Centro de procesamiento en el Golfo y desarrollo de dos campos petroleros, “emblemas del cambio”.
Un centro de procesamiento de petróleo y gas en el sur del Golfo de México es visto por la administración de Petróleos Mexicanos (Pemex) como un emblema del cambio que vive la empresa para revertir los efectos privatizadores de la reforma energética de 2013.
Algo similar ocurre a unos kilómetros. En Huimanguillo y Comalcalco, hacia el norte y occidente de esta capital, respectivamente, trabajadores de Pemex avanzan en el desarrollo de dos campos petroleros terrestres con un potencial conjunto de mil 100 millones de barriles de petróleo crudo equivalente.
Hay un común denominador en ambos casos: el regreso a la utilización de equipos propios para mantener la operación, ya sea del centro de proceso en la zona marina o de la perforación de los campos terrestres.
En Pemex se venía tercerizando todo, privatizando todo, explica Octavio Romero, director de la empresa petrolera. “Incluso se empezaron a vender los equipos de perforación a compañías que les daban una chaineada, como decimos en Tabasco, y luego nos los rentaban”, abunda, mientras recorre los campos petroleros.
A unos 80 kilómetros de esta capital, en aguas del Golfo de México, se encuentra el Centro de Procesamiento Litoral A. Son cinco módulos alineados a lo largo de 835 metros. Es empleado para procesar el crudo extraído en las plataformas marinas que lo rodean, y separar el agua, la sal y el gas. El aceite, de alta calidad es empleado para preparar la mezcla de exportación.
Uno de los cinco módulos que forman el centro de procesamiento fue vendido por el gobierno pasado al fondo de inversiones estadunidense Kohlberg Kravis Roberts (KKR), cuando era su consejero el ex secretario de Energía Luis Téllez Kuenzler, dos años después de concretada la reforma energética del ex presidente Enrique Peña Nieto.
La intención del Pemex de entonces era vender todo el conjunto. En el paquete económico para 2019, preparado en parte por la administración saliente de Peña Nieto, estaba previsto un ingreso por la venta del centro de procesamiento, explica Alberto Velázquez, responsable de la comercialización de petrolíferos en la empresa.
El centro en referencia es emblemático por eso, abunda Velázquez durante un recorrido por esas instalaciones. Es una muestra de la forma en la que los administradores de Pemex del gobierno pasado entregaban a firmas privadas activos que tienen un gran potencial para la empresa estatal, añade. Luis Téllez diseñó el esquema de compra, agrega. Ahora Pemex paga una renta por ese, uno de los cinco módulos del centro de procesamiento, y ha intentado sin éxito recomprarlo a KKR.
En pleno desarrollo
A unos kilómetros de allí, en el municipio de Huimanguillo, Pemex desarrolla el campo Quesqui, con un potencial de 900 millones de barriles de petróleo crudo equivalente (incluye aceite y gas). Hacia el norte, en Comalcalco, trabaja en el yacimiento Tupilco, donde está calculada la existencia de una reserva de 200 millones de barriles. Son parte de los campos descubiertos en esta administración (el otro es Ixachi, en Veracruz). A decir de Romero Oropeza, son explotados con la visión de hacerlo cada vez más con recursos propios en lugar de hacerlo mediante la transferencia de actividades a los privados.
Estamos en pleno desarrollo de Quesqui, Tupilco e Ixachi. Esperamos perforar 358 pozos en 2023, informa. El horizonte en este gobierno es distinto: Antes apostaban a que Pemex ya no era alternativa, apunta.
Para lograr la meta de producción, que en 2023 fue fijada en un millón 983 mil barriles diarios –ya en este diciembre llegó a un millón 823 mil barriles por día) Pemex está comprando equipos nuevos y de la más actual generación.
Poseer sus propios equipos ha permitido a la empresa reducir los tiempos de producción. La perforación de un pozo en Tupilco bajó de 146 a 92 días entre septiembre y diciembre. En el litoral de Tabasco, en los rangos de profundidad de 6 mil a 7 mil 500 metros, bajó de 183 días en 2020 a 124 este año, según datos de la empresa.