Notimex / Redacción Petroquimex
Especialistas en medio ambiente consideraron fundamental detener la quema de combustibles fósiles y desarrollar energías renovables para transitar a una política energética sustentable y frenar el cambio climático.
Durante el foro La política energética de la 4T, realizado en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Daniel Chacón, director de energía de Iniciativa Climática de México (ICM), consideró fundamental que México obtenga su soberanía energética a partir del desarrollo de energías renovables, pues no solo representan un costo menor a las convencionales, sino que pueden revertir la emergencia climática.
Además, explicó que, en la actualidad, 75 por ciento de la energía utilizada es “sucia” y la mayor parte de ella se desperdicia. En el caso de los automóviles de combustión interna, solo utilizan 33 por ciento de energía y gastan el resto en generar humo y calor, mientras que la eficiencia del coche eléctrico es de 99 por ciento.
Por su parte, Antonio del Río, del Instituto de Energías Renovables de la UNAM remarcó la necesidad de tomar medidas urgentes contra el cambio climático, pero también de implementar una visión de largo plazo que sea ambiciosa e incluya la participación de la población, como en el caso de los megaproyectos.
En este sentido, Paulina Cerdán del Centro de Colaboración Cívica, indicó que para la construcción de proyectos como el Tren Maya y otros, se requieren de procesos de deliberación amplios en los que se consulte a las comunidades afectadas, se precisen las competencias de cada orden de gobierno y se identifiquen los beneficios para la región y el ambiente.
A la par, Claudia Campero de Alianza Mexicana contra el Fracking reconoció que no se puede generar un cambio radical de golpe, pero insistió en que se debe priorizar la energía renovable y dejar atrás la quema de combustibles fósiles, como el petróleo, la gasolina, el gas natural y de técnicas de extracción como el fracking.
Los expertos coincidieron en que hace falta una nueva política energética, pero detallaron que esta debe considerar los impactos ambientales y las repercusiones sociales, asociados a cualquier proceso de transición.