El objetivo de producción petrolera del sexenio siempre pareció alto para los analistas; las proyecciones apuntaban que Pemex lograría producir alrededor de 1.5 millones de barriles de crudo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador fijó una meta de producción de petróleo para el sexenio muy lejos de las capacidades reales de Pemex. El anuncio, de que la petrolera estatal podría incluso alcanzar los 2.6 millones de barriles diarios para finales de su administración –justo en esta temporada– ya quedó totalmente descartado, en medio del declive de la extracción de petróleo.
A casi seis años del inicio del sexenio, las prospectivas del mercado, que indicaban que Pemex produciría alrededor de 1.5 millones de barriles diarios, se han vuelto realidad. La estatal anotó en julio –el dato más reciente– una producción de 1.470 millones de barriles diarios de crudo y 1.832 millones de barriles al día de hidrocarburos, incluyendo condensados. Estos últimos igualmente son utilizados en el mercado, pero que no estaban dentro de la estrategia inicial.
Ninguna de las dos cifras está cerca de la meta que durante el 2022 se redujo a los 2 millones de barriles bajo el argumento de que solo se produciría el petróleo suficiente para el mercado interno. Y existen algunos puntos que explican el fracaso de la estrategia obradorista.
Los analistas ponen en el primer punto la maduración y la baja natural de producción de los grandes activos de la compañía, como Ku-Maloob-Zaap, que en algún momento representó poco más de un tercio del total de producción. Los campos, principalmente Ku, se enfrentan a una baja continúa en sus cifras de producción. Durante 2012, este conjunto de campos reportó una producción de 847,000 barriles diarios, para el año pasado esta cifra se redujo hasta los poco más de 325,000 barriles al día.
En singular, Ku, ha sufrido una caída acelerada. En 2012 producía en solitario poco más de 277,000 barriles diarios. En 2023 el número cayó hasta los 20,000 barriles diarios, menos del 10% de la primera cifra. Con el declive, Pemex ha aumentado el costo de la producción por barril. La compañía ha tenido que utilizar técnicas como la inyección de nitrógeno que reducen el margen de ganancia y con ello los recursos para reinvertir en la petrolera.
“Los campos que más le han dado a Pemex y al Estado mexicano en general ya van en declive, pensando específicamente en Ku Maloob Zaap”, dice Oscar Ocampo, del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO). “También está la parte de que no has explotado los recursos de aguas profundas y los yacimientos de gas no convencionales, ambos por razones políticas”. Una gran parte de los recursos que aún tiene México por explotar se encuentran en yacimientos no convencionales, en donde se tendría que usar fracking para su producción, un método que ha sido mal visto durante el sexenio y cuya prohibición busca ser promovida mediante un cambio constitucional.
Los nuevos yacimientos, en los que Pemex ha priorizado su actividad, están disminuyendo su producción a pasos agigantados.
Por ejemplo, Quesqui, que logró en algún momento del año pasado una producción por encima de los 200,000 barriles diarios de condensado, en julio pasado recién rebasó los 150,000 barriles diarios. Y Tupilco Profundo, un campo con grandes reservas de petróleo, también ha declinado sus cifras. El campo logró en algún momento del año pasado la extracción de 130,000 barriles y ahora sólo ha reportado poco más de 92,000 unidades al día.
Los analistas ya habían adelantado que la estrategia de los campos prioritarios y la priorización del negocio de refinación dejaría poco espacio para el negocio de exploración y producción, el más rentable de la compañía. Al inicio del sexenio, consultoras como Welligence e IHS Markit tenían el pronóstico de que la producción de petróleo en México no estaría por encima de los 1.6 millones de barriles para el 2024.
IPD Latin America, dirigida por John Padilla, tenía la expectativa de producción más baja. De acuerdo con sus cálculos, Pemex producirá 1.138 millones de barriles al día en el último año del sexenio. “No es algo nuevo y no sólo de López Obrador, cada presidente durante las últimas décadas ha dicho que llegarán a una producción más alta que no iban a alcanzar. Otra realidad es que Pemex se maneja como brazo político y ningún político tiene idea de cómo está la empresa técnicamente, y entonces sólo estamos viendo los mismos resultados”, dice Padilla. “La otra palabra que es importante aquí es austeridad y la reducción de recursos para mantenimiento han tenido resultados muy visibles en exploración y producción y también en refinación”.
Con esto último, Padilla se refiere a los incidentes que han sucedido en plataformas como Ku y que además de empleados fallecidos han dejado pérdidas materiales y pozos inservibles a la estatal.
Además, pese al discurso obradorista, los recursos para la estatal han disminuido de manera sustancial. En parte porque se han priorizado las actividades de refinación y se ha recortado el gasto a Pemex Exploración y Producción, la filial que más ganancias da a la estatal. “La refinación ha sido el centro de la política energética de López Obrador. Pero persisten las dudas sobre el nivel de inversión dirigido a aumentar la producción y los resultados de esa inversión”. dice en un paper de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Entre 2010 y 2014, Pemex invirtió cantidades relativamente altas en la producción de crudo, en parte por el beneficio resultado de los altos precios del petróleo. “Pero la caída subsiguiente de los precios internacionales del petróleo obligó a reducir significativamente las inversiones en todas las actividades operacionales entre 2014 y 2016”, dice el documento. Y, aunque los precios internacionales del petróleo se recuperaron, a partir de 2017 no aumentó el gasto de capital en esta actividad.
El estudio de la Universidad de Columbia dice que entre 2018 y 2022 –una fracción importante de la administración obradorista– la inversión anual en la actividad de exploración y producción fue de alrededor de 7,100 millones de dólares. En cambio, de 2010 a 2014, esta fue de más del doble, alrededor de 17,800 millones de dólares. La prioridad del sexenio de López Obrador por aumentar la producción de crudo no se manifestó en las cantidades que dieron a esta actividad.
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