El gobierno de México busca evitar el panel arbitral en materia energética. Su propuesta se basa en la vigencia de la Ley Eléctrica del 2014 y evitar la discriminación de empresas extranjeras.
Sin embargo, mantendría su política de soberanía energética de fortalecimiento a las empresas estatales: Pemex y CFE.
En breve invertirá en distribución y transmisión para interconectar a empresas de energías limpias.
Muy probablemente, tampoco se concretará el inicio del proceso de consultas que podría solicitar EU a México por el decreto que prohíbe la importación de maíz amarillo.
La noticia todavía más asombrosa es que México presentará en breve, sendos programas de trabajo al gobierno de Estados Unidos que, de ser aprobados, podrían detonar multimillonarias inversiones en el territorio nacional.
Está a punto de ocurrir un dramático e imprevisto giro en la historia que se está escribiendo en torno a las relaciones comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá.
A contracorriente de lo que se preveía, no se registrará el dramático final del choque de trenes que descarrilaría la sociedad comercial y llevaría al conflicto entre los “3 amigos”: Andrés Manuel López Obrador, Joe Biden y Justin Trudeau.
Por el contrario, de concretarse lo que viene, en un par de semanas, el capítulo final de la historia marcará el inicio de la consolidación del bloque comercial de Norteamérica.
La circunstancia internacional –en la que la guerra de Rusia y Ucrania ha cambiado la geopolítica internacional–, ha abierto una puerta para fortalecer la región norteamericana con Estados Unidos, Canadá y México.
La relocalización de empresas proveedoras de la industria norteamericana de China, está fortaleciendo la importancia estratégica de México.
EU, puede atraer a su territorio una parte importante de esa migración de empresas, pero la falta de mano de obra en ese país y la existencia de capital humano en México, plantean la innegable complementariedad de las economías.
Ni a Estados Unidos ni a Canadá les convienen los pleitos comerciales con México. Lo que les conviene es negociar y profundizar sus relaciones. El gobierno mexicano está enfocado en aprovechar la oportunidad que abrió el contexto internacional.
En breve presentará al gobierno de EU, un paquete de subastas de polígonos en el Corredor Interoceánico que se realizará a fines de febrero o principios de marzo. La prospectiva marca inversiones potenciales de mil millones de dólares por cada uno de los 10 polos de desarrollo.
Y por otra parte, México presentará un plan de trabajo para aprovechar la Ley de Semiconductores que lanzó en agosto pasado el presidente Joe Biden para incentivar a las empresas de tecnología para que inviertan en la fabricación de chips.
La protagonista clave en esta estrategia es la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, quien no solo tiene el perfil negociador, sino que cuenta con el valioso derecho de picaporte en la oficina del presidente López Obrador.
Luego del súbito nombramiento de Buenrostro, en relevo de Tatiana Clouthier, parecía que había pocas posibilidades de evitar la confrontación con EU y Canadá.
Sin embargo, la ex jefa del SAT, apenas llegó, removió a una buena parte del equipo encargado de las negociaciones internacionales, desenmarañó los temas, conoció a sus contrapartes e identificó las claves para hacerles propuestas.
Buenrostro se ha reunido con su colega, la secretaria de Comercio estadounidense, Gina Raimondo y con la representante comercial de la Casa Blanca, Katherine Tai, y otras autoridades para dialogar sobre las preocupaciones en torno a la política energética y agropecuaria e impulsar los programas de trabajo que detonen inversiones.
Encontró que de las 4 preocupaciones manifestadas por el gobierno de EU (para solicitar a México, el pasado 20 de julio del 2022, el proceso de consultas en torno a la política energética nacional), en realidad 3 son “bolas de humo”.
La base para disuadir al gobierno de EU de un panel de controversias es que en México sigue vigente la Ley de la Industria Eléctrica del 2014 y que se invertirá para aumentar la capacidad de distribución de la CFE y superar los problemas técnicos que han impedido interconectar a las empresas de energías renovables a las redes nacionales de distribución y transmisión.
Veremos si funciona la estrategia de Raquel Buenrostro y logra cambiar la ruta de colisión que, hasta ahora, la mayoría anticipa.