresa privada. Pero los detalles de lo que ha sido denominado como una “asociación estratégica” aún no han sido revelados.
“No se entiende [cómo será la asociación], si lees lo que hay público, que es muy poco, parecería que le están pidiendo a New Fortress Energy que invierta en labores de exploración y producción, lo cual es completamente ilegal”, dice Rosanety Barrios, una analista del sector y exfuncionaria de la Secretaría de Energía. Y esta es otra de las dudas que se alzan dentro de la industria y el regulador: la estatal ha planteado un contrato de servicios dentro del plan de desarrollo, pero para que la estadounidense invierta dentro del campo es necesario migrar el activo de una asignación –en donde Pemex mantiene la total titularidad– a un contrato de exploración y extracción, a lo que la administración de la estatal se opone, según fuentes.
“Eso tiene que ser forzosamente una migración y se necesita firmar un contrato. No quieren migrar porque se regularía con diferentes reglas a ser regulado, con reglas más estrictas, como las que se le exige a cualquier privado”, dice una fuente al interior de CNH.